Systems and Constellations

Álvaro Rodríguez

El trabajo artístico y fotográfico de Milagros de la Torre es de una actualidad latente, basta con revisar su última exposición virtual: Systems and Constelatellations (2020) en Artpace en San Antonio Texas para reparar en el refinamiento de sus medios expositivos, el cuidado de sus piezas y la abstracción de las correspondencias estéticas.

Personalmente el trabajo que más aprecio de Milagros de la Torre son sus platas sobre gelatina en papel, “evidencias” de crímenes y hechos diversos en el Perú que provienen del Archivo del Palacio de Justicia en Lima que pertenecen a su serie Los pasos perdidos, (The Lost Steps, 1996). De estas imágenes se recuperan cartas póstumas, objetos incautados como la bandera de Sendero luminioso, la camisa ensangrentada de un periodista víctima en una masacre, cinturones, máscaras de perpetradores, algunas balas, cuchillos, cuerdas y toda serie de objetos contundentes o testimoniales de la tragedia y la violencia del Perú contemporáneo, imágenes que se conocen por todo el mundo, y que recientemente las vimos expuestas en el Centro de la Imagen en la Ciudad de México.

En Systems and Constellations, Milagros de la Torre lleva más allá el trabajo fotográfico bidimensional para situarlo en dispositivos intermediales que permiten apreciar la potencia de las imágenes de identidad en sistemas muy antiguos como los quirománticos y adivinatorios que devienen de la astrología, de las fisiognomonías que van del lejano Oriente al Oriente medio y se desplegaron por toda la vieja Europa. Los sistemas de proporcionalidad y métricos dialogan en el espacio virtual expandiendo una continuidad de lecturas visuales y de regímenes escópicos del retrato.

La secuencia de Intervals explica mejor lo anterior, siendo los registros de Alphonse Bertillon los ejes vertebrales de la argumentación antropométrica, pero también, la gran utopía del control biométrico. Systems and constelations puede visitarse virtualmente con el asombro de las posibilidades de la realidad aumentada, los dispositivos constelares y una máscara que elude la identificación por algoritmos.

Esta exposición se interroga bajo el ángulo crítico como alguna vez lo hizo la Calavera de Mengele, pieza de Thomas Keenan y Eyal Weizman en Imágenes a cargo: la construcción de la prueba por la imagen en Le Bal de París (2015), Facial Weaponization suit mask de Zach Blas en Teoría del Color en el MUAC (2014-2015) o La propagación del mal en el Centro Cultural España curada por Marialy Soto (2018).

Álvaro Rodríguez es historiador

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Magic Mixtape

Álvaro Rodríguez

La nostalgia del lado A y del lado B del cassette sólo es comparable con este proyecto sonoro inefable, elegante, cálido y original por su short play. Dr. Ginsen es Catchascatchcan, Jean Sebastian Ruyer nos invitó a la cocina de su reproductor magnetofónico:

“Magic Mixtape busca establecer un diálogo musical entre dos coleccionistas de material sonoro orgánico, discos de acetatos o bandas magnéticas”

en cada forward mensual.

CASSETTE / JUNIO

En medio del confinamiento, Magic Mixtape establece una fiesta en los confines de los archivos sonoros y con ciertas reglas de nostalgia, para sentarse a escuchar que sería una práctica para abuelitos como yo, pero en un desafío a la obsolescencia programada, treinta minutos son suficientes para activar y devorar cada uno de los dos lados del casette. Dr. Ginsen junto a Lucky Benzen atraviesan sus archivos sonoros y sus consolas en C60 para hipnotizar a los oídos más exigentes.

Benzen implosiona el lado A en decibeles regulados y ecualizaciones exquisitas con una selección de discos de soul, hip hop y afro-beat engarzando el MixTape desde Estrasburgo, Francia. Dr. Ginsen desde su barrio en el centro histórico de la Ciudad de México escupe bocanadas de soul, hip hop y discos electrónicos para fundir el lado B del cassette del mes de junio.

Platicamos con Dr. Ginsen que nos adelantó los contenidos del Vol. 2 de Magic Mixtape de mes de Julio, que será una palatable selección a ojos y oídos de voyeristas y melómanos. El lado A , lo invade Laguna Verde, Rafita:

“Un proyecto de cumbia experimental anti-nuclear, que combina elementos de la música electroacústica, el ruidismo, la música popular, el basurismo sonoro y la radio. Pasando también por el karaoke, el ACTO EN VIVO y el dj set”.

El lado B es experimentado por MASAKI, Quentin Colón un fanático del formato vinilo:

“desde Saint-Etienne a Kinshasa, pasando por la ciudad de México y la ciudad de Marsella, se rodea de piezas raras de los cuatro rincones del mundo. Los sonidos son variados, esta mezcla es una oda a sus influencias afro”.

CASSETTE / JULIO

Pueden seguir la emisión de Dixit Radio para disfrutar la interview de cómo sonará el Vol. 2 de Magic Mixtape. La psicodélica contemplación sonora que les hará reactivar sus sentidos en una nostálgica interfaz descargable.

Álvaro Rodríguez es historiador

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Entrevista a Dr. Ginsen / MAGIC MIXTAPE en Dixit Radio.

Bakteria

Álvaro Rodríguez

Salir a la calle en estos momentos es un performance citámbulo e insólito,

“la vida misma en su poética diaria es un performance, hay que conmoverse”.

decía Bernardo Montet, bailarín y coreógrafo.

Calles siniestras, semi vacías, entre av. Balderas e Independencia se pueden ver hordas de gente viviendo en la ruina, es una población desatendida y que vive en el corazón de la pandemia como una impronta de vaciamiento, pero también como un confinamiento sobre otro confuso confinamiento.

Las calles del centro se encuentran completamente a cortina cerrada y por cada 5 metros policías con máscaras muy atentos en sus turnos blanden sus ojos bajo sus micas. La calle mientras tanto tienen a sus personajes hijos de una literatura propia de estas calles, algunos seres en harapos que de llevar algunas semanas bebiendo se les nota el semblante desorbitado, un poco locos corriendo sin rumbo fijo, riendo y cantando las inolvidables por una alameda intoxicada de carteles “Estas entrando en una ZONA DE CONTAGIO”.

Extraños sonidos se apoderan del espacio callejero, sirenas de ambulancias, grabaciones de tamaleros embrujados, organilleros intubados a sus organillos, repartidores extraterrestres probando sus drones para llevar hamburguesas piratas a los chicos sanos de la condesa, paramédicos asesinos levantando a barrenderos nocturnos vestidos de verde fosforescente justo para que los borrachos no los atropellen, perros salvajes que atacan en la ciudadela al haber sido liberados de sus departamentos, ratas comiéndose a las ardillas en un combate caníbal a falta la basura, fantasmas que se apoderan de la noche bacteriana para diseminarse entre las puertas de los últimos trolebuses que funcionan en la ciudad.

Aquí no hay Apocalipsis, ni génesis, ni incestos, ni obscenidad, aquí se remueven y se intersectan las bakterias, se infiltran en un sorteo de cuyas esferas caerán en los huecos del azar, en los nombres de los sepulcros del panteón de San Fernando, en el mausoleo gris del benemérito, en las estructuras futuristas de los epitafios mexicas. Palimpsestos que salen de un sobreviviente del FONCA-SNCA como zombi para deglutir los últimos restos de la sociedad del siglo XXI.

“bakteria.org son, o representaciones antropomórficas de apariencia orgánica, o sistemas mecánicos cinéticos. Desde el momento de conocerlas y construir un diálogo con Internet, me intereso mucho el uso del lenguaje que se da en los medios digitales y programáticos, así es como se estructuró en la idea de la morfología lingüística, un proceso semántico en la construcción de un metalenguaje y la formación de las palabras que dan paso a las ideas, entender al lenguaje como un virus que está en constante transformación. Cada bakteria tiene de nombre alguna palabra de-construida, infectada en un sentido poético que contextualiza al personaje”.

http://www.bakteria.org/MorfogenesisEzpontanea/

Álvaro Ruiz mejor conocido como BAKTERIA irrumpe como una abeja ciclista que traza un paisaje sonoro espacial y en cada pedaleada se desamplifican las pistas de su caja musical, no es Montmartre acordionista, es un afilador estrambótico de Tenochtitlán. A una calle de donde viviera Rockdrigo González, Bakteria se eleva como un virus que se fugó de un laboratorio de alta seguridad, como el de Almoloya, por un túnel, en una máquina de dos ruedas, a una velocidad necesaria para tomar la calle bajo su control contagiando su virus gráfico y sonoro paralizando a la ciudad.

Álvaro Rodríguez es historiador
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Bakteria
Bakteria en Versalles, Col. Juárez. Ciudad de México. Foto: Álvaro Rodríguez

Combustible y comburente

( C + O2 = CO2 )

Moro Maxwell

Dedicado a Gustavo Gatica

…me detuve en medio del puente. Este país está loco, pensé. Nos tienen trastornados. Pasamos de un estado a otro sin mediar transiciones. Me corregí: “En realidad han sido treinta años de transiciones… fallidas”. Lo claro es que algo se desbloqueo, en o con o por el estallido, cayó una coraza, se abrieron vasos comunicantes. Algunas semanas atrás el sentimiento era otro. Pesimista, triste, la opaca realidad reinaba. “El daño es profundo”, era el diagnóstico, “nos convirtieron en zombies, en esclavos, estamos enfermos, sólo nos queda el juicio final, ya no hay esperanza”. “Nada que hacer”, aunque algo hacíamos, poco, pero hacíamos, como por inercia. En eso estábamos, en el libre obrar, cuando el fuego comenzó. Comenzó de noche, aunque lo habían conjurado más temprano los estudiantes secundarios. Un container de basura encendido fue arrojado por las escalas del metro, rodó lanzando chispas, abajo estaba la policía, dispararon a diestra y siniestra, pero luego el humo negro lo inundo todo, los gritos, la poderosa rabia, los hizo huir, se desvanecieron. Salió la poblada, los descontentos, los dormidos. Parece que el fuego los despertó, ejecutó un llamado desde lo profundo. Una fisión nuclear detonó grandes cantidades de energía. Estallaron los vidrios. Supimos que la escala de incendios de Enel efectivamente era de incendios, se quemó, quedo negra, chamuscada. Se quemaron los supermercados, después de que los consumidores frustrados desvalijaran sus bodegas y escaparates. Un denso humo pardusco, producto de varios buses ardiendo, ascendió hacia los cielos de la ciudad desde la intersección de Vicuña Mackenna y Rancagua, convocando a la tribu. El hongo se veía desde los cuatro puntos cardinales, era una señal. Llegaron hordas a bailar a la luz del fuego. Se sacaban fotos en los escombros y sentían crecer un calor distinto en sus corazones. Luego llegaron las lacrimógenas y se nos cayeron las lagrimas, alguien se acercó y nos ofreció agua con bicarbonato, y nos abrazó. El calor en el corazón se avivó. Se multiplicaron las hogueras y las barricadas, se estaba quemando la desigualdad, que está hecha mayoritariamente de plástico. Nos sacaron varios ojos, volvimos a llorar. Ya no había nada que arrojarle a la los guardianes así que, animados por un espíritu minero, llegaron las picapedreras y nos repartieron guijarros. Llegaron las que destruyen las luminarias para que los guardianes no hicieran blanco en nuestros cuerpos. Llegaron las que portaban escudos, las que repartían sándwiches, las que regalaron mascarillas, las que se gastaron el sueldo para compartir antiparras, las apagadoras de lacrimógenas, las de los primeros auxilios. La primera línea era un hormigueo oscuro e incandescente. “Ah, Georges Sorel, ¡tenías tanta razón!”, pensé. Desconfío de las metáforas biológicas, pero fue inevitable pensar en los anticuerpos, expulsando al virus, o la infección. Este calor es la fiebre. El corazón ya era una brasa. Se armaban bandas de música espontáneas en las esquinas, que tocaban El derecho de vivir en paz; llegaba un trombón, una trompeta, un saxo, un tambor y se sumaban las voces. La braza latía. Entonces ese cuerpo frío, que parecía muerto, al que le habían extraído la sangre, comenzó a bailar. Despertó. Se erigió una pira monumental en Plaza Italia, que a esa altura ya le habían cambiado el nombre, ahora se llamaba Plaza de la Dignidad, y la pira era parte constitutiva del fuego fundamental. La manada hizo una danza y un pacto a su alrededor. Alguien dijo: “Volvimos a querernos”, y parecía ser cierto; otro dijo: “Estamos volviendo a ser un pueblo”, y también parecía ser cierto. Comenzamos a escribir, lo rayamos todo, faltaron paredes en la ciudad para los pensamientos, no había dónde poner un “sí” o un “no”. Después comenzamos a hablar, y no hemos parado, como si hubiésemos guardado silencio durante siglos. Parece que teníamos temas pendientes. Afloraron los significantes, se desplegaron, y fue como una terapia, pero diferente, porque era gratis y al aire libre, el fuego trajo la felicidad, gritamos sapos y culebras. Había algo en el fondo. Lo reprimido, dirán los psicólogos. El retorno de lo reprimido, como si fuese el título de la segunda parte de una saga. Continúa un repiquetear constante de cacerolas, de sirenas, de helicópteros. Duermo mal, siento como si un alien se estuviera incubando dentro de mí. Enciendo la tele. El rector de la universidad, arrogante intelectual, seguía pensando que era un mero berrinche juvenil. “Lo que es no entender nada, lo que es estar lejos de la tierra”, pensaba, pensábamos. Me di cuenta que en mi pensaba la horda primitiva, la manada. Lo que se estaba reconstituyendo era lo que los sociólogos llaman el “tejido social”, que es un tejido orgánico. Un órgano, un organismo. Alguien pasó con una pancarta tejida a crochet, y todo tuvo sentido. Se teje lo común, se quema lo individual. Me sentí privilegiado de estar ahí, en la calle, de sentir el calor del asfalto. Vi pasar un selknam, Kotaix apareció de entre los árboles, arrojando piedras. Se me llenaron los ojos de lágrimas. ¡De repente se pone a temblar! “Este país es maravilloso”, se me escapó, en voz alta. ¡Y yo que hasta hace poco me quería ir! Se incendia la esquina de Santa Rosa con Alameda, se quema un McDonal’s, me estremezco de ternura. Luego pasaron los heridos, los baleados, los asfixiados, y me vuelvo a estremecer, pero de rabia. A los que caen, los encapuchados los levantan, les pulverizan agua, les dan aliento, les limpian la cara. ¿Qué concepto los mueve?, ¿por qué arriesgan sus vidas, sus ojos, su integridad?, ¿por quién?, ¿por qué hay quienes no lo hacen?, ¿por qué hay quienes los desprecian? Como si hubiese estado concertado, pero improvisando, todos sacaron sus celulares y emitieron luces al cielo, en un enjambre, la imagen la captan los drones. Se me eriza la piel. ¿Dónde estarán los muertos ahora?, ¿por qué no hemos ido con ellos al cementerio? “No quiero que me den la mano empapada con nuestra sangre”, pensé en Los Enemigos, en los políticos profesionales que están pactando. Las estatuas de los conquistadores son derribadas, se estampan contra el suelo; las de los militares asesinos, héroes de la patria, son decapitadas. ¡Ah, que comprensión tan acabada de la historia! Al regresar al barrio el fuego danzaba a un costado de Plaza Brasil, arrojaron a la hoguera un cajero automático extraído de la farmacia, ¡era tan precisa la postal! Para venderla en Correos de Chile. Desde los árboles colgaban como guirnaldas los rollos de papel extraídos de las máquinas registradoras. Igual que en Apocalíspsis Now, el fuego nos iluminaba las caras, podíamos ver nuestros rostros, descubiertos y encapuchados, todos con los ojos brillantes. Todos los fuegos, el fuego, el mismo de la barricada de los ochenta, porque el fuego tiene memoria. Quiero pensar que en esa hoguera una maldición antigua se quemó y que algo nuevo se está templando. Sería difícil describir la felicidad que vi en la mirada de mi amigo Elías, era algo traslúcido, que solo he visto en los ojos de los animales genuinamente dichosos. “Creí que nunca iba a vivir esto –me dijo–, el país entero diciendo “Basta”, rebelándose”. El fuego nos hizo hermanos, pero llegar hasta aquí nos costó un ojo de la cara, varios ojos.

Las imágenes pasan como ráfagas de viento, me fijo en las manos, en las diferentes formas de ponerse una capucha, en el anonimato, en la afectividad. Algo que los que viven en la burbuja no conocen, pobrecitos. Que vidas miserables las suyas, aferradas al mal entendido “privilegio”. Salió la luna llena, hay algo de salvaje en Plaza de la Dignidad. Escucho aullidos de perros negros. Parado en medio del puente, no puedo contener las lágrimas… Sigo, y cruzo el río.

Moro Maxwell es Doctor en Letras Modernas por la UNAM

Ilustración: Uorbal Castor.

DixitRadio – Secreto y Transparencia

En esta emisión Carlos Jager, Eriktool y Álvaro Rodríguez platicaron sobre el secreto y el arte de ocultar la información. Cuál es la técnica y la estrategia que los servicios de inteligencia persiguen con la confidencialidad y la obliteración de la información.

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Luminiscente

Álvaro Rodríguez

Por la ventana de un viejo templo, una luz vacila diagonalmente en dirección al muro, esa ventana es el ojo de la virgen, a través de su marco transita el rayo estenopeico que corta los oscuros interiores del templo de las clarisas, en otrora, de la Purísima Concepción. Después de algunas modificaciones a esta cúpula que guarda cuatro siglos y con ellos, los cuatro rostros, de los cuatro sabios de la iglesia, su destino como observatorio devino después de 1861, tal vez por su rictus lúgubre, siendo ya en el siglo XX un lugar de refugio y abatimiento para alcohólicos y prostitutas llamado “La Constancia”, un lugar para dejar la perdición regularmente en manos de las expiaciones y los efectos alucinógenos que el lugar puede brindar a las tristes melancolías. La arquitectura de su bóveda sobreviene de la destrucción del campanario, no así, este lugar además de custodiar importantes documentos independentistas, hoy se disfruta en una simbiosis de archivo, biblioteca y galería de arte contemporáneo.

Luminiscente de Isabel Gaspar, artista visual de la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM, presenta en Purísima Arte Contemporáneo una pieza majestuosamente ensamblada, una escultura holográfica y cinética que deja perplejo al espectador de visión sostenida. Esta instalación de sitio específico como es llamada por Aldebarán Solares curador del proyecto la Purísima Concepción del Ex-Convento de Santa Clara, esta ubicada pendularmente, suspendida al centro de la cúpula de la capilla, a los pies de la pieza se puede circular al rededor de una traza reticular de figuras holográficas que descomponen la luz blanca (de las clarisas) en evidentes deflagraciones tornasol que evaporan la mirada hasta llegar a la pieza compuesta por discos intersectados, placas conformadas por un armado en glitch, un procedimiento de intervención en la impresión de la imagen digital, una resultante de la interferencia o el error en la imagen, que bajo cortes y ensambles del soporte en papel algodón otorga materialidad, superficie, colorido y recomposición a una imagen cuyo aura es el fresco y la encáustica. Los fisionotrazos de los cuatro sabios de la iglesia, que en los discos de Isabel se tornan entramados luminiscentes establecen retratos bajo frecuencias que se pierden al efecto retiniano, como un diálogo de patrones entre pigmentos y código digital. Ver los rostros divinos a través de este dispositivo significa borrarlos de la memoria corta y observarlos a través de esta estructura visual, significa imaginarlos en una frecuencia lumínica que no es la del rayo que formaliza las apariciones sacras al introducirse por la arquitectura, sino bajo un procedimiento de mímesis digital de la luz que ha sido refabricado artesanalmente en cortes, por no decir manualmente para establecer una relación devocional de placeres luminiscentes.

Si hay algo que había dejado de suceder en el centro histórico por el regocijo de flâneurs y caza cócteles, es el gusto de perderse por los interiores de los templos y fascinarse de las posibilidades de la luz, en formas soterradas por la destrucción del tiempo, por sus desvencijadas sombras. Luminiscente es un tratamiento constructivo tomado de un soporte real, un fresco en el muro extraído y dispuesto en una dimensión escópica casi impensable, la del efecto prismático no pentagonal, ni poligonal, sino circular y desde luego galáctico como alguna vez lo fue esta capilla para dar ordenamiento al ojo y dar luz de lo infinitesimal de lo visible y también a la profanación deconstructiva de la fe.

Álvaro Rodríguez historiador

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Luminiscente de Isabel Gaspar en Purísima Arte Contemporáneo, Tacuba 29, Centro histórico.

[email protected] / @isa.gasparr

Tecnologías de la raza en la era algorítmica

Achille Mbembe, uno de los teóricos más relevantes de los Postcolonials & Decolonials studies se encuentra en México. Se presenta en el Instituto de Investigaciones jurídicas de la UNAM, dictando una conferencia sobre las implicaciones tecnológicas en la vida cotidiana y los márgenes de exclusión. Hablará de las Tecnologías de la raza en la era algorítmica.

Síguelo en la liga de la videoteca de jurídicas, y si te lo perdiste puedes visionar su conferencia Borders in the Age of Networks en la New School for Social Reserch.

Achille Mbembe es Profesor en the WISER Institute, University of Witwatersrand. Nacido en Camerún obtuvo
su doctorado en Historia en la Universidad de la Sorbonne en Paris en 1989.

Irrumpe el bookstagram La Editora

Elizabeth Casasola

En julio de este año inició el blog y bookstagram @laeditoralee. Es un espacio donde fotógrafos internacionales son invitados a postear durante una semana sus fotolibros o libros de arte favoritos o aquellos que utilizan para sus proyectos. Hasta el momento han participado autores mexicanos, españoles, brasileños y rusos, como Manuel Parra, Oskar Alvarado, Joaquín Arteaga, Aldebarán Solares y Xavier Tavera, entre otros.

Esta iniciativa también muestra el trabajo de los mismos participantes y sus actividades en torno a la fotografía. También se postean convocatorias de fotolibros y se muestran algunas bibliotecas y editoriales especializadas en el fotolibro como en caso de Noord que esta semana está haciendo los reviews.

¿Y dónde se puede leer La Editora?

En el blog laeditoralee.tumblr.com podrán encontrar un acceso a google drive donde los distintos participantes han dejado algunos libros en pdf para compartir con el público, con el fin de crear una biblioteca digital. Ya podemos encontrar materiales utilizados en distintos talleres de fotografía que han ido reuniendo los artistas a lo largo de sus estudios, algunos del Centro de la Imagen y del CENART.

Elizabeth Casasola        Artista visual fundadora de La Editora

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Seis puntos

Emilio Fuentes

Les contaré de una cosa que sucede desde hace algunos años en la Ciudad de México con un proyecto de vanguardia en materia de inclusión educativa. Si en algún momento para extender el castellano en el mundo, Alfonso X el Sabio necesitó de una escuela como lo fue, la de los traductores de Toledo, la Ciudad de México ahora descubre en sus entrañas un proyecto de un alcance similar.

Letras habladas, nace en 2007 en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, Plantel  Tezonco. Este programa, fue impulsado por  Juventino Jiménez integrante de Punto Seis, una organización no gubernamental que contribuye a la inclusión educativa, laboral y social de las personas con discapacidad visual de las zonas urbanas y de comunidades indígenas y Fermín Ponce, integrante de Inclusión con Equidad, una organización de la sociedad civil que contribuye la cultura de inclusión de personas con discapacidad a través de la interacción en recorridos turísticos  por diferentes partes de México.

Juventino y Fermín son estudiantes ciegos que, quienes al no tener los medios necesarios para su desarrollo académico, sintieron la necesidad de crear  mecanismos de inclusión para estudiantes con discapacidad.

Adaptación y empoderamiento

Letras habladas ofrece adaptación personalizada de textos, a lectores para baja visión e impresión y lecturas en Braille. Actualmente atienden a 31 personas con discapacidad visual principalmente. Además  algunos estudiantes con discapacidad motriz, han sido beneficiados con la adaptación de audiolibros y software de lectura hablada.

El objetivo principal de este grupo es impulsar la cultura de inclusión en las instituciones de educación superior a través de talleres de sensibilización para la comunidad estudiantil y al personal administrativo con necesidades específicas.

La inclusión como premisa

Por otro lado, lo que busca la Universidad Autónoma de la Ciudad de México es acrecentar la oferta laboral y educativa para estudiantes con discapacidad, pues  en este año se espera recibir a nueve estudiantes sordos, en su mayoría pertenecientes al Instituto de Educación Media Superior, esto habla del gran alcance que ha tenido este programa, pero sobre todo de la necesidad de crear las condiciones y adaptaciones necesarias para cualquier persona que decide seguir estudiando. 

Sin duda, Letras habladas es un claro ejemplo del imprescindible trabajo de la organización civil, pues a través de la  concientización de la comunidad universitaria ha logrado cambiar en algunos estudiantes la manera de percibir la discapacidad, pues a través de los talleres y la interacción con los compañeros se generan vínculos y aprendizajes mutuos. Si no conoces Letras habladas y quieres visitarlos ellos se encuentran en el campus de San Lorenzo Tezonco de la UACM, Edificio A 108.

Emilio Fuentes es antropólogo de la ENAH y miembro del Colectivo la Lata*

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*El Colectivo la Lata es un proyecto integrado por estudiantes y egresados de distintas disciplinas de las Ciencias Sociales y universidades públicas de la Ciudad de México quienes trabajan el tema de la discapacidad desde un enfoque crítico.