Oscar G. Hernández
Una de las teorías de la conspiración divertídisima es la de reptilianos, esos seres que se han infiltrado en nuestro planeta, para controlarnos y esclavizarnos. Esta teoría es de gran ayuda para integrarse en una fiesta cuando no conoces a nadie.
Los reptilianos van desde la reina de Inglaterra, Angelina Jolie, Barak Obama, Zuckerberg y sin duda Chabelo.
Algo que llama la atención sobre estas teorías con reptiles: es la del cerebro reptiliano, una hipótesis noventera que clasifica el cerebro de los humanos en 3, donde el más simple es por supuesto el saurio. En él se encuentran los instintos básicos para la sobrevivencia que pasan por la agresividad, miedo, territorialidad, dominación y los rituales, además de que controla todo lo motriz y lo instintivo.
Lo paradoja en estas 2 teorías es por un lado, lo reptil es muy básico y como por otro lado domina al planeta.
Sorprende de la teoría del cerebro reptiliano el hecho que en muchas escuelas de jurisprudencia la apliquen, para ser utilizada en tribunales. La estrategia es propagar el miedo para despertar el instinto de supervivencia y agresión para sesgar decisionesde ese modo.
Estas observaciones nos llevan a la llamada era de posverdad, que toma resonancia con el triunfo de Donald Trump y su brillante manipulación de masas ignorantes y mermadas. Desde ese momento y hasta ahora el concepto de posverdad genera toneladas de escritos, reflexiones y mesas de discusión.
La posverdad se desarrolla en varias líneas, una de las principales es la de las emociones; y el jugar con ellas para manipular y cambiar la realidad objetiva o verdadera, por una mentira. Después de eso el desarrollo del pensamiento sobre el neologismo alcanzó niveles donde cada quien elige su realidad; devaluando la importancia de lo verdadero; esto a partir de instintos y emociones como el miedo, el amor, enojo, etc. En resumen, cero reflexión o crítica y mucho menos pensamiento lógico. Actos que darían validez a la teoría del cerebro reptil.
Hace algunos años me encontré con una novela gráfica chilena de gran impacto en Latinoamérica con varias ediciones y records de ventas que mencionaba:
“El mundo está lleno de imbéciles… siempre va a existir gente agresiva e ignorante, incluso gente que tratará de hacerte cosas malas en secreto sólo porque te encuentra “raro” y punto. Pero tú nunca dudes de ti.”
Gay Gigante
El contenido de esta novela se desenvuelve en contra de lo inculto, lo analfabeta, la barbarie y todas esas cosas que nos meten en la posverdad reptil. El argumento principal del libro es una batalla contra el miedo, ese miedo que fácilmente se instala en las masas ya sea para elegir un presidente o para desatar una persecución.
Gay Gigante se convirtió en algo más que un relato gráfico, es un libro crucial para estos tiempos de negación a la verdad. El chileno Gabriel Ebensperger logra mostrar de manera simple y clara distintos momentos en la vida de una persona que descubre su sexualidad, la cual resulta opuesta a lo que se considera “normal”; En esta historia no hay tragedias ni grandes dramas, sólo el miedo de crecer y encontrarse rodeado de mentes retrogradas, es una narración que tiene la virtud de ser divertida y que burla a la imbecilidad.
Se es un gay gigante porque algo gigante no se puede esconder, se es gigante porque escapa y enfrenta al miedo, porque al final siempre hay un acto de valor y de verdad que va más lejos.
Este libro se suma al exitoso Fun Home de Alison Bechdel y al tan aclamado Le Bleu est un Couleur Chaude de Julie Maroh y tantos otros que abordan los temas no binarios; con el plus de ser una novela gráfica latinoamericana.
La novela es un llamado a la reflexión, al valor, a la aceptación y al orgullo, es el playlist de un relato honesto que refleja la alegría por la vida. Gay Gigante muestra cómo escapar de las trampas del miedo para no quedar reducido a un simple reptil o dinosaurio en la era de la posverdad y el fake news.
Oscar G. Hernández editor de sección en la Revista Marvin