Gobernarnos!

(Al final de lo político tal y como lo conocemos)

Börries Nehe

Desde hace unos días, todxs juntxs y cada quien por sí mismx parecen estar crecientemente alienados. O al revés: un aura irreal rodea al mundo. En cualquier caso, el efecto es el mismo, nos ponemos en el papel de espectadores incrédulos colgados de los liveticker, alternando entre la esperanza humana de que de alguna manera todo mejore, y el deseo mórbido de una sociedad que se está volviendo cada vez más apocalíptica en todas sus expresiones culturales que todo sea aún más extremo, que las imágenes sean aún más impactantes y el lenguaje aún más radical.

Este tiempo tiene algo de kafkeano: en un sentido cómico y oscuro, porque instituciones que están fuera de nuestro alcance toman decisiones sobre nuestras vidas que parecen cada vez menos predecibles y a las cuales estamos completamente sujetxs; y en un sentido trágico, porque ese tiempo conlleva el sabor de una capitulación colectiva e individualista. De esa sensación de estar expuestxs a lo irreal e incontrolable se alimenta un fuerte deseo de ser gobernadxs, de la manera más efectiva posible. Dejar todas las decisiones a lxs expertxs, transferir toda la soberanía a los aparatos de gobierno. El “sueño político de la peste”, como lo llamó Foucault, soñado colectivamente:

“la penetración del reglamento hasta los más finos detalles de la existencia y por intermedio de una jerarquía completa que garantiza el funcionamiento capilar del poder; … la asignación a cada cual de su “verdadero” nombre, de su “verdadero” lugar, de su “verdadero” cuerpo y de la “verdadera” enfermedad”.

MF

Es el fin de la vaguedad, de la indefinición, de la indeterminación. Y el fin de lo político, si lo entendemos como la capacidad social para darnos una forma y configuración.

De tal suerte que Covid-19 se está convirtiendo cada vez más en una experiencia que es a la vez individual e individualizante, y colectiva, social y global. Porque el desapego, el sentimiento de irrealidad no es más que un síntoma de una profunda enajenación, del no-poder-hacer, no-poder-decidir y no-poder-saber nada.

Este sentimiento paralizante de estar sometidos me parece una actualización y continuación lógica del mundo emocional que es característica del capitalismo (post-) neoliberal: un mundo de sufrimiento desbordante y de enfermedades depresivas de rápido crecimiento, un mundo de crisis de opioáceos y un mundo de tentaciones autoritarias, el refugio prometido para un ejército profundamente inseguro. La respuesta de los populistas a esta experiencia colectiva del desfallecimiento es “take back control“; la respuesta en tiempos de Covid-19 es “we take control“.

No es casualidad que la misma sociedad que produjo los Trumps, los Bolsonaros y Modis de este mundo también genere esta respuesta a la actual crisis (aunque estos personajes todavía tienen la deficiencia de ser mortales y erráticos, por lo que no se nos exige disciplina ante ellos, sino ante las instituciones). Por eso no me sorprendió cuando escuché ayer una reseña de la prensa mundial y me di cuenta de un comentario tras otro de que lo que se deseaba era un “liderazgo fuerte”, “mano dura”, el final del laissez-faire y una praxis basada en el buen ejemplo de China.

La movilización de los aparatos y del miedo coinciden con la desmovilización política y, por tanto, de la creatividad social. Al final queda un acto heroico de sumisión voluntaria al poder de la infraestructura, para el bien de la sociedad.

Corona-Calexico, Convict Pool, 2004.

Börries Nehe es latinoamericanista por la UNAM y actualmente coordinador del grupo de investigación sobre autoritarismos y contra-estrategias de la fundación Rosa Luxemburg.

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Nos leemos pronto