Newbridge

Álvaro Rodríguez

Cuando el Whitney Museum of American Art está cerrado, las imágenes de Nan Goding aparecen repentinamente, vidas de protesta y sociedades afectivas, el amor irrumpiendo en una feroz era de violencia racial, pero en la intervención de sus imágenes, Golding resulta ambigua porque su mayor potencia reside en el vehículo mismo que impone en sus cuerpas y cuerpos, su mirada irremediablemente colmada de una nostalgia luminosa, agrietada por las sombras y claroscuros, secreciones pigmentadas y fluidos recientes que superponen olores y sensaciones en la imagen, tragedias y encuentros quebrados, nostalgias y despedidas en el infortunio.

La pornografía emocional como la han tildado en otros lados, es, en todo caso, una superficialidad de entornos de afectación y de estados animistas en sus snapshots. Cuando el Whitney Museum reposa en una muerte aparente por el contagio de la enfermedad viral y social, la obra de Golding subyace naturalmente en la calle como un síntoma de la violencia especular en sus 24 works.

En tal desconfinamiento Siobhan in the Shower aparece desnuda y obliterada por el tiempo y por la mirada del recato público que prohíbe la intimidad radical. Un poster arrancado al tiempo anuncia el Newbridge, mostrando las trazas de un objeto que destruye y al mismo tiempo invierte una emoción confrontrada, un gesto moralizador sobre la imagen de Golding, una cuerpa rasgada y fragmentada, un intento de borramiento y de censura sobre la trágica belleza que experimenta Goldin golpeando con toda su fuerza estética, el recuerdo, la memorabilia de la copulación y el exceso y la distorsión del estupefaciente visual y el punk. Tal y como un afiche de desaparición, Siobhan in the shower (1991) reaparece como un espectro en pleno haz de luz, en una caja de alta tensión detrás del cárcamo de dolores y en un espacio completamente deshabitado por la pandemia, lleno de plantas y de un estruendo del agua; la imagen resignificada de Siobhan resitúa la presencia de Golding que a penas el año pasado en las salas del Centro de la Imagen nos deslumbró con The ballad sexual dependency, un diario visual intimista instalado en un carrusel de diapositivas un tanto vivas, un tanto muertas, encarnadas por el amor y la fatalidad en un slide show musicalizado con piezas como All Tomorrow’s Parties de Velvet Underground.

Siobhan in the shower posa en las cajas eléctricas bajo las escotillas de una compuerta hidráulica del cárcamo donde la pieza de Ariel Guzik interroga con unos silbatos de un órgano cageano las corrientes que traen sonidos líquidos del río, bajo los murales de Diego Rivera para traer la mirada perenne de Nan Golding en la intemperie.

Álvaro Rodríguez es historiador

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Newbridge, Siobhan in the shower. Nan Golding (1991). Foto: Álvaro Rodríguez.

Bakteria

Álvaro Rodríguez

Salir a la calle en estos momentos es un performance citámbulo e insólito,

“la vida misma en su poética diaria es un performance, hay que conmoverse”.

decía Bernardo Montet, bailarín y coreógrafo.

Calles siniestras, semi vacías, entre av. Balderas e Independencia se pueden ver hordas de gente viviendo en la ruina, es una población desatendida y que vive en el corazón de la pandemia como una impronta de vaciamiento, pero también como un confinamiento sobre otro confuso confinamiento.

Las calles del centro se encuentran completamente a cortina cerrada y por cada 5 metros policías con máscaras muy atentos en sus turnos blanden sus ojos bajo sus micas. La calle mientras tanto tienen a sus personajes hijos de una literatura propia de estas calles, algunos seres en harapos que de llevar algunas semanas bebiendo se les nota el semblante desorbitado, un poco locos corriendo sin rumbo fijo, riendo y cantando las inolvidables por una alameda intoxicada de carteles “Estas entrando en una ZONA DE CONTAGIO”.

Extraños sonidos se apoderan del espacio callejero, sirenas de ambulancias, grabaciones de tamaleros embrujados, organilleros intubados a sus organillos, repartidores extraterrestres probando sus drones para llevar hamburguesas piratas a los chicos sanos de la condesa, paramédicos asesinos levantando a barrenderos nocturnos vestidos de verde fosforescente justo para que los borrachos no los atropellen, perros salvajes que atacan en la ciudadela al haber sido liberados de sus departamentos, ratas comiéndose a las ardillas en un combate caníbal a falta la basura, fantasmas que se apoderan de la noche bacteriana para diseminarse entre las puertas de los últimos trolebuses que funcionan en la ciudad.

Aquí no hay Apocalipsis, ni génesis, ni incestos, ni obscenidad, aquí se remueven y se intersectan las bakterias, se infiltran en un sorteo de cuyas esferas caerán en los huecos del azar, en los nombres de los sepulcros del panteón de San Fernando, en el mausoleo gris del benemérito, en las estructuras futuristas de los epitafios mexicas. Palimpsestos que salen de un sobreviviente del FONCA-SNCA como zombi para deglutir los últimos restos de la sociedad del siglo XXI.

“bakteria.org son, o representaciones antropomórficas de apariencia orgánica, o sistemas mecánicos cinéticos. Desde el momento de conocerlas y construir un diálogo con Internet, me intereso mucho el uso del lenguaje que se da en los medios digitales y programáticos, así es como se estructuró en la idea de la morfología lingüística, un proceso semántico en la construcción de un metalenguaje y la formación de las palabras que dan paso a las ideas, entender al lenguaje como un virus que está en constante transformación. Cada bakteria tiene de nombre alguna palabra de-construida, infectada en un sentido poético que contextualiza al personaje”.

http://www.bakteria.org/MorfogenesisEzpontanea/

Álvaro Ruiz mejor conocido como BAKTERIA irrumpe como una abeja ciclista que traza un paisaje sonoro espacial y en cada pedaleada se desamplifican las pistas de su caja musical, no es Montmartre acordionista, es un afilador estrambótico de Tenochtitlán. A una calle de donde viviera Rockdrigo González, Bakteria se eleva como un virus que se fugó de un laboratorio de alta seguridad, como el de Almoloya, por un túnel, en una máquina de dos ruedas, a una velocidad necesaria para tomar la calle bajo su control contagiando su virus gráfico y sonoro paralizando a la ciudad.

Álvaro Rodríguez es historiador
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Bakteria
Bakteria en Versalles, Col. Juárez. Ciudad de México. Foto: Álvaro Rodríguez

Anonimato

Álvaro Rodríguez

He aprovechado estos días para ver con mis hijas la saga de las Guerras de las Galaxias, además con la noticia de que existe un universo paralelo del otro lado de nuestra galaxia con más razón he sentido que mis hijas me han obligado a regresar a una cierta época en la que vi imágenes cyborg que me formaron desde el cine. Los personajes como los cascos y las máscaras de los personajes de Star Wars no conjugaban para los años ochenta una cierta anticipación en su estética y en los respiradores que ahora los memes se han encargado de reactivar en el imaginario colectivo.

Hace unos años había escrito un artículo sobre máscaras apoyándome en la antropología de las máscaras de Claude Levi Straus y sus funciones sociales, ese texto me sirvió para relativizar y valorar lo que se había hecho con los cubrebocas durante la pandemia H1N1; máscaras personalizadas, nahualizadas, llenas de humor y colores.

En esta pandemia del covid-19 no he sentido que las ganas sean de ironizar masivamente con un virus lo suficientemente agresivo y letal para bromear con las mascarillas. He visto makers customizar y hacer sus propios diseños de máscaras covid-stars wars con impresoras 3D. Esa posibilidad es mínima cuando hemos presenciado una carestía mundial por hacerse de un equipo digno para la autoprotección y para enfrentar en la primera línea de contención del coronavirus. Los primeros memes eran sobre seres salidos de la película de Blade Runner o el bar de Jabba de Hutt emplasticados y cubiertos con las más siniestras e inimaginables protuberancias faciales hechas de cualquier material posible. Esto fue cambiando en la medida que el virus nos fue mostrando su lógica de contagio y transmisión. Los debates políticos enardecidos en muchos países por la falta de mascarillas, un cierto monopolio de estos enseres y su ultrafabricación express en medio de la parálisis económica y de producción textil. El anonimato que otorga no sólo el cubrebocas en todas sus modalidades de efectividad y protección:

“la N95 en un 95 % de efectividad, la máscara quirúrgica en un 95 %, la FFP1 en un 95%, el cubrebocas de carbón activado en un 10%, las máscaras de tela y esponja en un 0%”

En fin, el delirio inmunitario que se persigue con toda clase de diseños, materiales y efectos estéticos, seguido de lo que las autoridades ya han alertado acerca de sus malos e ineficientes usos.

Con todas las ventajas y desventajas, el anonimato sigue siendo interesante, según el tipo de máscara otorga una cierta identidad de consumidor, contenedor del virus o propagador, pero establece un anonimato horizontal que puede ser contradictorio para efectos de la identidad y la identificación personal. El problema es para los cuerpos de la seguridad como para los propios ciudadanos en todos los rincones del mundo. Al menos las máscaras que produjo el artista visual Zach Blas para su pieza Facial Weaponization suite mask (2011) intentaba establecer un artefacto antiidentificatorio contra los dispositivos de identificación basados en inteligencia artificial. Sus máscaras prometían un barrido de rasgos que fundaban el anonimato y sugerían un régimen de libertades faciales.

En algunos países es obligatorio el uso de máscaras cubrebocas al entrar a bancos o establecimientos, es más, los ejecutivos de los bancos y las cajeras las usan independientemente que te identifiques con una ID, el aspecto de interacción es el anonimato. La policía en ciertos países y dependiendo del plan de confinamiento usa los cubrebocas como una práctica ya instalada de abuso de autoridad para no ser identificados como perpetradores de violencia policial. Quizá el espacio que ha sido consagrado para no usar máscaras han sido las reuniones por zoom y metting. Pero en lo que concierne al estricto uso de protección y medida de no contagio es la calle. De manera que aquellas personas que se preguntaban por los embozados y embozadas, por los zapatistas y enmascarados, por los forajidos y los bandidos, han tenido que adoptar una lógica de anonimato similar para salvar vidas y salvar sus vidas.

Además de los trabajadores de transporte y obras, el personal obrero que ha estado en la primera línea del abasto de la ciudad, otros actores que han estado presentes en los puntos rojos de contagio han sido los equipos médicos y los fotoperiodistas.

Recuerdan al “vato del dron”, Sergio Arau de quienes fueron duramente criticados sus imágenes de la marcha del 8M, pues este fotógrafo ha sido uno de estos singulares agentes de la información que ha retratado los rostros anónimos que diariamente han estado luchando en el frente contra el covid-19. En una estética de ciencia ficción, Aheida Bautista una mujer especialista en gastroenterología es retratada por Arau para dar cuenta del trabajo y el reconocimiento del personal del Centro Médico S.XXI que como una Mandalorian enfrenta con una fuerza paralela al lado oscuro del virus.

Álvaro Rodríguez es historiador

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  • Photo: Christopher O'Leary
  • Niveles de protección de mascarillas
  • Foto: Sergio Arau
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Guerra viral

Álvaro Rodríguez

Probablemente la tercera guerra mundial se había anunciado con el evento más extenuante en el viejo régimen audiovisual, la iteración de la catástrofe urbana que golpeó a la ciudad de Nueva York el 11 de septiembre de 2001 fundó una dinámica de miedos y estrategias defensivas contra atentados nunca antes vistos.

Después del anuncio de Trump hace unos días sobre la prohibición de llegadas aéreas comerciales provenientes de Europa a los Estados Unidos, se declaró voluntariamente el inicio de la primera guerra viral-global. Zhao Lijian portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China llamó a sus pares

“a actuar de manera transparente, a hacer públicos sus datos de infección por covid19 y dar una explicación”

The Independent

no sólo de sus propias medidas”si no de la manera sospechosa de haber inducido el virus de manera intencional como una estrategia militar, como mil bombas atómicas vertidas desde un tubo de ensayo.

También Giorgio Agamben en la invención de una epidemia reflexionaba hace unos días sobre los estados de excepción que están ejecutando diversas naciones del globo, pero también atisba un fascismo desconmensurado, una sutíl manera de regresar a los manifestantes a sus casas, matarlos súbitamente del pánico y miedo, hacerles ver que se expondrán a nubes tóxicas de virus y tsunamis de bacterias indestructibles, desmoronar algo que sí es un privilegio en los países poscoloniales: el confort de sus sistemas de salud, el privilegio de ser atendido ante el menor síntoma. Jean Luc Nancy para tranquilizar esta ansiosa postura intelectual, le confirma en excepción viral a su amigo Agamben la vulnerabilidad de las poblaciones, la crisis de los hospitales, constata la fragilidad humana. No escatima la potencia de la epidemia y con ello también acentúa las responsabilidades geopolíticas que están imperando en este preludio de guerra bacteriológica, de espías y cultivos bacteriológicos.

¿Qué sorpresas nos tendrá el corona? ¿Se vengará de los privilegiados, de los excedidos, de los que han prolongado su edad en la política, en el jet set del enriquecimiento y en las cenas de corte a la Luis XIV? Ya lo veremos en los dichos de anticipación de los colapsólogos.

Álvaro Rodríguez es historiador

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Gobernarnos!

(Al final de lo político tal y como lo conocemos)

Börries Nehe

Desde hace unos días, todxs juntxs y cada quien por sí mismx parecen estar crecientemente alienados. O al revés: un aura irreal rodea al mundo. En cualquier caso, el efecto es el mismo, nos ponemos en el papel de espectadores incrédulos colgados de los liveticker, alternando entre la esperanza humana de que de alguna manera todo mejore, y el deseo mórbido de una sociedad que se está volviendo cada vez más apocalíptica en todas sus expresiones culturales que todo sea aún más extremo, que las imágenes sean aún más impactantes y el lenguaje aún más radical.

Este tiempo tiene algo de kafkeano: en un sentido cómico y oscuro, porque instituciones que están fuera de nuestro alcance toman decisiones sobre nuestras vidas que parecen cada vez menos predecibles y a las cuales estamos completamente sujetxs; y en un sentido trágico, porque ese tiempo conlleva el sabor de una capitulación colectiva e individualista. De esa sensación de estar expuestxs a lo irreal e incontrolable se alimenta un fuerte deseo de ser gobernadxs, de la manera más efectiva posible. Dejar todas las decisiones a lxs expertxs, transferir toda la soberanía a los aparatos de gobierno. El “sueño político de la peste”, como lo llamó Foucault, soñado colectivamente:

“la penetración del reglamento hasta los más finos detalles de la existencia y por intermedio de una jerarquía completa que garantiza el funcionamiento capilar del poder; … la asignación a cada cual de su “verdadero” nombre, de su “verdadero” lugar, de su “verdadero” cuerpo y de la “verdadera” enfermedad”.

MF

Es el fin de la vaguedad, de la indefinición, de la indeterminación. Y el fin de lo político, si lo entendemos como la capacidad social para darnos una forma y configuración.

De tal suerte que Covid-19 se está convirtiendo cada vez más en una experiencia que es a la vez individual e individualizante, y colectiva, social y global. Porque el desapego, el sentimiento de irrealidad no es más que un síntoma de una profunda enajenación, del no-poder-hacer, no-poder-decidir y no-poder-saber nada.

Este sentimiento paralizante de estar sometidos me parece una actualización y continuación lógica del mundo emocional que es característica del capitalismo (post-) neoliberal: un mundo de sufrimiento desbordante y de enfermedades depresivas de rápido crecimiento, un mundo de crisis de opioáceos y un mundo de tentaciones autoritarias, el refugio prometido para un ejército profundamente inseguro. La respuesta de los populistas a esta experiencia colectiva del desfallecimiento es “take back control“; la respuesta en tiempos de Covid-19 es “we take control“.

No es casualidad que la misma sociedad que produjo los Trumps, los Bolsonaros y Modis de este mundo también genere esta respuesta a la actual crisis (aunque estos personajes todavía tienen la deficiencia de ser mortales y erráticos, por lo que no se nos exige disciplina ante ellos, sino ante las instituciones). Por eso no me sorprendió cuando escuché ayer una reseña de la prensa mundial y me di cuenta de un comentario tras otro de que lo que se deseaba era un “liderazgo fuerte”, “mano dura”, el final del laissez-faire y una praxis basada en el buen ejemplo de China.

La movilización de los aparatos y del miedo coinciden con la desmovilización política y, por tanto, de la creatividad social. Al final queda un acto heroico de sumisión voluntaria al poder de la infraestructura, para el bien de la sociedad.

Corona-Calexico, Convict Pool, 2004.

Börries Nehe es latinoamericanista por la UNAM y actualmente coordinador del grupo de investigación sobre autoritarismos y contra-estrategias de la fundación Rosa Luxemburg.

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Historia de la Misoginia, Capítulo Uno

Álvaro Rodríguez

En el mundo de los objetos y las prótesis, los artefactos de anticoncepción tienen su historia genealógica situados en los instrumentos del castigo y la tortura, en las herramientas de la decisión y de la muerte. Quizá estas últimas las de la muerte extendidas y mucho más asistidas por una cierta mirada médica masculina que durante mucho tiempo controló y dominó los espacios de anticoncepción no siempre desde los lugares más asépticos y apropiados. Algunos otros espacios creados por mujeres que procuraron la atención inmediata en casos de urgencia y peligro. Estos espacios casi siempre clandestinos fueron perseguidos y destruidos desde mucho tiempo atrás. Las técnicas rudimentarias para atender un parto no deseado o un método anticonceptivo costo la muerte de muchísimas mujeres en camillas y sillas de exploración.

La muestra A History of Misogyny, Chapter One: On Abortion, and the repercussions of lack of acces que se presenta actualmente en el Centro de la Imagen fue presentada en 2016 en los encuentros de Arles y obtuvo el Premio de la Photo Madame Figaro-Arles y la beca Fotopress. El Fotolibro On Abortion cuidado por Dewi Lewis fue acreedor del Premio al mejor libro Aperture Paris-Photo y ha sido nominado al Deutsche Börse Award.

On Abortion muestra la primera parte de un trabajo más amplio sobre la Historia de la Misoginia una investigación visual de la artista multidisciplinaria barcelonés Laia Abril. On Abortion problematiza las condiciones históricas de precariedad con las que el aborto ha sido practicado. Los peligros inherentes a prácticas en extremo tortuosas y sumamente peligrosas que acompañan la muerte de 47, 000 mujeres cada año según esta documentación. Varillas, espinas vegetales y animales, astillas y palos, ganchos y perchas, pinzas y substancias, tubos y cordones forman parte de los instrumentos ilegales para realizar abortos. Fórceps y espéculos son algunos de los instrumentos que aún subyacen de la brutalidad obstétrica y simbolizan los objetos de invasión y perforación corporal que pueden contraer infecciones y la muerte. Los testimonios visuales y los relatos que recoge Laia Abril en esta investigación transportan al espectador por el profundo mundo de la intervención abortiva. Una silla de exploración se muestra en medio de una sala, lo que permite rodearla y situarse en el centro de estos espacios ambiguos de esperanza y dolor, de degradación y resilencia corporal. Laia Abril trabaja actualmente en dos proyectos:

Chapter two: On Rape, galardonado con el Visionary Award de Tim Hetherington Trust y que se exhibirá en Les Filles du Calvaire en 2020; y el Genesis Chapter: On Mass Hysteria, nominado al Prix Elysée”.

Fotocolectania

On Abortion. A History of Misogyny – Chapter One: ON ABORTION, and the repercussions of lack of access es una exposición cuidada y coordinada por Andrea Celda para el Centro de la Imagen que hace del Festival FotoMéxico un recorrido de enormes dimensiones reflexivas en estos tiempos de reacción falocéntrica patrialcal. On Abortion, pone en el centro de la discusión, la violencia psicológica y corporal que implica un tratamiento precario en los cuerpos de quienes han procurado su práxis.

Álvaro Rodríguez es historiador

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Textos en español de A History of Misogyny, Chapter One: On Abortion, Laia Abril.

On Abortion. A History of Misogyny – Chapter One: ON ABORTION, and the repercussions of lack of access , Centro de la Imagen, 2019.

Mujeres Vinileras

Álvaro Rodríguez

Este sábado 7 de diciembre se celebra el primer aniversario del Colectivo Mujeres Vinileras, un colectivo de reciente formación, a penas en diciembre de 2018 donde Jennifer Rosado curadora y artista federó a un grupo de 33 mujeres que se han ido sumando a su paso como los colectivos Aquelarre de León Guanajuato y Witches Sound System de Cuernabaches.

Colectivo Mujeres Vinileras comienzan a tocar en lugares alternativos de la ciudad de México, desde su aparición en el Punto Gozadera, la escena se ha expandido a la ciudad de Oaxaca con un puch sonoro y asociativo encomiable. Las posibilidades retrofuturistas de las tornamesas, ponen en la mesa del play sonidos infinitos para el rock, el trip hop, salsa, reggea, cumbia, electro, disco, dancing, todas la varibles del pop y el dance hall.

“Pinchar no sólo dejar correr la pista”

El Colectivo ha participado en varios festivales y encuentros donde promueven el coleccionismo, la conservación, la técnica y el conocimiento y la apropiación tecnológica que les permite desarrollar toda clase de ejecuciones y performances con la música y sobre todo compartir experiencias y estrategias artísticas.

Pariciparán este sábado: Marisol Mendoza & Sol salsita MUSAS sonideras, Miss Nena, Bego, Albe & Catrina, Ciriaca, Sanky, Eduarda, VRTX, Hously, María Delirium, Isis Medusa, Mizz Andrew, Sonora Mulata, Cynthia Candelas, Jeni Janes, Alejaina, Terracota, Errante + Dj Invitada.

12 horas de música, 20 colecciones y 20 mujeres que seleccionarán música para un público amplio en el Jardín Juárez a partir de la 1 pm y hasta la 1 de la mañana.

Álvaro Rodríguez es historiador

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Marcianos vs Astronautas

Marcela Chao

Marsarchive.org es un proyecto que a través de un archivo colaborativo, actividades educativas de divulgación del conocimiento, así como colaboraciones artísticas, fomenta la reflexión entorno a las posibilidades, retos y cuestionamientos que plantea el planeta Marte.   

Como ya es tradición, este 14 de diciembre del 2019 se llevará a cabo la 3era posada marciana con la temática “Marcianos vs Astronautas” ¿Cuáles serán las consecuencias de este contacto? Para refexionar en torno al tema realizaremos un meet up con la presencia de la Mtra. Marión Alvez doctorante en astrobiología, el Lic. Dante Valdovinos experto en derecho espacial, la Mtra. en Ciencias Oriana Trejo quien hablará de las misiones científicas en el planeta rojo, así como del escritor y miembro del seminario de estéticas de la ciencia ficción Ramón López Castro quien nos dará un recorrido por la forma en la que la ciencia ficción ha abordado esta confrontación

Contaremos con talleres dedicados al público infantil y juvenil que estarán a cargo de la Asociación Ciencia y Cultura para Todos (ACCT) y Capicua quienes realizarán un taller de rovers de cartón y otro de narrativas ciencia ficcionales. 

En la parte musical, tocará la banda de minimal jazz y electrónica Juggernot  que creará paisajes sonoros salidos de una película de ciencia ficción mientras que los DJs, Manuel Horta, Felipe Q y Falzo nos pondrán a mover el organismo con funky planetario, disco y ritmos tropigalácticos. Por si fuera poco, contaremos con una estación de flash tattoo con temática espacial que realizará el tatuador @laratarey

Claro está que no podrán faltar nuestros villancicos, piñatas marcianas y el delicioso ponche rojo.

Los esperamos el sábado 14 de diciembre de 16:00 a 1:00 horas en El Nidal, ubicado en Nogal 275, Colonia Santa María la Ribera, Ciudad de México. 

Venta de boletos en:  https://bit.ly/382GWtf

Marcela Chao es astrofísica cuántica, directora de Marsarchive.org

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www.marsarchive.org

https://www.facebook.com/groups/marsarchive

PROGRAMA

¿El derrumbe de la estatua?

Álvaro Rodríguez

La enorme aportación del museo universitario de arte contemporáneo de la UNAM en la formación de públicos es incontestable. Sería imposible nombrar aquí en lo que lleva de vida el recinto, la ingente cantidad de exposiciones, temas y dispositivos museográficos puestos a prueba en sus interiores. Otra enorme aportación de su labor es educativa y de mediación con sus públicos. Su inteligencia inicial de poner a disposición sus catálogos en formato electrónico resulta de un compromiso sin parangón en el continente, con la formación de un centro de documentación especializado en arte contemporáneo y con una abierta difusión electrónica de sus catálogos, no sólo para su venta en físico que claramente vale mucho la pena adquirir, el Museo es más que un proyecto cultural, es una casa de formación para la crítica y la producción artística. En esta tesitura convengamos en comentar una exposición y un catálogo que ayuda a entender el paso de lo que José Luis Barrios en El derrumbe de la estatua, ha llamado “lo conmemorativo” hacia las prácticas de transformación de esos artefactos llamados monumentos.

El texto curatorial para la exposición del mismo nombre tuvo lugar en el MUAC y es de una actualidad muy evidente en el contexto de las manifestaciones feministas en el espacio público. Este catálogo debería ser leído aquí y allá, y casi procurar su distribución en librerías de Taibo II para darle visibilidad a la crítica de las empresas y políticas del Estado que se ocupan de dominar el espacio público desde hace más de un siglo, en un espíritu conmemorativo y de celebración. El derrumbe de la estatua supone una negociación democrática por establecer un debate sobre el estatuto del espacio público, su ocupación y su simbolización. También a través de la intervención se pone en juego la legitimidad de quién debería y tendría el derecho a ocupar los espacios de memoria, los imaginarios políticos y los símbolos del régimen. Para una generación milenial que creció con el MUAC, el derrumbe de los monumentos obedece a un derecho de accionar con soberana libertad el espacio público a través de:

“la intervención, situación y acción como crítica y derrumbe de monumentos, ya sean imaginarios, simbólicos o reales”…

Jose Luis Barrios, El derrumbe de la estatua, Folio, MUAC-UNAM, p.14.

…un espacio lleno de estatuas y monumentos producto de una historia patriarcal que le habla a los caudillos y a los patriarcas que nacieron y vivieron en el porfiriato y la revolución mexicana, personajes que caen uno a uno en esta era de la hiperconexión desideologizada o construida por valores distintos al orden y al progreso decimonónico.

¿Por qué molesta tanto las acciones y las intervenciones a mausoleos y cementerios del pasado?, porque en ellos lo que se conserva y se preserva es el imaginario del régimen, el patrimonio del Estado basado en piedras sepulcrales y prístinas que custodian el mito falocrático y fundacional de la nación. Esta monumental ciudad es el adversario epistémico que están enfrentando las mujeres en su andar cotidiano, en su posicionamiento político, en sus demandas ciudadanas de respeto. Es con el derrumbe de estos símbolos, a los que de modo irrenunciable el ciudadano tendría que contestarle a la violencia sistémica del Estado.

La desaparición, el acoso y la violación son símbolos implícitos de estos mármoles blancos, de estos laureles y fascios que ornamentan las beneméritas glorias de la historia de bronce de un país colonizado, emancipados de sus colonizadores y doblegado y aplastado por sus gobernantes.

Frente a ello, la reacción de amplios sectores, incluidas algunas mujeres convencidas de la función de patriarcado denostan la protesta, la intervención a esos hitos fundacionales del poder y desacreditan toda crítica que pueda darle voz a la discrepancia y al repudio de las estructuras perpetradoras de la violación al cuerpo político femenino. En buena medida si el movimiento feminista sabe accionar estéticamente en el espacio público es porque alguna repercusión en la teoría como en la práctica está siendo críticamente leída y perfectamente aplicada bajo el lema: “en México como entre las naciones el respeto al cuerpo ajeno es la paz y si no, la guerra”.

Álvaro Rodríguez es historiador

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