Bakteria

Álvaro Rodríguez

Salir a la calle en estos momentos es un performance citámbulo e insólito,

“la vida misma en su poética diaria es un performance, hay que conmoverse”.

decía Bernardo Montet, bailarín y coreógrafo.

Calles siniestras, semi vacías, entre av. Balderas e Independencia se pueden ver hordas de gente viviendo en la ruina, es una población desatendida y que vive en el corazón de la pandemia como una impronta de vaciamiento, pero también como un confinamiento sobre otro confuso confinamiento.

Las calles del centro se encuentran completamente a cortina cerrada y por cada 5 metros policías con máscaras muy atentos en sus turnos blanden sus ojos bajo sus micas. La calle mientras tanto tienen a sus personajes hijos de una literatura propia de estas calles, algunos seres en harapos que de llevar algunas semanas bebiendo se les nota el semblante desorbitado, un poco locos corriendo sin rumbo fijo, riendo y cantando las inolvidables por una alameda intoxicada de carteles “Estas entrando en una ZONA DE CONTAGIO”.

Extraños sonidos se apoderan del espacio callejero, sirenas de ambulancias, grabaciones de tamaleros embrujados, organilleros intubados a sus organillos, repartidores extraterrestres probando sus drones para llevar hamburguesas piratas a los chicos sanos de la condesa, paramédicos asesinos levantando a barrenderos nocturnos vestidos de verde fosforescente justo para que los borrachos no los atropellen, perros salvajes que atacan en la ciudadela al haber sido liberados de sus departamentos, ratas comiéndose a las ardillas en un combate caníbal a falta la basura, fantasmas que se apoderan de la noche bacteriana para diseminarse entre las puertas de los últimos trolebuses que funcionan en la ciudad.

Aquí no hay Apocalipsis, ni génesis, ni incestos, ni obscenidad, aquí se remueven y se intersectan las bakterias, se infiltran en un sorteo de cuyas esferas caerán en los huecos del azar, en los nombres de los sepulcros del panteón de San Fernando, en el mausoleo gris del benemérito, en las estructuras futuristas de los epitafios mexicas. Palimpsestos que salen de un sobreviviente del FONCA-SNCA como zombi para deglutir los últimos restos de la sociedad del siglo XXI.

“bakteria.org son, o representaciones antropomórficas de apariencia orgánica, o sistemas mecánicos cinéticos. Desde el momento de conocerlas y construir un diálogo con Internet, me intereso mucho el uso del lenguaje que se da en los medios digitales y programáticos, así es como se estructuró en la idea de la morfología lingüística, un proceso semántico en la construcción de un metalenguaje y la formación de las palabras que dan paso a las ideas, entender al lenguaje como un virus que está en constante transformación. Cada bakteria tiene de nombre alguna palabra de-construida, infectada en un sentido poético que contextualiza al personaje”.

http://www.bakteria.org/MorfogenesisEzpontanea/

Álvaro Ruiz mejor conocido como BAKTERIA irrumpe como una abeja ciclista que traza un paisaje sonoro espacial y en cada pedaleada se desamplifican las pistas de su caja musical, no es Montmartre acordionista, es un afilador estrambótico de Tenochtitlán. A una calle de donde viviera Rockdrigo González, Bakteria se eleva como un virus que se fugó de un laboratorio de alta seguridad, como el de Almoloya, por un túnel, en una máquina de dos ruedas, a una velocidad necesaria para tomar la calle bajo su control contagiando su virus gráfico y sonoro paralizando a la ciudad.

Álvaro Rodríguez es historiador
[email protected]

Bakteria
Bakteria en Versalles, Col. Juárez. Ciudad de México. Foto: Álvaro Rodríguez

Ya no comemos cuento

Aucabo

En un ambiente de censura y coerción a diversos artistas, colectivos culturales y medios de comunicación independientes, (allanamiento a la sede de la revista cartel urbano), así como la solicitud de la Policía Nacional de eliminar un sitio web de un medio digital, se desarrolló el 21 de Noviembre el paro nacional en Colombia.

Paralelamente a estos sucesos de intimidación de la libertad de expresión y de prensa, el gobierno nacional días antes del paro comunicó un conjunto de posibles medidas restrictivas (toques de queda, ley seca, judicialización de vándalos…), que incendiaban y acaloraban el ambiente de las manifestaciones. Igualmente, los medios de comunicación masivos se focalizaban en recordar los incidentes y hechos violentos de anteriores paros, con el objetivo evidentemente de construir una narrativa del miedo y el peligro que representa salir a las calles, así como crear una indignación hacía los “vándalos criminales y terroristas que marchan”.

Esta lógica discursiva del binomio gobierno- medios de comunicación, sigue favoreciendo los intereses de una ultraderecha anclada al continuismo de la guerra y la negación rotunda de la paz, por supuesto ensombreciendo los verdaderos motivos de las protestas, que en Colombia y en América Latina sobran. Sería innumerable la lista de razones por las cuales la gente salió a las calles pero entre otras, el bombardeo de niños, asesinato sistemático de líderes sociales e indígenas, desempleo creciente, una desconsiderada reforma pensional y la histórica y epidémica corrupción que bastan para que el pueblo se movilice.

A pesar de este contexto represivo y autoritario, el paro Nacional del 21 de Noviembre (21N) signó la historia de la sociedad colombiana como una de las movilizaciones más numerosas, más enérgicas y creativas. Más allá de los desmanes ocurridos en diversas ciudades y que ensombrecieron las manifestaciones (saqueos y enfrentamientos violentos contra la fuerza pública) en un hecho sin precedentes, el pueblo, de manera espontánea y auto organizada salió a las calles cacerola en mano y expresó su profundo inconformismo por la situación actual del país, por quienes lo manejan y lo des-conducen.

El cacerolazo de la noche del 21 de Noviembre fue un grito de resistencia y de contestación que emergió en todas las zonas de la ciudad. Desde todos los puntos cardinales ciudadanos salieron a las calles para expresar su empatía, su comprensión del otro que sufre y demanda justicia social, igualdad y oportunidades, ese otro que durante esa noche fuimos todos. Mientras que el presidente en una alocución televisiva vacía y carente de conexión con la realidad social, enfatizaba en los signos de violencia y vandalismo ocurridos durante el día, el pueblo le estaba gritando al unísono de la onda metálica de las cacerolas, que estamos cansados de una clase política mohosa, retrograda y bélica que mira hacia el pasado, que está cada vez más distante y lejana de las demandas transformadoras de la sociedad.

En efecto, el gobierno y la fuerza pública son tan displicentes a estas acciones colectivas cargadas de música, arte y cultura (los cacerolazos, los plantones y las comparsas han continuado constantemente), que en la tarde del sábado 23 de Noviembre un miembro del ESMAD (Escuadrón Móvil antidisturbios) hirió a un joven de 18 años que se encuentra entre la vida y la muerte. Este hecho refleja el carácter hipócrita y farsante del actual gobierno. Mientras que el presidente habla de la protección de los ciudadanos y el respeto al derecho constitucional de la protesta, el caos y el desorden son sembrados en las calles por las fuerzas policiales1. Estas contradicciones se suman a una declaración oficial del día sábado donde se propone un diálogo entre gobierno y sectores sociales para escuchar sus solicitudes. Sin embargo, considero que un buen segmento de los ciudadanos “Ya no comemos cuento”. Al partido de gobierno, a la élite económica y política lo que les interesa es neutralizar y detener las marchas bajo la misma historia de siempre: mesa de diálogos, concertación y como está ocurriendo en Chile, con una reforma constitucional que en realidad no le interesa a los ciudadanos.

Esta retórica de la falsa conciliación, no puede socavar las verdaderas exigencias de la sociedad, por esa razón no se trata de firmar un decreto o un acuerdo que sirva como un paliativo y sedante de la movilización. Colombia y América Latina (optimismo pesimista), están despertando y debemos seguir tejiendo esperanza, cambio y acciones creativas y contundentes.

Bogotá, Colombia 25 de Noviembre, 2019.

1 Hay pruebas audiovisuales contundentes que demuestran la implementación de la teoría del pánico por parte del gobierno nacional. En los últimos días en ciudades como Cali y Bogotá se decretó toque de queda, se consiguieron vándalos que fueron pagados para sembrar el terror, los dejaban en conjuntos residenciales y luego los ciudadanos en pánico solicitan la presencia de la fuerza pública , como la ciudad esta militarizada, llega el ejército a presentarse como salvadores y héroes en la situación. Esta estrategia está respaldada por el temor y el miedo que se han creado en redes sociales.

Aucabo es antropólogo y doctor en urbanismo por la Universidad de París X Nanterre.

[email protected]

El camino del héroe

El Borrador

Viví en el SENAME hasta hace unos pocos años, y cuando comenzó el estallido social me dieron ganas de quemarlo todo.
Robé, varias veces, en la calle y en casas, sabía que lo que hacía era malo, pero ya tenía quince años, nadie iba a venir a rescatarme, me las tuve que rasgar, solo. Pensé en trabajar, pero sinceramente las ganas de ver arder todo siempre me llamó mas la atención.

Todo cambió para mí cuando llegó un niño de seis años, con el Javier decidimos adoptarlo y llevarlo por el camino del bien, que no fuera como nosotros, que aún tenía oportunidad, que alguna familia se lo llevaría, que estudiara, que se preparara cuando saliera ¿Y para qué? Un día simplemente desapareció. Nunca me compré el asunto de su adopción, sus cosas todavía seguían en su pieza, él se hubiese despedido de nosotros, pero no, se fue.
Una noche preguntamos por él, sabiendo que algo raro había pasado. Finalmente nos llevaron donde supuestamente estaba, ahí fue cuando de la nada me desvanecí en el suelo. Cuando desperté, me vi en un lugar que parecía hospital por dentro, me costó moverme, miré a mi lado y el Javier con los ojos cerrados, y a mí otro lado otro niño del Sename a quien le raspaban el estómago con una navaja. Me embargó el miedo, no sabía si hacerme el dormido o escapar. A los minutos el tipo salió de la sala y me paré, lo más rápido que pude, un tanto mareado y tomé al Javier, pero este no despertaba, su cuerpo pesaba. Comenzaron a buscarnos, y yo, meándome, literalmente, llorando, le pedía a mi amigo que despertara, pero este nunca lo hizo. Me arranqué, sin él.

Llegué a Calama desde Santiago, pidiendo plata, quedándome en la calle, pasando hambre y frío. Pero un día alguien tuvo la gentileza de recogerme, un abuelo. Me llevó hasta su casa, sinceramente pensé que iba a abusar de mi y que esa sería mi forma de pago a cambio de comida y techo, mi vida era tan rata que estaba dispuesto a entregarme, pero no, él solo quería ayudarme y nunca me dijo por qué. El viejo estaba loco, decía que era cinturón negro, siempre me pedía que le pegara combos en la guata y la ponía dura como fierro, yo le puse el “Maestro Rochi” como el de Dragon Ball, mas encima era califa, se parecía caleta. Armó unas pesas con tarros de leche y cemento con las que me tuvo haciendo levantamiento de brazos. Me enseñó a como pegar tres golpes con un movimiento, a defenderme en la calle y en la vida, me hizo leer, a bajar la rabia, a contenerme, y por sobre todo me enseñó a llorar.
El Viejo Rochi me tuvo como 4 años en su casa y yo más encima le llevaba un vino de regalo gracias a una propina que recibí como empaque en un supermercado, pero ahí estaba, colgado en su pieza, con una sábana de su cama, una carta de embargo, y el recibo de la plata de la jubilación del banco.

Solo, de nuevo. Triste, lo extraño.

Volví a Santiago, dormí en la calle, y caminé por las avenidas buscando una oportunidad, pero algo muy raro sucedía, la gente estaba sin metro. Por primera vez vi que las personas se miraban a la cara en aquel viernes y conversaba el uno con el otro.
La noche del cacerolazo y yo sonreía, hasta que salieron los militares y no tenía donde irme. Escapé, mientras golpeaban como perros a los vagabundos, sin razón alguna, si aparecía un tanque tenía que agacharme detrás de un árbol. Pero no me duró mucho, un carabinero me apuntó con una pistola, me pidió los antecedentes, mil rollos en mi cabeza y lo decidí, pues el viejo Rochi me había enseñado lo suficiente para poder acabar con aquel tipo en dos segundos. Lo dejé en el suelo, aturdido. Corrí, muchos de ellos me perseguían, pero logré meterme en un colegio donde me escondí, donde cada vez que llegaba el toque de queda yo volvía.

Las marchas en las tardes, la gente que se multiplicaba, el humo a lo lejos, las lacrimógenas sin razón y el murmullo de torturas que se escuchaban.
Un grito desesperado de un señor, alguien quería destruir su pequeño negocio, entré para buscar al tipo, pensé en algún infiltrado, porque ningún civil con dos dedos de frente haría algo como eso… pero no, la sorpresa mayúscula: Javier. Ambos nos miramos, y nos reconocimos de inmediato, este tomó un par de cosas del local y comenzó a correr, fui detrás de él, varias calles más allá lo alcancé. Lo abracé, le pedí perdón, pero su rostro no era el mismo que alguna vez conocí.

– ¿Qué te hicieron?

Se levantó la polera y me mostró una cicatriz.

– Me falta un riñón ¿Te acordái del pendejo que adoptamos la otra vez? A ese lo desarmaron entero, como un auto recién robado. Vírate, loco. Se nota que estái cambiado, no eres como yo.

Lo vi marcharse, mientras me caían las lágrimas y la rabia me consumía. A Javier seguramente lo encontraré nuevamente y no será lo mismo que antes. Pensé en quemarlo todo, como dije al principio, pero ya no estoy de su lado, aunque lo comprenda.

Miré hacia atrás, observé a la multitud escapando de la yuta, y a jóvenes como yo perdiendo la vista por perdigones. No puedo quedarme sin hacer nada. Por el Rochi que terminó con él mismo por la falta de dignidad, por los niños que aún están en el Sename, he decidido taparme el rostro con mi polera, recoger una señalética en medio del caos y acompañarlos en este largo camino.

Soy el grito pidiendo justicia.
Soy la pañoleta que cubrirá tu cara.
Soy la piedra que lanzarás.

Soy PareMan.

……………………………………………………………………..

“El camino del héroe”

El Borrador
Instagram del autor y sus cuentos: @elborradoroficial

Soy PareMan. Foto: @periodistafurioso

La estética de la ciencia ficción

Álvaro Rodríguez

El día de mañana se darán cita un grupo de especialistas, fans y conocedores del universo de las estéticas de ciencia ficción en México y Latinoamérica.

“En el marco del centenario luctuoso de Amado Nervo, pionero de la ciencia ficción mexicana, y los cien años de la publicación de Eugenia de Eduardo Urzaiz Rodríguez, una de las primeras novelas de ciencia ficción escritas en el país”. ..

2do Encuentro de Estéticas de Ciencia Ficción 2019.

… se organiza el segundo encuentro de estéticas de la ciencia ficción que promete además de un rico espacio destinado a charlas y conferencias magistrales sobre la línea continua de las representaciones y los procesos estéticos de la ciencia ficción en México (como un conjunto epistémico que permea otras latitudes), también se presentará en la Cineteca Nacional un ciclo destinado a la producción cinematográfica de la ciencia ficción latinoamericana en donde veremos: La región salvaje de Amat Escalante, Ovnis en Zacarpa del guatemalteco Marcos Machado Loria, Branco Sai, Preto Fica de Adirley Queirós de Brasil o Adiós querida luna de Fernando Spiner entre otras.

El seminario y encuentro de ciencia ficción en México que coordina Amadis Ross González y Loreto Alonso Atienza se antoja para una media semana llena de sorpresas, intercambios y producciones en el Cenidiap, Centro Nacional de las Artes, los días miércoles 27 al viernes 28 desde las 10 am y el sábado 29 el ciclo proyectado en la Cineteca Nacional. La entrada será libre y todo está listo para viajar al retrofuturo y al más allá.

Álvaro Rodríguez es historiador

[email protected]

PROGRAMA

2do Encuentro de Estéticas de Ciencia Ficción 2019 / CENART

El fuego del silencio

Erick Tool

A través de los siglos hemos aprendido que la barbarie del poder va acompañada de la ignorancia, del ego y del yugo de unos cuantos sociópatas que desafortunadamente llegan al poder ya sea porque tienen un capital privilegiado o porque su ascender hacia la alta burguesía fue por hacer favores sin tener escrúpulos, ni conmiseraciones hacia el prójimo humano, animal o natural, es decir llegaron a la cima del poder por corruptos.

Para nuestra mala suerte parece que la historia sólo queda para ser guardada e ignorada por este tipo de personalidades ricas y corruptas con ansias de poder, poder y dinero que no se llevarán a la tumba pero que su mente pequeña y obtusa ignora.

Miedo al pensamiento

El Papiru de Ipuur, la fortaleza de los espíritus en Persépolis, la biblioteca de Alejandría, la biblioteca de la Residencia de los Papas en Letrán, la biblioteca imperial en Constantinopla, la biblioteca de la Madraza en Granada, la biblioteca Nacional del Perú, la biblioteca Nacional de Sarajevo, la biblioteca Nacional de Irak y el museo nacional de Río de Janeiro, todos estos recintos fueron quemados por gobiernos autoritarios con el temor de que el pueblo piense por sí mismo.

Fahrenheit 451

La actualidad de este clásico es indiscutible, Bradbury se refiere a un mundo donde los libros son peligrosos y por ende deben ser quemados, en esta obra maestra de la ciencia ficción política aparecen seis personajes principales y cada uno representa un punto importante de nuestra sociedad.

Guy Montag: Es un sujeto no mayor de 40 años, no es un personaje ordinario pues esconde libros y eso lo hace ser un corrupto a pesar de que nosotros, los lectores sabemos que no lo es, en el mundo de Bradbury, así se le ve.

Capitán Beatty: El jefe de los bomberos, el orquestador de las quemas de libros, el representante de la ley aún así, en algún momento era similar a Guy incluso en toda la historia se la pasa dando referencias a libros y pasajes históricos de la humanidad, es un desgraciado cultureta que termino siendo el perro fiel del sistema.

Profesor Faber: Está resignado aunque lo entristece saber que los libros ya no llaman la atención de nadie para eso están las pantallas para entretener, es cobarde y prefiere mantener un perfil bajo.

Mildred Montag: Representa el ciudadano ordinario ese que se conforma con lo que dice el Televisor, es ese personaje que utiliza el suicidio para justificar el miedo a la existencia, al ir por más, es la representación de esa parte del pueblo sumiso y conformista.

Clarisse McClellan: Ella parece que es la extraña del grupo pero en realidad es la conciencia, aquella que te susurra un inconformismo, es como un libro de filosofía, es lo prohibido por eso su destino en la novela es incierto, ella es una pregunta constante.

Granger: Este personaje representa la esperanza que hay en la humanidad es valiente y astuto, y a pesar de que su mundo es destruido, él encuentra la manera de sobrevivir, él sabe y nos hace saber que el mundo tiene un ciclo por cumplir como todo en la vida, hay un momento de luz y hay un momento de oscuridad.

La gran Lección o ¿por qué los libros son peligrosos en Latinoamérica?

Una lección importante para un lector en reconocimiento de Fahrenheit 451, es que nos recuerda que no es importante lo que se escriba en un libro sino las preguntas que el libro despierta y eso nos conduce a nuestro devenir como seres racionales y libres.

Actualmente Brasil y otros países hermanos como Bolivia, Ecuador, Argentina, Chile y Haití sufren cambios políticos y parece que el totalitarismo es el común denominador y la puerta de entrada a ese dudoso pero trágico régimen que ha mostrado ser el neoliberalismo y su gran fracaso con la democracia, idea política y utópica que siempre se ha visto mermada por la ambición e ignorancia tanto de gobernantes como de empresarios.

Al parecer si al mundo se le terminaran sus recursos naturales gobernantes como empresarios sobrevivirían comiendo residuos y respirando metales y CO2, intentando el exilio posthumano.

En este nuevo siglo, el continente latinoamericano vive un neo-oscurantismo donde tristemente la población está sufriendo el embate de la ambición y el fanatismo religioso, de persecución, racismo y censura; Brasil, Chile, Bolivia y ahora Colombia son un espejo donde sus gobernantes para justificar su intolerancia se refugian en la Biblia igual como lo hicieron los cruzados en su momento, de mismo modo que lo hizo el Capitán Beatty pero lo que realmente los mueve es la locura del control y del poder.

Así, que dejaré algunas sugerencias lectivas espero que podamos despabilarnos de lo que ocurre y dejemos a un lado los distractores, que tomemos por más tiempo un libro, adoptemos un gesto de estar más con nosotros mismos y dejemos de evadirnos, que seamos más humanos y menos internautas en un sentido de enajenación hiperconectada.

Propongo que regresemos a Fahrenheit 451 de Ray Bradbury, que revisemos nuevamente las bases de los contratos sociales en el Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad de los hombres de Jean Jacob Rosseau, recentrémonos en las reflexiones de Nietzsche en Humano demasiado humano. Que nos actualicemos en Los orígenes del neoliberalismo en México de María Eugenia Romero Sotelo, echemos un ojo al Neoliberalismo en América Latina de Luis Rojas Villagra. Otro clásico para revisar las categorías que hoy se tornan insuficientes Liberalismo y democracia de Norberto Bobbio y finalmente Los orígenes del totalitarismo de Hanna Arendt.

Erick Tool es periodista underground, melómano y bibliófilo

[email protected]

Incendio de Alejandría

Combustible y comburente

( C + O2 = CO2 )

Moro Maxwell

Dedicado a Gustavo Gatica

…me detuve en medio del puente. Este país está loco, pensé. Nos tienen trastornados. Pasamos de un estado a otro sin mediar transiciones. Me corregí: “En realidad han sido treinta años de transiciones… fallidas”. Lo claro es que algo se desbloqueo, en o con o por el estallido, cayó una coraza, se abrieron vasos comunicantes. Algunas semanas atrás el sentimiento era otro. Pesimista, triste, la opaca realidad reinaba. “El daño es profundo”, era el diagnóstico, “nos convirtieron en zombies, en esclavos, estamos enfermos, sólo nos queda el juicio final, ya no hay esperanza”. “Nada que hacer”, aunque algo hacíamos, poco, pero hacíamos, como por inercia. En eso estábamos, en el libre obrar, cuando el fuego comenzó. Comenzó de noche, aunque lo habían conjurado más temprano los estudiantes secundarios. Un container de basura encendido fue arrojado por las escalas del metro, rodó lanzando chispas, abajo estaba la policía, dispararon a diestra y siniestra, pero luego el humo negro lo inundo todo, los gritos, la poderosa rabia, los hizo huir, se desvanecieron. Salió la poblada, los descontentos, los dormidos. Parece que el fuego los despertó, ejecutó un llamado desde lo profundo. Una fisión nuclear detonó grandes cantidades de energía. Estallaron los vidrios. Supimos que la escala de incendios de Enel efectivamente era de incendios, se quemó, quedo negra, chamuscada. Se quemaron los supermercados, después de que los consumidores frustrados desvalijaran sus bodegas y escaparates. Un denso humo pardusco, producto de varios buses ardiendo, ascendió hacia los cielos de la ciudad desde la intersección de Vicuña Mackenna y Rancagua, convocando a la tribu. El hongo se veía desde los cuatro puntos cardinales, era una señal. Llegaron hordas a bailar a la luz del fuego. Se sacaban fotos en los escombros y sentían crecer un calor distinto en sus corazones. Luego llegaron las lacrimógenas y se nos cayeron las lagrimas, alguien se acercó y nos ofreció agua con bicarbonato, y nos abrazó. El calor en el corazón se avivó. Se multiplicaron las hogueras y las barricadas, se estaba quemando la desigualdad, que está hecha mayoritariamente de plástico. Nos sacaron varios ojos, volvimos a llorar. Ya no había nada que arrojarle a la los guardianes así que, animados por un espíritu minero, llegaron las picapedreras y nos repartieron guijarros. Llegaron las que destruyen las luminarias para que los guardianes no hicieran blanco en nuestros cuerpos. Llegaron las que portaban escudos, las que repartían sándwiches, las que regalaron mascarillas, las que se gastaron el sueldo para compartir antiparras, las apagadoras de lacrimógenas, las de los primeros auxilios. La primera línea era un hormigueo oscuro e incandescente. “Ah, Georges Sorel, ¡tenías tanta razón!”, pensé. Desconfío de las metáforas biológicas, pero fue inevitable pensar en los anticuerpos, expulsando al virus, o la infección. Este calor es la fiebre. El corazón ya era una brasa. Se armaban bandas de música espontáneas en las esquinas, que tocaban El derecho de vivir en paz; llegaba un trombón, una trompeta, un saxo, un tambor y se sumaban las voces. La braza latía. Entonces ese cuerpo frío, que parecía muerto, al que le habían extraído la sangre, comenzó a bailar. Despertó. Se erigió una pira monumental en Plaza Italia, que a esa altura ya le habían cambiado el nombre, ahora se llamaba Plaza de la Dignidad, y la pira era parte constitutiva del fuego fundamental. La manada hizo una danza y un pacto a su alrededor. Alguien dijo: “Volvimos a querernos”, y parecía ser cierto; otro dijo: “Estamos volviendo a ser un pueblo”, y también parecía ser cierto. Comenzamos a escribir, lo rayamos todo, faltaron paredes en la ciudad para los pensamientos, no había dónde poner un “sí” o un “no”. Después comenzamos a hablar, y no hemos parado, como si hubiésemos guardado silencio durante siglos. Parece que teníamos temas pendientes. Afloraron los significantes, se desplegaron, y fue como una terapia, pero diferente, porque era gratis y al aire libre, el fuego trajo la felicidad, gritamos sapos y culebras. Había algo en el fondo. Lo reprimido, dirán los psicólogos. El retorno de lo reprimido, como si fuese el título de la segunda parte de una saga. Continúa un repiquetear constante de cacerolas, de sirenas, de helicópteros. Duermo mal, siento como si un alien se estuviera incubando dentro de mí. Enciendo la tele. El rector de la universidad, arrogante intelectual, seguía pensando que era un mero berrinche juvenil. “Lo que es no entender nada, lo que es estar lejos de la tierra”, pensaba, pensábamos. Me di cuenta que en mi pensaba la horda primitiva, la manada. Lo que se estaba reconstituyendo era lo que los sociólogos llaman el “tejido social”, que es un tejido orgánico. Un órgano, un organismo. Alguien pasó con una pancarta tejida a crochet, y todo tuvo sentido. Se teje lo común, se quema lo individual. Me sentí privilegiado de estar ahí, en la calle, de sentir el calor del asfalto. Vi pasar un selknam, Kotaix apareció de entre los árboles, arrojando piedras. Se me llenaron los ojos de lágrimas. ¡De repente se pone a temblar! “Este país es maravilloso”, se me escapó, en voz alta. ¡Y yo que hasta hace poco me quería ir! Se incendia la esquina de Santa Rosa con Alameda, se quema un McDonal’s, me estremezco de ternura. Luego pasaron los heridos, los baleados, los asfixiados, y me vuelvo a estremecer, pero de rabia. A los que caen, los encapuchados los levantan, les pulverizan agua, les dan aliento, les limpian la cara. ¿Qué concepto los mueve?, ¿por qué arriesgan sus vidas, sus ojos, su integridad?, ¿por quién?, ¿por qué hay quienes no lo hacen?, ¿por qué hay quienes los desprecian? Como si hubiese estado concertado, pero improvisando, todos sacaron sus celulares y emitieron luces al cielo, en un enjambre, la imagen la captan los drones. Se me eriza la piel. ¿Dónde estarán los muertos ahora?, ¿por qué no hemos ido con ellos al cementerio? “No quiero que me den la mano empapada con nuestra sangre”, pensé en Los Enemigos, en los políticos profesionales que están pactando. Las estatuas de los conquistadores son derribadas, se estampan contra el suelo; las de los militares asesinos, héroes de la patria, son decapitadas. ¡Ah, que comprensión tan acabada de la historia! Al regresar al barrio el fuego danzaba a un costado de Plaza Brasil, arrojaron a la hoguera un cajero automático extraído de la farmacia, ¡era tan precisa la postal! Para venderla en Correos de Chile. Desde los árboles colgaban como guirnaldas los rollos de papel extraídos de las máquinas registradoras. Igual que en Apocalíspsis Now, el fuego nos iluminaba las caras, podíamos ver nuestros rostros, descubiertos y encapuchados, todos con los ojos brillantes. Todos los fuegos, el fuego, el mismo de la barricada de los ochenta, porque el fuego tiene memoria. Quiero pensar que en esa hoguera una maldición antigua se quemó y que algo nuevo se está templando. Sería difícil describir la felicidad que vi en la mirada de mi amigo Elías, era algo traslúcido, que solo he visto en los ojos de los animales genuinamente dichosos. “Creí que nunca iba a vivir esto –me dijo–, el país entero diciendo “Basta”, rebelándose”. El fuego nos hizo hermanos, pero llegar hasta aquí nos costó un ojo de la cara, varios ojos.

Las imágenes pasan como ráfagas de viento, me fijo en las manos, en las diferentes formas de ponerse una capucha, en el anonimato, en la afectividad. Algo que los que viven en la burbuja no conocen, pobrecitos. Que vidas miserables las suyas, aferradas al mal entendido “privilegio”. Salió la luna llena, hay algo de salvaje en Plaza de la Dignidad. Escucho aullidos de perros negros. Parado en medio del puente, no puedo contener las lágrimas… Sigo, y cruzo el río.

Moro Maxwell es Doctor en Letras Modernas por la UNAM

Ilustración: Uorbal Castor.

DixitRadio – Secreto y Transparencia

En esta emisión Carlos Jager, Eriktool y Álvaro Rodríguez platicaron sobre el secreto y el arte de ocultar la información. Cuál es la técnica y la estrategia que los servicios de inteligencia persiguen con la confidencialidad y la obliteración de la información.

Síguenos en Dixit Radio.

Alienados y alienígenas

Moro Maxwell

El laboratorio experimental de la Escuela de Chicago se está quemando desde hace una semana. Los Doctores en Economía se preguntan qué es lo que falló, cual fue la variable que no consideraron. Contaban con la desidia, con la lobotomía, con la alienación. Pero algo se salió de control. Los ratones han desatado el caos.

El presidente declara una guerra contra un “enemigo poderoso”, y saca a los militares a la calle, mientras su esposa siente que sus privilegios están siendo amenazados por alienígenas y le recomienda a sus amigas que se abastezcan ante una posible invasión. El 1% más rico de la población percibe al resto, a los otros, a los marginales, como enemigos. Ese 1% ha saqueado el país durante cuarenta años y sus empresas han evadido impuestos millonarios, pero no aguantaron que los estudiantes quisieran evadir el pasaje del metro por un alza en sus tarifas. “Evasión” es una de las palabras clave. “Robo”. “Saqueo”. ¿Quién es ese enemigo? ¿De dónde vienen los alienígenas?

Los patrones durante años han gobernado como si se tratara de administrar una empresa. Maximizando sus beneficios, abriendo una brecha social profunda y ancha. Tan profunda y tan ancha que se quedaron viviendo del otro lado, sin escuchar, sin ver, sin capacidad de entender. Mientras Santiago se quema el presidente come pizza con su familia en el barrio alto. No entienden. No quieren entender. La respuesta siempre ha sido la soberbia.

“Son vándalos, violentistas, delincuentes, los aplastaremos”

Pero ya no funciona la fórmula de la criminalización. De tanto usarla se gastó.

Hay un ser extraño en las calles

No se explican de dónde viene. Ese ser extraño tiene miles de cabezas, hace años que no tiene voz, lo dispersan en una esquina y aparece en otra, no tiene representante con quien pactar, tiene una estructura amorfa, ¡sin líderes corruptos!, está esparcido por todo el territorio, tocan insistentemente un patrón rítmico (negra, negra, corchea, corchea, negra). “¿Qué querrá decir?”, se pregunta el presidente, “¿será un mensaje encriptado, como en Encuentros cercanos del tercer tipo?” El gobierno no sabe con quién hablar. Convocan a los viejos políticos profesionales, pero esos están sumamente desacreditados y perdidos. Los desempolvan igual. Tienen sueldos millonarios, trabajan para los patrones. Los políticos hablan otro idioma. Salen en la tele haciendo mímicas. Pero los aliens ya no creen en ellos, ni los escuchan. El presidente sale pidiendo perdón por no haber entendido. Se victimiza. Pero no es un problema comunicacional, a pesar de que hablen otro idioma, porque está bien claro lo que los aliens piden, pero es inaceptable. No, no. Pero el fuego sigue desparramándose. ¡Ah! Que orgulloso de nosotros estaría Michimalonco si nos viera, piensan los aliens. El presidente ofrece algunos premios. Habla de manera paternal. Para sus adentros se lamenta que esto ocurra justo ahora, cuando él, sus hijos y familiares estaban haciendo tan buenos negocios; por otro lado, no sabe si lamentarse o estar orgulloso de que lo comparen con el dictador:

“¡Ah! ¡Pero si él estuviese aquí!”

Con él aprendió, con él se enriqueció. Trata de emularlo. Sigue sin darse cuenta que es una crisis estructural del modelo neoliberal. Hay políticos que intentan sacar partido de la crisis. Hay analistas en la televisión, todos pagados por el capital. Afuera los ratones del laboratorio están por doquier. Siguen encendiendo barricadas en cada esquina. Les ponen veneno, les disparan, y ahí siguen. Desafiando el toque de queda. Insisten en el patrón rítmico. Lo percuten con ollas, sartenes, cucharas. “¿Se comunicarán así entre ellos?”, se pregunta el presidente. Hay un festival de fascismo en la televisión, sacan a las momias más antiguas, intentan diversos tonos, primero amenazan, después infunden miedo, después tratan de empatizar con los aliens, dicen que tienen razón, el presidente hace su mea culpa en horario prime: “Ah! ¡Sabíamos que había desigualdad, pero nunca nos imaginamos que les molestara tanto, discúlpenos!”. Don Francisco llora por el quiebre de la familia chilena, y nada.

Ratones y aliens copan Plaza Italia

Corren los cómplices del modelo a La Moneda, todos preocupados por la propiedad privada, por sus intereses individuales, por sus privilegios. No saben lo que significa la palabra comunidad. Tal vez por eso no entienden. Han ensayado montajes, luchas entre vecinos, conspiraciones ácratas, recurrieron a los antimotines, pero nada les resulta. El presidente trae a un ejército de ocupación, pero los muertos porfían, los aliens resisten. Desatan una guerra psicológica, traen a expertos, el rector de una universidad da cátedra de arrogancia y desprecio. Algunos férreos partidarios del negacionismo, niegan; negaron todo antes, y niegan todo ahora. Parece que en las élites se desata una competencia por saber quién es más soberbio, quién es más egoísta, quién saca la porción más grande. Se afilan los colmillos. El ministro entra en una espiral de enajenación, tiene problemas psiquiátricos el pobre hombre. En el parlamento han montado un circo. Ofrecen un show en horario de matiné, rasgan sus camisas; los aliens con los ratones están en la calle, así que no ven el show.

Negra, negra, corchea, corchea, negra

En el Cine Arte Normandié, en plena Alameda, se proyecta el Joker, pero pasa algo extraordinario, la película ocurre afuera del cine. La turba quema todo a su paso, destruye los símbolos del mercado, hay rabia contra los ricos, contra las máquinas, contra la Máquina, contra el sistema. Los ratones no han visto la película, pero saben que si no se rebelan lo que les espera es una muerte lenta. Se están quedando sin agua, porque el presidente y Thomas Wayne (que a veces son la misma persona) se la está vendiendo a la agroindustria y a las transnacionales de extracción minera, a las que le regala el mineral a cambio de propinas. Entretanto, han comenzado las mesas técnicas, estrategia ya conocida, inventada por una señora que estuvo antes en el gobierno diciendo que era socialista: frente a cualquier problema instauraba una mesa técnica, y por arte de magia el problema desaparecía, quedaba en el olvido.

Pero los ratones están aprendiendo a no olvidar, están viendo sufrir a todos los animales, y están entendiendo que el agua va a volver a los ríos cuando luchen juntos, y eso es lo que están haciendo. Tal vez es eso lo que significa el patrón rítmico: cuando se caen las instituciones corruptas, sólo queda la manada; cuando la manada luche junta volverá el agua a los ríos. Y lo repiten insistentemente, para que a nadie se le olvide: negra, negra, corchea, corchea, negra.

Moro Maxwell es Doctor en Letras Modernas por la UNAM

Chile Despertó
El derecho de vivir en paz

Gay Gigante versus Reptiles

Oscar G. Hernández

Una de las teorías de la conspiración divertídisima es la de reptilianos, esos seres que se han infiltrado en nuestro planeta, para controlarnos y esclavizarnos. Esta teoría es de gran ayuda para integrarse en una fiesta cuando no conoces a nadie.

Los reptilianos van desde la reina de Inglaterra, Angelina Jolie, Barak Obama, Zuckerberg y sin duda Chabelo.

Algo que llama la atención sobre estas teorías con reptiles: es la del cerebro reptiliano, una hipótesis noventera que clasifica el cerebro de los humanos en 3, donde el más simple es por supuesto el saurio. En él se encuentran los instintos básicos para la sobrevivencia que pasan por la agresividad, miedo, territorialidad, dominación y los rituales, además de que controla todo lo motriz y lo instintivo.

Lo paradoja en estas 2 teorías es por un lado, lo reptil es muy básico y como por otro lado domina al planeta.

Sorprende de la teoría del cerebro reptiliano el hecho que en muchas escuelas de jurisprudencia la apliquen, para ser utilizada en tribunales. La estrategia es propagar el miedo para despertar el instinto de supervivencia y agresión para sesgar decisionesde ese modo.

Estas observaciones nos llevan a la llamada era de posverdad, que toma resonancia con el triunfo de Donald Trump y su brillante manipulación de masas ignorantes y mermadas. Desde ese momento y hasta ahora el concepto de posverdad genera toneladas de escritos, reflexiones y mesas de discusión.

La  posverdad se desarrolla en varias líneas, una de las principales es la de las emociones; y el jugar con ellas para manipular y cambiar la realidad objetiva o verdadera, por una mentira. Después de eso el desarrollo del pensamiento sobre el neologismo alcanzó niveles donde cada quien elige su realidad; devaluando la importancia de lo verdadero; esto a partir de instintos y emociones como el miedo, el amor, enojo, etc. En resumen, cero reflexión o crítica y mucho menos pensamiento lógico. Actos que darían validez a la teoría del cerebro reptil.

Hace algunos años me encontré con una novela gráfica chilena de gran impacto en Latinoamérica con varias ediciones y records de ventas que mencionaba:

“El mundo está lleno de imbéciles… siempre va a existir gente agresiva e ignorante, incluso gente que tratará de hacerte cosas malas en secreto sólo porque te encuentra “raro” y punto. Pero tú nunca dudes de ti.”

Gay Gigante

El contenido de esta novela se desenvuelve en contra de lo inculto, lo analfabeta, la barbarie y todas esas cosas que nos meten en la posverdad reptil. El argumento principal del libro es una batalla contra el miedo, ese miedo que fácilmente se instala en las masas ya sea para elegir un presidente o para desatar una persecución.

Gay Gigante se convirtió en algo más que un relato gráfico, es un libro crucial para estos tiempos de negación a la verdad.  El chileno Gabriel Ebensperger logra mostrar de manera simple y clara distintos momentos en la vida de una persona que descubre su sexualidad, la cual resulta opuesta a lo que se considera “normal”; En esta historia no hay tragedias ni grandes dramas, sólo el miedo de crecer y encontrarse rodeado  de mentes retrogradas, es una narración que tiene la virtud de ser divertida y que burla a la imbecilidad.

Se es un gay gigante porque algo gigante no se puede esconder, se es gigante porque escapa y enfrenta al miedo, porque al final siempre hay un acto de valor y de verdad que va más lejos.

Este libro se suma al exitoso Fun Home de Alison Bechdel y al tan aclamado Le Bleu est un Couleur Chaude de Julie Maroh y tantos otros que abordan los temas no binarios; con el plus de ser una novela gráfica latinoamericana.

La novela es un llamado a la reflexión, al valor, a la aceptación y al orgullo, es el playlist de un relato honesto que refleja la alegría por la vida. Gay Gigante muestra cómo escapar de las trampas del miedo para no quedar reducido a un simple reptil o dinosaurio en la era de la posverdad y el fake news.

Oscar G. Hernández editor de sección en la Revista Marvin

[email protected]

Irrumpe el bookstagram La Editora

Elizabeth Casasola

En julio de este año inició el blog y bookstagram @laeditoralee. Es un espacio donde fotógrafos internacionales son invitados a postear durante una semana sus fotolibros o libros de arte favoritos o aquellos que utilizan para sus proyectos. Hasta el momento han participado autores mexicanos, españoles, brasileños y rusos, como Manuel Parra, Oskar Alvarado, Joaquín Arteaga, Aldebarán Solares y Xavier Tavera, entre otros.

Esta iniciativa también muestra el trabajo de los mismos participantes y sus actividades en torno a la fotografía. También se postean convocatorias de fotolibros y se muestran algunas bibliotecas y editoriales especializadas en el fotolibro como en caso de Noord que esta semana está haciendo los reviews.

¿Y dónde se puede leer La Editora?

En el blog laeditoralee.tumblr.com podrán encontrar un acceso a google drive donde los distintos participantes han dejado algunos libros en pdf para compartir con el público, con el fin de crear una biblioteca digital. Ya podemos encontrar materiales utilizados en distintos talleres de fotografía que han ido reuniendo los artistas a lo largo de sus estudios, algunos del Centro de la Imagen y del CENART.

Elizabeth Casasola        Artista visual fundadora de La Editora

[email protected]