¿El derrumbe de la estatua?

Álvaro Rodríguez

La enorme aportación del museo universitario de arte contemporáneo de la UNAM en la formación de públicos es incontestable. Sería imposible nombrar aquí en lo que lleva de vida el recinto, la ingente cantidad de exposiciones, temas y dispositivos museográficos puestos a prueba en sus interiores. Otra enorme aportación de su labor es educativa y de mediación con sus públicos. Su inteligencia inicial de poner a disposición sus catálogos en formato electrónico resulta de un compromiso sin parangón en el continente, con la formación de un centro de documentación especializado en arte contemporáneo y con una abierta difusión electrónica de sus catálogos, no sólo para su venta en físico que claramente vale mucho la pena adquirir, el Museo es más que un proyecto cultural, es una casa de formación para la crítica y la producción artística. En esta tesitura convengamos en comentar una exposición y un catálogo que ayuda a entender el paso de lo que José Luis Barrios en El derrumbe de la estatua, ha llamado “lo conmemorativo” hacia las prácticas de transformación de esos artefactos llamados monumentos.

El texto curatorial para la exposición del mismo nombre tuvo lugar en el MUAC y es de una actualidad muy evidente en el contexto de las manifestaciones feministas en el espacio público. Este catálogo debería ser leído aquí y allá, y casi procurar su distribución en librerías de Taibo II para darle visibilidad a la crítica de las empresas y políticas del Estado que se ocupan de dominar el espacio público desde hace más de un siglo, en un espíritu conmemorativo y de celebración. El derrumbe de la estatua supone una negociación democrática por establecer un debate sobre el estatuto del espacio público, su ocupación y su simbolización. También a través de la intervención se pone en juego la legitimidad de quién debería y tendría el derecho a ocupar los espacios de memoria, los imaginarios políticos y los símbolos del régimen. Para una generación milenial que creció con el MUAC, el derrumbe de los monumentos obedece a un derecho de accionar con soberana libertad el espacio público a través de:

“la intervención, situación y acción como crítica y derrumbe de monumentos, ya sean imaginarios, simbólicos o reales”…

Jose Luis Barrios, El derrumbe de la estatua, Folio, MUAC-UNAM, p.14.

…un espacio lleno de estatuas y monumentos producto de una historia patriarcal que le habla a los caudillos y a los patriarcas que nacieron y vivieron en el porfiriato y la revolución mexicana, personajes que caen uno a uno en esta era de la hiperconexión desideologizada o construida por valores distintos al orden y al progreso decimonónico.

¿Por qué molesta tanto las acciones y las intervenciones a mausoleos y cementerios del pasado?, porque en ellos lo que se conserva y se preserva es el imaginario del régimen, el patrimonio del Estado basado en piedras sepulcrales y prístinas que custodian el mito falocrático y fundacional de la nación. Esta monumental ciudad es el adversario epistémico que están enfrentando las mujeres en su andar cotidiano, en su posicionamiento político, en sus demandas ciudadanas de respeto. Es con el derrumbe de estos símbolos, a los que de modo irrenunciable el ciudadano tendría que contestarle a la violencia sistémica del Estado.

La desaparición, el acoso y la violación son símbolos implícitos de estos mármoles blancos, de estos laureles y fascios que ornamentan las beneméritas glorias de la historia de bronce de un país colonizado, emancipados de sus colonizadores y doblegado y aplastado por sus gobernantes.

Frente a ello, la reacción de amplios sectores, incluidas algunas mujeres convencidas de la función de patriarcado denostan la protesta, la intervención a esos hitos fundacionales del poder y desacreditan toda crítica que pueda darle voz a la discrepancia y al repudio de las estructuras perpetradoras de la violación al cuerpo político femenino. En buena medida si el movimiento feminista sabe accionar estéticamente en el espacio público es porque alguna repercusión en la teoría como en la práctica está siendo críticamente leída y perfectamente aplicada bajo el lema: “en México como entre las naciones el respeto al cuerpo ajeno es la paz y si no, la guerra”.

Álvaro Rodríguez es historiador

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Luminiscente

Álvaro Rodríguez

Por la ventana de un viejo templo, una luz vacila diagonalmente en dirección al muro, esa ventana es el ojo de la virgen, a través de su marco transita el rayo estenopeico que corta los oscuros interiores del templo de las clarisas, en otrora, de la Purísima Concepción. Después de algunas modificaciones a esta cúpula que guarda cuatro siglos y con ellos, los cuatro rostros, de los cuatro sabios de la iglesia, su destino como observatorio devino después de 1861, tal vez por su rictus lúgubre, siendo ya en el siglo XX un lugar de refugio y abatimiento para alcohólicos y prostitutas llamado “La Constancia”, un lugar para dejar la perdición regularmente en manos de las expiaciones y los efectos alucinógenos que el lugar puede brindar a las tristes melancolías. La arquitectura de su bóveda sobreviene de la destrucción del campanario, no así, este lugar además de custodiar importantes documentos independentistas, hoy se disfruta en una simbiosis de archivo, biblioteca y galería de arte contemporáneo.

Luminiscente de Isabel Gaspar, artista visual de la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM, presenta en Purísima Arte Contemporáneo una pieza majestuosamente ensamblada, una escultura holográfica y cinética que deja perplejo al espectador de visión sostenida. Esta instalación de sitio específico como es llamada por Aldebarán Solares curador del proyecto la Purísima Concepción del Ex-Convento de Santa Clara, esta ubicada pendularmente, suspendida al centro de la cúpula de la capilla, a los pies de la pieza se puede circular al rededor de una traza reticular de figuras holográficas que descomponen la luz blanca (de las clarisas) en evidentes deflagraciones tornasol que evaporan la mirada hasta llegar a la pieza compuesta por discos intersectados, placas conformadas por un armado en glitch, un procedimiento de intervención en la impresión de la imagen digital, una resultante de la interferencia o el error en la imagen, que bajo cortes y ensambles del soporte en papel algodón otorga materialidad, superficie, colorido y recomposición a una imagen cuyo aura es el fresco y la encáustica. Los fisionotrazos de los cuatro sabios de la iglesia, que en los discos de Isabel se tornan entramados luminiscentes establecen retratos bajo frecuencias que se pierden al efecto retiniano, como un diálogo de patrones entre pigmentos y código digital. Ver los rostros divinos a través de este dispositivo significa borrarlos de la memoria corta y observarlos a través de esta estructura visual, significa imaginarlos en una frecuencia lumínica que no es la del rayo que formaliza las apariciones sacras al introducirse por la arquitectura, sino bajo un procedimiento de mímesis digital de la luz que ha sido refabricado artesanalmente en cortes, por no decir manualmente para establecer una relación devocional de placeres luminiscentes.

Si hay algo que había dejado de suceder en el centro histórico por el regocijo de flâneurs y caza cócteles, es el gusto de perderse por los interiores de los templos y fascinarse de las posibilidades de la luz, en formas soterradas por la destrucción del tiempo, por sus desvencijadas sombras. Luminiscente es un tratamiento constructivo tomado de un soporte real, un fresco en el muro extraído y dispuesto en una dimensión escópica casi impensable, la del efecto prismático no pentagonal, ni poligonal, sino circular y desde luego galáctico como alguna vez lo fue esta capilla para dar ordenamiento al ojo y dar luz de lo infinitesimal de lo visible y también a la profanación deconstructiva de la fe.

Álvaro Rodríguez historiador

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Luminiscente de Isabel Gaspar en Purísima Arte Contemporáneo, Tacuba 29, Centro histórico.

[email protected] / @isa.gasparr