Mundo Fungi

Álvaro Rodríguez

Dixit platicó en estos días pandémicos con Robert John Kelly a propósito del universo Fungi y sus posibilidades locales y planetarias. El universo de los hongos es tan amplio y diverso como el animal y el vegetal. El libro de Anna Lowenhaupt Tsing: The Mushroom at the End of the World: On the Possibility of Life in Capitalist Ruins, Princeton, 2015 nos inspiró para platicar sobre las propias investigaciones de Kelly, sus libros y sus intereses entorno al universo fungi en México.

Robert John Kelly inició sus estudios en la carrera de Pedagogía Infantil e Historia en la Universidad de South Florida los cuales abandonó en el 2012 para cultivar hongos y dedicarse al estudio de Micología y Botánica. Fue co-fundador y técnico de laboratorio en Gulf Coast Mushrooms, una empresa que cultiva hongos medicinales y gourmet donde trabajó del 2014 al 2017. Ha dado pláticas, caminatas y talleres sobre hongos y plantas en la Universidad de New College of Florida, Acupunture and Herbal Medicines of St. Petersburg, The Children’s Garden, Tinker Farms y La Botica verde entre otros lugares de Florida, Estados Unidos y en Morelos, México principalmente.

Es autor de Una introducción a la identificación y aplicación de hongos comunes en el sur de Florida, 2017. En 2018 Impartió pláticas semanales en Tepoztlán sobre diferentes temas de hongos como: Etnomicología, cultivo e identificación de hongos. Actualmente escribe un libro sobre los hongos Cordyceps de Morelos. Vive en San Juan Tlacotenco (Tepoztlán), Morelos donde tiene un laboratorio para experimentar con propagación de hongos silvestres y comerciales.

Sigue la emisión de Dixit Radio donde abordamos la economía de estos seres, sus funciones y su estudio.

Álvaro Rodríguez es historiador

[email protected]

No Hay Nadie en Casa

Madeline Ray

Mucho se ha escrito durante esta pandemia sobre el liderazgo tranquilo y tranquilizador del Dr. Hugo López-Gatell, Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud. Sale a la tele (o al Youtube) todos los días a las 19:00, nos mira fijamente, y nos dice qué hacer y qué esperar en el futuro cercano. La situación presenta retos, pero la estamos enfrentando; eso sentimos.

Aquí en Estados Unidos, siento envidia. En nuestro gobierno, las luces están apagadas y no puedes tocar, ni preguntarle a nadie.

No sólo es la comunicación en salud, sino también la administración. En el gabacho, la casi totalidad de los cuidados médicos son atendidos en el sector privado. El sector público de salud consiste en dos programas pequeños, uno para veteranos (Veteran’s Administration), y uno para la población indígena afiliada con alguna tribu (Indian Health Services); juntas las dos agencias atienden apenas a unos 10 millones de personas, 3% de la población. Los demás gringos son atendidos en instituciones privadas, con o sin fines de lucro, financiadas con seguro de salud que puede ser público o privado. La calidad y seguridad de los centros de salud son responsabilidad de cada estado.

En este sistema, no existe un jefe (a), ni director (a) que pueda tomar decisiones para el país. Somos 300 millones de imbéciles regados por 50 estados independientes tomando las decisiones que se nos da la gana.

Tenemos al Doctor Fauci del Instituto Nacional de Salud (National Institute of Health), un viejito con su humor cortante que da sus comentarios y contradice las tonterías del actual presidente. Y tenemos el Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC, Centers for Disease Control and Prevention), protagonista de cada película de zombies de Hollywood, cada vez que se estrena su nueva proyección o recomendación. Pero raras veces se comunican con el público en general, tampoco tienen el poder para regir la atención de salud. El NIH y el CDC son principalmente agencias de investigación, no de administración. Tienen el derecho de opinar, y todos los hospitales y centros de salud en todos los estados, tienen el derecho de hacerles caso o no.

Es anarquía pero no en el sentido utópico de que tenemos autonomía local o juntas directivas para regir nuestra pequeña comunidad, es más bien la falta de liderazgo y la falta de apoyo para entender y responder a una amenaza existencial más grande que nosotros.

Siempre nos encantó el mito del Wild West, ya lo podemos vivir. ¿Cierro mi tiendita para no contagiar a más personas? ¿Me pongo mascarilla? O ¿estos son gestos que sólo sirven para darme la sensación de poder? Si tengo que ir al hospital ¿ellos sabrán qué hacer para atenderme, o estarán improvisando?

No digo que el IMSS y los demás sistemas de salud son monedita de oro. Son instituciones saturadas, muchas veces les hace falta la capacidad para dar buena atención a sus derechohabientes, hay personal mal entrenado, hay desabasto y corrupción. México merece algo mejor. Pero digo que en México se siente que alguien está al pendiente. Las luces, tal vez no de la presidencia, pero de la Secretaría de Salud, están prendidas. Existe una jerarquía en la cual la Secretaria de Salud dice qué hacer, y las instituciones de salud pública se ven obligadas a cumplir. ¡Imagínate qué sería del sector público si tuvieran los recursos para hacer bien su trabajo!

Si vamos a ser gobernados, lo ideal sería que haya un sistema en el cual, las personas especializadas tomen las decisiones para el bienestar de la población, y que los funcionarios desempeñen su labor sin distracciones, ni interrupciones.

Siento una soledad y una tristeza. Imagino si en mi país tuviéramos un gobierno que buscara lo mejor para nosotros, que comunicara con nosotros, y que hubiera un sistema de salud que pudiera tomar acciones de manera unida y coordinada. Estamos viviendo la anarquía neoliberal. No tenemos el poder de regirnos a nosotros mismos, tampoco tenemos quien nos cuide o piense con nosotros. Debemos despertar de ésta ruinosa orfandad. No hay nadie en casa.

Madeline Ray es antropóloga de la salud y trabajadora social. Estudia sistemas de salud y cultura en Estados Unidos y México. Pasa la cuarentena en Chicago, Illinois.

[email protected]

Anonimato

Álvaro Rodríguez

He aprovechado estos días para ver con mis hijas la saga de las Guerras de las Galaxias, además con la noticia de que existe un universo paralelo del otro lado de nuestra galaxia con más razón he sentido que mis hijas me han obligado a regresar a una cierta época en la que vi imágenes cyborg que me formaron desde el cine. Los personajes como los cascos y las máscaras de los personajes de Star Wars no conjugaban para los años ochenta una cierta anticipación en su estética y en los respiradores que ahora los memes se han encargado de reactivar en el imaginario colectivo.

Hace unos años había escrito un artículo sobre máscaras apoyándome en la antropología de las máscaras de Claude Levi Straus y sus funciones sociales, ese texto me sirvió para relativizar y valorar lo que se había hecho con los cubrebocas durante la pandemia H1N1; máscaras personalizadas, nahualizadas, llenas de humor y colores.

En esta pandemia del covid-19 no he sentido que las ganas sean de ironizar masivamente con un virus lo suficientemente agresivo y letal para bromear con las mascarillas. He visto makers customizar y hacer sus propios diseños de máscaras covid-stars wars con impresoras 3D. Esa posibilidad es mínima cuando hemos presenciado una carestía mundial por hacerse de un equipo digno para la autoprotección y para enfrentar en la primera línea de contención del coronavirus. Los primeros memes eran sobre seres salidos de la película de Blade Runner o el bar de Jabba de Hutt emplasticados y cubiertos con las más siniestras e inimaginables protuberancias faciales hechas de cualquier material posible. Esto fue cambiando en la medida que el virus nos fue mostrando su lógica de contagio y transmisión. Los debates políticos enardecidos en muchos países por la falta de mascarillas, un cierto monopolio de estos enseres y su ultrafabricación express en medio de la parálisis económica y de producción textil. El anonimato que otorga no sólo el cubrebocas en todas sus modalidades de efectividad y protección:

“la N95 en un 95 % de efectividad, la máscara quirúrgica en un 95 %, la FFP1 en un 95%, el cubrebocas de carbón activado en un 10%, las máscaras de tela y esponja en un 0%”

En fin, el delirio inmunitario que se persigue con toda clase de diseños, materiales y efectos estéticos, seguido de lo que las autoridades ya han alertado acerca de sus malos e ineficientes usos.

Con todas las ventajas y desventajas, el anonimato sigue siendo interesante, según el tipo de máscara otorga una cierta identidad de consumidor, contenedor del virus o propagador, pero establece un anonimato horizontal que puede ser contradictorio para efectos de la identidad y la identificación personal. El problema es para los cuerpos de la seguridad como para los propios ciudadanos en todos los rincones del mundo. Al menos las máscaras que produjo el artista visual Zach Blas para su pieza Facial Weaponization suite mask (2011) intentaba establecer un artefacto antiidentificatorio contra los dispositivos de identificación basados en inteligencia artificial. Sus máscaras prometían un barrido de rasgos que fundaban el anonimato y sugerían un régimen de libertades faciales.

En algunos países es obligatorio el uso de máscaras cubrebocas al entrar a bancos o establecimientos, es más, los ejecutivos de los bancos y las cajeras las usan independientemente que te identifiques con una ID, el aspecto de interacción es el anonimato. La policía en ciertos países y dependiendo del plan de confinamiento usa los cubrebocas como una práctica ya instalada de abuso de autoridad para no ser identificados como perpetradores de violencia policial. Quizá el espacio que ha sido consagrado para no usar máscaras han sido las reuniones por zoom y metting. Pero en lo que concierne al estricto uso de protección y medida de no contagio es la calle. De manera que aquellas personas que se preguntaban por los embozados y embozadas, por los zapatistas y enmascarados, por los forajidos y los bandidos, han tenido que adoptar una lógica de anonimato similar para salvar vidas y salvar sus vidas.

Además de los trabajadores de transporte y obras, el personal obrero que ha estado en la primera línea del abasto de la ciudad, otros actores que han estado presentes en los puntos rojos de contagio han sido los equipos médicos y los fotoperiodistas.

Recuerdan al “vato del dron”, Sergio Arau de quienes fueron duramente criticados sus imágenes de la marcha del 8M, pues este fotógrafo ha sido uno de estos singulares agentes de la información que ha retratado los rostros anónimos que diariamente han estado luchando en el frente contra el covid-19. En una estética de ciencia ficción, Aheida Bautista una mujer especialista en gastroenterología es retratada por Arau para dar cuenta del trabajo y el reconocimiento del personal del Centro Médico S.XXI que como una Mandalorian enfrenta con una fuerza paralela al lado oscuro del virus.

Álvaro Rodríguez es historiador

[email protected]

  • Photo: Christopher O'Leary
  • Niveles de protección de mascarillas
  • Foto: Sergio Arau
  • Comentarios

Guerra viral

Álvaro Rodríguez

Probablemente la tercera guerra mundial se había anunciado con el evento más extenuante en el viejo régimen audiovisual, la iteración de la catástrofe urbana que golpeó a la ciudad de Nueva York el 11 de septiembre de 2001 fundó una dinámica de miedos y estrategias defensivas contra atentados nunca antes vistos.

Después del anuncio de Trump hace unos días sobre la prohibición de llegadas aéreas comerciales provenientes de Europa a los Estados Unidos, se declaró voluntariamente el inicio de la primera guerra viral-global. Zhao Lijian portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China llamó a sus pares

“a actuar de manera transparente, a hacer públicos sus datos de infección por covid19 y dar una explicación”

The Independent

no sólo de sus propias medidas”si no de la manera sospechosa de haber inducido el virus de manera intencional como una estrategia militar, como mil bombas atómicas vertidas desde un tubo de ensayo.

También Giorgio Agamben en la invención de una epidemia reflexionaba hace unos días sobre los estados de excepción que están ejecutando diversas naciones del globo, pero también atisba un fascismo desconmensurado, una sutíl manera de regresar a los manifestantes a sus casas, matarlos súbitamente del pánico y miedo, hacerles ver que se expondrán a nubes tóxicas de virus y tsunamis de bacterias indestructibles, desmoronar algo que sí es un privilegio en los países poscoloniales: el confort de sus sistemas de salud, el privilegio de ser atendido ante el menor síntoma. Jean Luc Nancy para tranquilizar esta ansiosa postura intelectual, le confirma en excepción viral a su amigo Agamben la vulnerabilidad de las poblaciones, la crisis de los hospitales, constata la fragilidad humana. No escatima la potencia de la epidemia y con ello también acentúa las responsabilidades geopolíticas que están imperando en este preludio de guerra bacteriológica, de espías y cultivos bacteriológicos.

¿Qué sorpresas nos tendrá el corona? ¿Se vengará de los privilegiados, de los excedidos, de los que han prolongado su edad en la política, en el jet set del enriquecimiento y en las cenas de corte a la Luis XIV? Ya lo veremos en los dichos de anticipación de los colapsólogos.

Álvaro Rodríguez es historiador

[email protected]

Gobernarnos!

(Al final de lo político tal y como lo conocemos)

Börries Nehe

Desde hace unos días, todxs juntxs y cada quien por sí mismx parecen estar crecientemente alienados. O al revés: un aura irreal rodea al mundo. En cualquier caso, el efecto es el mismo, nos ponemos en el papel de espectadores incrédulos colgados de los liveticker, alternando entre la esperanza humana de que de alguna manera todo mejore, y el deseo mórbido de una sociedad que se está volviendo cada vez más apocalíptica en todas sus expresiones culturales que todo sea aún más extremo, que las imágenes sean aún más impactantes y el lenguaje aún más radical.

Este tiempo tiene algo de kafkeano: en un sentido cómico y oscuro, porque instituciones que están fuera de nuestro alcance toman decisiones sobre nuestras vidas que parecen cada vez menos predecibles y a las cuales estamos completamente sujetxs; y en un sentido trágico, porque ese tiempo conlleva el sabor de una capitulación colectiva e individualista. De esa sensación de estar expuestxs a lo irreal e incontrolable se alimenta un fuerte deseo de ser gobernadxs, de la manera más efectiva posible. Dejar todas las decisiones a lxs expertxs, transferir toda la soberanía a los aparatos de gobierno. El “sueño político de la peste”, como lo llamó Foucault, soñado colectivamente:

“la penetración del reglamento hasta los más finos detalles de la existencia y por intermedio de una jerarquía completa que garantiza el funcionamiento capilar del poder; … la asignación a cada cual de su “verdadero” nombre, de su “verdadero” lugar, de su “verdadero” cuerpo y de la “verdadera” enfermedad”.

MF

Es el fin de la vaguedad, de la indefinición, de la indeterminación. Y el fin de lo político, si lo entendemos como la capacidad social para darnos una forma y configuración.

De tal suerte que Covid-19 se está convirtiendo cada vez más en una experiencia que es a la vez individual e individualizante, y colectiva, social y global. Porque el desapego, el sentimiento de irrealidad no es más que un síntoma de una profunda enajenación, del no-poder-hacer, no-poder-decidir y no-poder-saber nada.

Este sentimiento paralizante de estar sometidos me parece una actualización y continuación lógica del mundo emocional que es característica del capitalismo (post-) neoliberal: un mundo de sufrimiento desbordante y de enfermedades depresivas de rápido crecimiento, un mundo de crisis de opioáceos y un mundo de tentaciones autoritarias, el refugio prometido para un ejército profundamente inseguro. La respuesta de los populistas a esta experiencia colectiva del desfallecimiento es “take back control“; la respuesta en tiempos de Covid-19 es “we take control“.

No es casualidad que la misma sociedad que produjo los Trumps, los Bolsonaros y Modis de este mundo también genere esta respuesta a la actual crisis (aunque estos personajes todavía tienen la deficiencia de ser mortales y erráticos, por lo que no se nos exige disciplina ante ellos, sino ante las instituciones). Por eso no me sorprendió cuando escuché ayer una reseña de la prensa mundial y me di cuenta de un comentario tras otro de que lo que se deseaba era un “liderazgo fuerte”, “mano dura”, el final del laissez-faire y una praxis basada en el buen ejemplo de China.

La movilización de los aparatos y del miedo coinciden con la desmovilización política y, por tanto, de la creatividad social. Al final queda un acto heroico de sumisión voluntaria al poder de la infraestructura, para el bien de la sociedad.

Corona-Calexico, Convict Pool, 2004.

Börries Nehe es latinoamericanista por la UNAM y actualmente coordinador del grupo de investigación sobre autoritarismos y contra-estrategias de la fundación Rosa Luxemburg.

[email protected]

Historia de la Misoginia, Capítulo Uno

Álvaro Rodríguez

En el mundo de los objetos y las prótesis, los artefactos de anticoncepción tienen su historia genealógica situados en los instrumentos del castigo y la tortura, en las herramientas de la decisión y de la muerte. Quizá estas últimas las de la muerte extendidas y mucho más asistidas por una cierta mirada médica masculina que durante mucho tiempo controló y dominó los espacios de anticoncepción no siempre desde los lugares más asépticos y apropiados. Algunos otros espacios creados por mujeres que procuraron la atención inmediata en casos de urgencia y peligro. Estos espacios casi siempre clandestinos fueron perseguidos y destruidos desde mucho tiempo atrás. Las técnicas rudimentarias para atender un parto no deseado o un método anticonceptivo costo la muerte de muchísimas mujeres en camillas y sillas de exploración.

La muestra A History of Misogyny, Chapter One: On Abortion, and the repercussions of lack of acces que se presenta actualmente en el Centro de la Imagen fue presentada en 2016 en los encuentros de Arles y obtuvo el Premio de la Photo Madame Figaro-Arles y la beca Fotopress. El Fotolibro On Abortion cuidado por Dewi Lewis fue acreedor del Premio al mejor libro Aperture Paris-Photo y ha sido nominado al Deutsche Börse Award.

On Abortion muestra la primera parte de un trabajo más amplio sobre la Historia de la Misoginia una investigación visual de la artista multidisciplinaria barcelonés Laia Abril. On Abortion problematiza las condiciones históricas de precariedad con las que el aborto ha sido practicado. Los peligros inherentes a prácticas en extremo tortuosas y sumamente peligrosas que acompañan la muerte de 47, 000 mujeres cada año según esta documentación. Varillas, espinas vegetales y animales, astillas y palos, ganchos y perchas, pinzas y substancias, tubos y cordones forman parte de los instrumentos ilegales para realizar abortos. Fórceps y espéculos son algunos de los instrumentos que aún subyacen de la brutalidad obstétrica y simbolizan los objetos de invasión y perforación corporal que pueden contraer infecciones y la muerte. Los testimonios visuales y los relatos que recoge Laia Abril en esta investigación transportan al espectador por el profundo mundo de la intervención abortiva. Una silla de exploración se muestra en medio de una sala, lo que permite rodearla y situarse en el centro de estos espacios ambiguos de esperanza y dolor, de degradación y resilencia corporal. Laia Abril trabaja actualmente en dos proyectos:

Chapter two: On Rape, galardonado con el Visionary Award de Tim Hetherington Trust y que se exhibirá en Les Filles du Calvaire en 2020; y el Genesis Chapter: On Mass Hysteria, nominado al Prix Elysée”.

Fotocolectania

On Abortion. A History of Misogyny – Chapter One: ON ABORTION, and the repercussions of lack of access es una exposición cuidada y coordinada por Andrea Celda para el Centro de la Imagen que hace del Festival FotoMéxico un recorrido de enormes dimensiones reflexivas en estos tiempos de reacción falocéntrica patrialcal. On Abortion, pone en el centro de la discusión, la violencia psicológica y corporal que implica un tratamiento precario en los cuerpos de quienes han procurado su práxis.

Álvaro Rodríguez es historiador

[email protected]

Textos en español de A History of Misogyny, Chapter One: On Abortion, Laia Abril.

On Abortion. A History of Misogyny – Chapter One: ON ABORTION, and the repercussions of lack of access , Centro de la Imagen, 2019.

La estética profunda de los rostros

Álvaro Rodríguez

Existen algunos temas que pueden ser instrumentalizados como el de la salud mental. Algunas instituciones que se dedican a tratarla y desde los programas públicos atenderla suelen explotar sus consecuencias invisibles. El trabajo de Jorge Mejía sorprendió en estos días al ser inaugurado un proyecto fotográfico que viene de atrás, desde 2009 cuando Paseo en el limbo surge en una de las tantas visitas a un albergue para personas con discapacidad psicosocial. Paseo en el limbo fue recibida en el MAF y aunque han habido legendarias muestras como la Castañeda en este museo, es muy interesante que el proyecto de Jorge Mejía tenga difusión en el Centro de la Ciudad de México, sobre todo para sensibilizar a funcionarios y agentes públicos los primeros que deberían estar atentos a estas problemáticas que cada vez son más amplias.

Aunque los trabajos sobre hospitales psiquiátricos, albergues y casas de refugio o bien de encierro suelen estar binariamente tratados, por un lado quienes se agencian de la violencia y la brutalidad médica de estos espacios es para entregarlos al sensacionalismo o a la literatura, o también están quienes en una labor de visibilización logran meter la problemática en la agenda del gobierno o bien instrumentalizan de alguna manera la situación de degradación humana para llamar a las buenas conciencias a sentar compromisos de los organismos que sólo voltean cuando un tema como la salud mental se sale de los cauces del control y revientan en la emergencia social. Cualquiera de ambas posturas pecan de romanticismos que deben ser desmitificados. El trabajo de Jorge Mejía pensamos es es unos de esos impulsos que buscan visibilizar la problemática sin quitarle el drama que persigue la vida y muerte de las personas de estos centros. Sin embargo, el trabajo más sobresaliente de Mejía es estético, la fuerza de sus imágenes y en esto coincidimos con su propósito, es

“mostrar su lado humano fuera de la perspectiva médica”

sus series muestran la fuerza de las personas mismas, el poder de sus rostros, los ademanes de orfandad, pero también los gestos de lucidez y cadencia humana, que logran fijar en las imágenes de los retratados, los tonos más lúgubres, pero también lo punzante de la elocuencia frente a la condición médica y socialmente normativa.

Jorge Mejía intenta entonces rebasar no sólo los estereotipos con los que son generalmente tildadas estas poblaciones, sino logra, los que ya muchos filósofos entre ellos Foucault y Huberman han sentenciado sobre la locura, el abandono y la enfermedad, una suerte de elocuencia permanente frente a la condición obtusa de los discursos del orden.

Álvaro Rodríguez es historiador

[email protected]

Foto: Jorge Mejía
  • Galería I
  • Galería II

Paseo por el limbo

Emilio Fuentes

Hablar de la manicomización y la locura resulta complejo, comenzando por la definición que han dado diferentes organismos e instituciones que la han definido  como discapacidad psicosocial, como es el caso de la organización Voz Pro Salud Mental que la define como:

 “la inhabilidad de poder interactuar con la sociedad de forma aceptable culturalmente, careciendo de habilidades para interactuar con otros de forma eficiente y congruente

Por consiguiente, aquella persona que sea diagnosticada con estas características deberá seguir un tratamiento en alguna institución psiquiátrica, (antes manicomio) que actualmente sigue reproduciendo estigmas que impiden el acceso a una vida digna, pues a través del disciplinamiento corporal se pretende que los usuarios se rehabiliten, resultado de un ejercicio que los despoja de su voz y sus derechos. Y pese a tener una Organización Mundial de la Salud es que se refiere a la sociedad y al entorno urbano como a las “limitaciones” que impiden tener una vida digna a este grupo, refiriéndose al modelo social de la discapacidad, la situación de estas personas no ha cambiado en años.

El ejemplo más claro es la obra de Jorge Mejía, quien a través de Paseo por el Limbo nos presenta una investigación realizada desde el año 2009, que a modo de denuncia,

“muestra fotográficamente la cotidianidad de diferentes personas al interior de instituciones psiquiátricas en la Ciudad de México”.

La inauguración de Paseo por el Limbo se llevará a cabo el jueves 14 de noviembre a las 18:30 horas en el Museo Archivo de la Fotografía. El trabajo de Mejía nos invita a reflexionar acerca de este tema poco abordado en recintos fotográficos, pero sobre todo,

“muestra  la situación de un sin número de personas que han pasado y siguen en estos espacios de encierro”

Una exposición que valdrá la pena ver, en la medida en la que el museo sea un verdadero espacio de visibilización de proyectos así de relevantes.

Finalmente comparto una Carta a los directores de asilos de locos, escrita en 1925, por Antonine Artaud.

Emilio Fuentes es antropólogo por la ENAH y miembro del Colectivo La Lata

[email protected]

Justicia y soberanía alimentaria

Este lunes 28 de octubre en el Museo de las Culturas del Mundo, moneda se Inauguró el Congreso Internacional de Justicia y Soberanía Alimentaria en las Américas Desigualdades, agricultura y alimentación con un programa muy amplio sobre las problemáticas que se siguen de los sistemas y cadenas de producción locales y globales del 28 al 31 de octubre en la Ciudad de México.

El congreso JySALA será un espacio de reflexión para entender los procesos que obstaculizan o fomentan el acceso de toda la población a una agricultura y alimentación de calidad. Mediante conferencias, grupos de trabajo, mesas redondas, exposiciones culturales, presentación de libros, se debatirá desde una perspectiva trans-americana a nivel teórico y político, estudios de caso.

Se escucharán más de 50 exposiciones y se presentarán más de 50 pósters, repartidos en 6 grupos de trabajo :

  • los recursos : la tierra,el agua, la agrodiversidad, las tecnologías agrícolas ;
  • el empleo, del trabajo de la producción a la transformación en las industrias agroalimentarias ;
  • la comercialización, las redes a distintas escalas ;
  • la accesibilidad y las desigualdades de acceso territorial a la alimentación ;
  • el patrimonio y las identidades ;
  • el cuerpo, de la salud de los individuos hasta la salud de los territorios.

Tres mesas redondas darán un espacio para la síntesis :

  • la ética y las metodologías ;
  • las políticas públicas ;
  • las problemáticas medioambientales.

Los días se abrirán con conferencias cotidianas, dadas por expertos internacionales sobre : la soberanía alimentaria y el derecho para la alimentación (lunes 28), los actores de la gobernanza alimentaria (martes 29), la agricultura y la alimentación en situaciones de violencia (miércoles 30). 19 países están representados, del norte al sur de las Américas y del resto del mundo : Canadá, Estados Unidos, México, Costa Rica, Nicaragua, Cuba, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Argentina, Brasil, Francia, España, Inglaterra, Bélgica, China, Egipto.

Lugares y fechas

28-31 de octubre
Lunes 28 de octubre – 16h – Museo de las culturas del mundo
Martes 29 y miércoles 30 de octubre – 9h-15h – UNAM, Instituto de Investigaciones Económicas
Jueves 31 de octubre – 9h-18h – Museo de las culturas del mundo

Comité de organización

Dra. Delphine Prunier, investigadora-docente, Universidad Nacional Autónoma de México
Dra. Ayari Pasquier, investigadora-docente, Coordinación Universitaria para la Sustentabilidad, Universidad Nacional Autónoma de México
Mtra. Dulce Espinosa, docente, Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
Dra. Julie Le Gall, investigadora, CNRS UMR 3337 – Centre d’études mexicaines et centro-américaines (CEMCA), Université de Lyon, École urbaine de Lyon

Apoyo institucionales

IIS-UNAM
PUEC-UNAM
Embajada de Francia en México
Fundación Heinrich Böll
UAM
CIRAD

Provecho

Paolo Marinaro

¡Provecho! Geografías de explotación y lucha en la cadena agroalimentaria

Con el objetivo de mostrar las dinámicas de explotación laboral y las estrategias de resistencia y solidaridad de las trabajadoras y trabajadores de la industria de la producción y distribución alimenticia, se inaugura la exposición temporal ¡Provecho! Geografías de explotación y lucha en la cadena agroalimentaria, el próximo lunes 28 de octubre a las 19:30 h en el Museo Nacional de las Culturas del Mundo (MNCM).

La muestra reúne la obra fotográfica y conceptual de diez artistas, colectivos, activistas y académicos de México, Argentina, Brasil, Italia, y EUA, que siguen la ruta de la producción y circulación de alimentos entre México, Estados Unidos y Canadá: desde el campo, los mercados de distribución, los restaurantes, los hogares, los supermercados, hasta la recolección y procesamiento de basura; centrándose en las experiencias de quienes se emplean en estos circuitos.

Las obras invitan a reflexionar sobre las condiciones precarias de trabajo: sueldos bajos, jornadas extensas, hostigamiento laboral y sexual, falta de prestaciones de ley y seguridad social; que se perpetúan por las relaciones desiguales entre México y los países del norte, así como por la situación migrante de las y los empleados, que muchas veces no cuentan con documentos, lo cual es considerado por las empresas como un pretexto para no garantizar sus derechos.

La exhibición señala que la firma del Tratado de Libre Comercio, agudizó la desigualdad entre las trasnacionales y los trabajadores, quienes en la escena global se encuentran en circunstancias vulnerables, de “esclavitud moderna” y manipulación. En este sentido Carole Condé y Karl Beveridge se centran en la transitoriedad y vulnerabilidad de migrantes jornaleros en Ontario, Canadá; Fred Lonidier en la precarización de las condiciones de vida en la pizca de fresas en el Valle de San Quintín, Baja California; y Javier Dragustinovis, en la sensación de la pérdida de origen en el proceso migratorio.

Además de mostrar estas condiciones de explotación, se visibilizan las luchas de resistencia tales como huelgas, creación de sindicatos independientes y redes de solidaridad trasnacional y entre pares. Por su parte, David Bacon, se enfoca en los empacadores guatemaltecos en Nebraska y en la organización de una huelga en Walmart en San Leandro, California; Sol Aramendi en las historias de resiliencia de trabajadoras del hogar, pertenecientes a la organización Adhikaar de Queens, Nueva York; Caterina Morbiato, Stefano Morrone y el colectivo Ni un Repartidor Menos, en las estrategias de protección de repartidoras y repartidores de alimentos de empresas como UberEATS, en la Ciudad de México.

Organizada por Chamba Collective, con el apoyo de la Fundación Heinrich Böll Stiftung, el Programa de Estudios sobre la Ciudad de la UNAM, la Escuela Urbana de Lyon, la Universidad de Lyon, el Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos (CEMCA) y el Museo Nacional de las Culturas del Mundo, la exposición forma parte de las actividades del Congreso Justicia y Soberanía Alimentaria en las Américas, desigualdades, alimentación y agricultura, espacio de reflexión en torno a la marginación y precarización de las y los agricultores.

La exposición ¡Provecho! Geografías de explotación y lucha en la cadena agroalimentaria permanecerá en exhibición hasta enero de 2020 en el Museo Nacional de las Culturas del Mundo, ubicado en la calle Moneda 13, Centro Histórico de la Ciudad de México.

Paolo Marinaro es miebro de Chamba Collective

[email protected]

https://chambacollective.com

https://www.facebook.com/chambacollective