André, El Gigante

Oscar G. Hernández

Esa delgada línea entre ficción y realidad, es lo que atrae y seduce a las masas de seguidores para formar parte de algo mayor: la lucha entre el bien y el mal. Los luchadores pertenecen a bandos de rudos y técnicos, de buenos y malos, de santos y demonios que tratan de construir una leyenda para la cual narran la historia sobre la vida de un personaje que las más de las veces se funde con la vida misma.

En el año de 1984 Dave Letterman entrevistaba a André René Roussimoff quien era y probablemente es la figura más reconocida de la lucha libre a nivel internacional. André pesaba más de 250 kilos y medía 2.24 metros de altura. Letterman le preguntó sobre por cuánto tiempo pensaba seguir luchando. Roussimoff respondió –No lo sé, quizás esta noche sea mi última pelea. Nunca podemos saberlo…nunca podemos saber lo que ocurrirá en el ring.− Con esta frase resumía el lo que representaba subir a luchar, y mostraba lo que había sido su vida hasta ese momento.

André, El Gigante era como se le conocía en el mundo de la lucha libre, desde niño debió sufrir por su condición física y esa extraña enfermedad conocida como acromegalia o gigantismo. La leyenda de este luchador se inicia desde esa lejana infancia cuando Samuel Beckett era quien debía llevarlo a la escuela ya que el autobús escolar solía rechazarlo por su estatura. Tiempo más tarde correría la fortuna de ser descubierto e invitado a integrarse para dedicarse a la lucha libre. A partir de ese momento el éxito parecía inevitable.

Box Brown un artista de narrativa gráfica recopiló anécdotas y recurrió a una enorme cantidad de documentos de todo tipo para reconstruir la biografía de este luchador y darlo a conocer desde una óptica que muestra la vida de una celebridad desde lo raro, desde la distinción por su cuerpo.

André como luchador fue un tema polémico ya que era un personaje que inspiraba a muchos a luchar, incluso sirvió de pretexto para crear películas de la serie Rocky. Sin embargo lo que Brown nos muestra no es simplemente la parte humana de este luchador que la mayor parte de su vida fue visto y tratado como un verdadero freak, a pesar de su éxito, de su fama y de su dinero.

Brown construye un relato en el que evita caer en el drama fácil, a pesar de que durante toda esta novela gráfica veremos a un André alcoholizado, sin embrago nunca vemos de manera evidente su sufrimiento, Brown deja que el lector contemple y resuelva lo que está ocurriendo. El logro de este autor es que arma en viñetas limpias con un estilo de dibujo que proviene del cartoon para traernos la leyenda de un verdadero gigante. Al recorrer sus páginas nos envuelve con una fuerza que proviene de la narración simple. No hay en la estructura de sus planchas composiciones complicadas o rebuscadas, sólo los cuadros clásicos del cómic bien aplicados y de esa manera sostener la historia.

André el Gigante, Vida y Leyenda. Nos hace sentir la grandeza de este luchador en sentido literal. Nos hace reflexionar también sobre las formas de racismo y marginación que se ejerce sobre los cuerpos que son diferentes, en este caso muy diferentes; Además nos muestra cómo hace apenas unas cuantas décadas aún se podía recurrir a la formula circense para mostrar lo que se llamaba fenómenos y de esa manera llenar una arena.

Esta novela gráfica se convirtió de inmediato en un best seller, estuvo por más de tres semanas en las listas de los libros más vendidos del New York Times. También se convirtió en uno de los primeros cómics contemporáneos que se meten al género documental de manera más que brillante y que nos deja pensando durante mucho tiempo sobre la delgada frontera entre lo que es el espectáculo y la realidad, de como la mitología de la lucha libre se recrea a partir de la vida de estos personajes que no sólo buscan ganar si no cumplir una función en ese ring, en ese escenario que para ellos es la vida sin más.

Oscar G. Hernández editor de sección en la Revista Marvin

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André, The Giant, Obey.

Nos leemos pronto