Anonimato

Álvaro Rodríguez

He aprovechado estos días para ver con mis hijas la saga de las Guerras de las Galaxias, además con la noticia de que existe un universo paralelo del otro lado de nuestra galaxia con más razón he sentido que mis hijas me han obligado a regresar a una cierta época en la que vi imágenes cyborg que me formaron desde el cine. Los personajes como los cascos y las máscaras de los personajes de Star Wars no conjugaban para los años ochenta una cierta anticipación en su estética y en los respiradores que ahora los memes se han encargado de reactivar en el imaginario colectivo.

Hace unos años había escrito un artículo sobre máscaras apoyándome en la antropología de las máscaras de Claude Levi Straus y sus funciones sociales, ese texto me sirvió para relativizar y valorar lo que se había hecho con los cubrebocas durante la pandemia H1N1; máscaras personalizadas, nahualizadas, llenas de humor y colores.

En esta pandemia del covid-19 no he sentido que las ganas sean de ironizar masivamente con un virus lo suficientemente agresivo y letal para bromear con las mascarillas. He visto makers customizar y hacer sus propios diseños de máscaras covid-stars wars con impresoras 3D. Esa posibilidad es mínima cuando hemos presenciado una carestía mundial por hacerse de un equipo digno para la autoprotección y para enfrentar en la primera línea de contención del coronavirus. Los primeros memes eran sobre seres salidos de la película de Blade Runner o el bar de Jabba de Hutt emplasticados y cubiertos con las más siniestras e inimaginables protuberancias faciales hechas de cualquier material posible. Esto fue cambiando en la medida que el virus nos fue mostrando su lógica de contagio y transmisión. Los debates políticos enardecidos en muchos países por la falta de mascarillas, un cierto monopolio de estos enseres y su ultrafabricación express en medio de la parálisis económica y de producción textil. El anonimato que otorga no sólo el cubrebocas en todas sus modalidades de efectividad y protección:

“la N95 en un 95 % de efectividad, la máscara quirúrgica en un 95 %, la FFP1 en un 95%, el cubrebocas de carbón activado en un 10%, las máscaras de tela y esponja en un 0%”

En fin, el delirio inmunitario que se persigue con toda clase de diseños, materiales y efectos estéticos, seguido de lo que las autoridades ya han alertado acerca de sus malos e ineficientes usos.

Con todas las ventajas y desventajas, el anonimato sigue siendo interesante, según el tipo de máscara otorga una cierta identidad de consumidor, contenedor del virus o propagador, pero establece un anonimato horizontal que puede ser contradictorio para efectos de la identidad y la identificación personal. El problema es para los cuerpos de la seguridad como para los propios ciudadanos en todos los rincones del mundo. Al menos las máscaras que produjo el artista visual Zach Blas para su pieza Facial Weaponization suite mask (2011) intentaba establecer un artefacto antiidentificatorio contra los dispositivos de identificación basados en inteligencia artificial. Sus máscaras prometían un barrido de rasgos que fundaban el anonimato y sugerían un régimen de libertades faciales.

En algunos países es obligatorio el uso de máscaras cubrebocas al entrar a bancos o establecimientos, es más, los ejecutivos de los bancos y las cajeras las usan independientemente que te identifiques con una ID, el aspecto de interacción es el anonimato. La policía en ciertos países y dependiendo del plan de confinamiento usa los cubrebocas como una práctica ya instalada de abuso de autoridad para no ser identificados como perpetradores de violencia policial. Quizá el espacio que ha sido consagrado para no usar máscaras han sido las reuniones por zoom y metting. Pero en lo que concierne al estricto uso de protección y medida de no contagio es la calle. De manera que aquellas personas que se preguntaban por los embozados y embozadas, por los zapatistas y enmascarados, por los forajidos y los bandidos, han tenido que adoptar una lógica de anonimato similar para salvar vidas y salvar sus vidas.

Además de los trabajadores de transporte y obras, el personal obrero que ha estado en la primera línea del abasto de la ciudad, otros actores que han estado presentes en los puntos rojos de contagio han sido los equipos médicos y los fotoperiodistas.

Recuerdan al “vato del dron”, Sergio Arau de quienes fueron duramente criticados sus imágenes de la marcha del 8M, pues este fotógrafo ha sido uno de estos singulares agentes de la información que ha retratado los rostros anónimos que diariamente han estado luchando en el frente contra el covid-19. En una estética de ciencia ficción, Aheida Bautista una mujer especialista en gastroenterología es retratada por Arau para dar cuenta del trabajo y el reconocimiento del personal del Centro Médico S.XXI que como una Mandalorian enfrenta con una fuerza paralela al lado oscuro del virus.

Álvaro Rodríguez es historiador

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  • Photo: Christopher O'Leary
  • Niveles de protección de mascarillas
  • Foto: Sergio Arau
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Imágenes del silencio

Álvaro Rodríguez

Imágenes del silencio: 196 abrazos contra el olvido es una muestra de 196 retratos de personas que abrazan a sus seres queridos desaparecidos durante la última dictadura uruguaya. Este proyecto fotográfico de Anabella Balduvino, Elena Boffetta, Ricardo Gómez, Federico Panizza y Pablo Porciúncula auspiciado por el Centro de Fotografia de Montevideo, el Museo de la Memoria entre otras organizaciones establecen un diálogo semántico con la fotografía de desaparecidos en un formato de fotografía de identificación. La frontalización es la modalidad en la que proceden los servicios fotográficos de identificación y antropometría en el mundo.

Si bien los retratos no son de cuerpo completo, el retrato se ocupa de registrar frontalmente a los familiares vivos con la peculiaridad de subrayar un gesto de suma potencia: el abrazo al retrato del desaparecido. Los retratados abrazan a sus familiares desaparecidos y establecen un vínculo indiscutible en un acto de contrafichaje, un anti-mugshot que además de presentar la dignidad individual presentan las manos que se aferran al retrato del ser querido desaparecido. En otrorora las manos, algunos accesorios y la vestimenta eran índices de incriminación de clase u oficio, aquí son elementos de contención de la memoria. Otra particularidad de la muestra es su formato público, pues ha sido montada en la plaza Cagancha de Montevideo produciendo un memorial público de los desaparecidos y el reclamo a la ignominiosa desaparición del terrorismo de Estado.

En el marco de la conmemoración de la vigésima quinta marcha del Silencio en Uruguay Imágenes del silencio interviene el espacio público con esta muestra que demanda la verdad y la justicia para la ciudadanía uruguaya. Para saber más de “Imágenes del Silencio: 196 abrazos contra el olvido” pueden visitar el sitio del Centro de Fotografía de Montevideo CdF.

Álvaro Rodríguez es historiador

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  • Foto: Ricardo Antúnez / CdF
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Negativo 2B

Álvaro Rodríguez

Ya el ácido va envolviendo al negativo, estas placas inefables del amor superfluo, de la necesidad de casta, de la oficialidad identitaria, de la presentación frontal en el estudio con el mismo telón de fondo, del vidrio enmarcado para revelar a los deteriorados individuos del negativo 2B del Stars Archive (Studies in Tamil Studio Archives & Society). La impronta de la corrosión es la simbiosis entre el recuerdo y el olvido, no es todavía amnesia u obliteración visual, es un residuo intermedio de la imagen trastocada, es un estado interseccional, abstracto y contiguo de la indefinición corporal de una imagen resucitada en el revelado.

La fotografía en la India es tan extensa que no se puede reducir a un sólo archivo. Las colecciones fotográficas en Tamil Nadu en la India cumplieron una función social y comercial con implicaciones en la representación. La historia de los Nilgiris ha sido rescatada y preservada por un proyecto del gobierno francés y la British Library. El Instituto Francais Pondichery (IFP) y la Asociación Stars que restituyen a la historia de la fotografía en Tamil Nadu la imagen de los Nilgiris.

Los periodos en el que los investigadores de Stars han centrado su conservación y la digitalización con técnicas modernas va del periodo de 1870 a 1970. A finales del siglo XIX es un periodo donde además se estabilizó globalmente los métodos del retrato de identidad y la fotografía de identificación gracias a Alphonse Bertillon en París. Esta transferencia técnica pudo haber tenido su eco en las técnicas británicas del retrato de identidad.

Todo proyecto de conservación se debe ocupar de centenares de negativos, fotografías en placa de vidrio y positivos forman parte del fondo visual de Tamil Studio Archives & Society. A través de estas fotografías se da cuenta de la herencia cultural del vestido, de los gestos, las apariencias y los linajes de una pueblo tan diverso como el hindú. Algunos patrocinadores de este proyecto son la Fundación de Ciencias del Patrimonio (FSP), el Centro de Estudios de la India y Asia del Sur (CEIAS) y Exposure. Para saber más de este proyecto puedes visitar su sitio o sus redes sociales.

Álvaro Rodríguez es historiador

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STARS ARCHIVE
Negativo 2B

stars archive

La filosofía de la plaga

Lorena Souyris Oportot

Interesante análisis del panorama epidérmico de Alain Badiou, cabria hablar de una suerte de “filosofía de la plaga” y buscar e interrogar en el virus mismo, su germen. Me acojo a la idea de Badiou respecto a la sobre-información que rodea, enreda y perturba por, muchas veces, lo inadecuado a la situación. Tal como sostiene en el cuarto párrafo y que lo ejemplifica en el párrafo 25 a propósito de las “redes sociales”; como también cuando hace alusión a la relación entre “economía y política” y su “orden social”.

También adhiero sobremanera a su formula “Yo primero” como regla de oro de la ideología contemporánea para hacer frente a esta peste global, la verdad es que lo que esta predominado cotidianamente, con el pánico mundial, es la exhibición de este “Yo primero” intentando abastecerse de todo y contra todos. Sin embargo, cuando se trata de “definir el problema” partiendo de un punto de articulación entre, palabras de Badiou, “determinaciones naturales y sociales”, cuyo “punto de origen” es el “empuje natural del virus que transita a la especie humana” (párrafos 10/11), me hizo recordar a Hobbes y su clásico “Leviatán”, sobre todo el libro XIV en el cual, él expone el ejercicio del derecho natural hacia el “pacto” social; dicho de otra manera, el tránsito de lo animal a lo humano mediado por dicho “pacto”. Y recalco “pacto” pues no es lo mismo que una “convención” que está ligada a un “contrato”.

Al mismo tiempo, me recordó a Rousseau y su clásico “Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres” cuya tesis (de modo muy general) es que la naturaleza esta sometida al derecho y a la ley moral. Esto, apoyado de la crítica que establece Rousseau a la idea de “perfectibilidad” como facultad, en el paso a lo social, de la razón y lo expresado en el origen de las lenguas. Me complica mantener este dualismo Naturaleza/Sociedad (tal y como lo habían afirmado ya estos dos grandes de la filosofía política moderna) como “determinaciones”!! sobre todo el hecho de que en dicho dualismo, Badiou, inscriba y determine ambas categorías (valga la redundancia) como “determinaciones”.

En mi opinión, es manifestar el “encierro” a que nos está llevando esta peste global en su máxima expresión, es decir, estamos “determinados” y, por tanto fijados y sin “salida” entre lo “natural” y lo “social”. Aún no tengo una “respuesta” a la “salida” de este binarismo.. pero siempre me he cuestionado el por qué mantenerse en los binarismos y de todo orden.

Finalmente, no concuerdo para nada con la formulación sobre “la verdad verificable de la ciencia” como dispositivo para “creer” y ver la “solución” del virus, en circunstancias que la ciencia opera, más aún en estos tiempos, como ideología de control genético. Pero, sí me sumo a la propuesta de buscar, y creo que habría que escudriñar en el germen del virus mismo, una nueva política basada en las experiencias localizadas, bueno hay que darle mas vueltas al asunto.

Lorena Souyris Oportot

Doctora en Filosofía por la Universitè de Paris 8. Investigadora agregada en LEGS (Laboratoire des études de genre et de sexualité) Universite Paris 8, Universite Paris Nanterre / CNRS.

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Una maleta para el fin del mundo

Elizabeth Casasola

Muchos años atrás vi tus fotografías, había sido como si la luz cortara y rápidamente apareciera una cicatrización sobre todo mi cuerpo. La primera vez que te vi a ti, fue aun peor; me descolocaste, tu voz ahora causaba una herida en mis oídos. Tocaste cada pliegue de esas heridas… Seguimos intentado pensar que todo es normal, que la violencia, las manifestaciones, los gritos son comunes. Ya no duele nada. Incluso disfruto de las heridas que me estás causando.

Esa mañana hacía bastante frío, mi madre me había heredado hace muchos años, un abrigo de chinchilla, que extraño es pensarme envuelta en el cuerpo de muchos animales. La gente caminaba entre viajes naves industriales, buscando qué hacer, a veces solo platicar, otros como yo, buscaban ocultarse. Cada semana había un par de proyecciones en una de esas naves que aún olían a sangre del antiguo matadero y mercado de ganado que ahí había estado. Ni todo el cloro había alejado esos olores, la oscuridad de las naves era perfecta. Ahí estaba yo sentada entre las pieles viendo la proyección de un increíble paisaje del mar, la brisa del verano, la gente lo miraba tan lejano, apenas recuerdo la última vez que estuve en el mar. Apenas recuerdo la sensación de la arena. Apesta a sangre pero intento disfrutar de esta ensoñación del mar. Estoy sola en la nave ¿en qué momento Chris Marker se hizo real? 

Me gustaba esconderme en las salas de proyecciones aquellos días, ahí se guardaba todo lo que había sido el mundo. Una enorme filmoteca que lo contenía todo, solo deseaba que en mi retina se grabara la historia del arte, la historia de las imágenes. Ahí había imágenes de otras realidades. Ahí estaba la historia que podía ser contada, la mía estaba en silencio. La mía se guardaba, igual que tú te escondes detrás de la pequeña línea de tu boca. Esto se trata de amor, siempre se trata de amor. Sobre la imposibilidad de verbalizarlo por temor. La historia.

Te encontraba algunos días a la semana, siempre había gente con nosotros, sentía que me estorbaban, otras parecían espectadores de nuestras conversaciones, no interrumpían nuestras palabras, yo disfrutaba verte con apenas un poco de luz, como todo siempre ocurre entre tinieblas. A veces apenas podía dibujar la línea de tu rostro o tus manos, pero tú voz ahí estaba. Cuando la voz de alguien se siente con delicadeza, fuerza, dulzura, potencia, como un suspiro… quería abrazar ese suspiro para llenarme el alma. Pronto acababa todo y nos dispersábamos entre la noche, cogía un camino subterráneo rumbo a la casa. Es que no hay historia que contar, no había sucedido nada en particular, solo repentinamente empezó una explosión de energía tan hermosa que me hace quererte. Te quería porque mi espíritu me impulsaba hacia ti, por esa dulzura. 

Una mañana, de esas pocas donde aparecía el sol, quedamos de vernos. Pocas de esas antiguas naves industriales eran blancas como aquella, había un tragaluz en el centro y el sol era distinto ese día. Me senté en el piso bajo el rayo de luz y vi tus pinturas, vi esos paisajes que recordaban mi hogar. Recordaba las noches caminando en casa. Recordaba tanto y mis heridas se hacían cada vez más grandes pero tú no lo sabías, permanecía callada. Estaba tan en mi, hasta que la forma en la que estabas de pie, seco, tímido, más abstraído que yo me llamo la atención. Toda la luz que había ahí se fue. Eras la luciérnaga más tenue, la más silenciosa, tal vez la más ingenua. 

Empezaron los rumores de que había grandes aislamientos de personas, la comunicación se había cortado, una enfermedad empezaba a vagar por lo que sobraba de mucho, apenas semanas atrás nos habíamos librado de un nuevo estallido de guerra. Estaba yo tan lejos de mi verdadero hogar, más allá del océano. El único lugar húmedo cerca ahora entre mis piernas cada vez que él hablaba sobre las estrellas. Me estaba ahogando entre tanta humedad, en ese océano que él abría con sus palabras. 

Por unos días, mi palabra favorita era discrepar, siempre me la decía antes de darme la oportunidad de comentar algo. Me encantaba agregar cosas y decirle que era un poco tímido a las formas del arte. Esos encuentros siempre cortaban de manera tajante el ritmo de mi vida. Incluso me hacían olvidar el frío, el ambiente seco, el mundo muriendo. 

Una noche me fui sintiendo el calor de su boca en mis mejillas. Un par de besos de despedida cambiaron de forma. Sentía como si aún respirara en mi rostro, pero yo había huido. Siempre tengo ese impulso de correr. Lo que duró un segundo se convierte en mi recuerdo favorito. Ponerme de puntitas para intentar alcanzar su rostro, una vez, otra vez. No podía, sentía solo deseo. Nunca había experimentado tanto deseo por alguien, solo ver sus manos en el aire, como se mueves, lo sutil que era, la fuerza que tiene, quería respirar a tu ritmo, pero era insensato pedirlo. Huía para no volcarme sobre él, porque sobraba en su vida. 

Fue irresponsable de mi parte acercarme así, por lo que yo sentí entonces, pero a los pocos días, era casi ilegal tocar a alguien. Los contagios, la enfermad extraña había llegado. Cuando había llegado a este lugar, por muchos meses no sabía cómo era un saludo ni mucho menos un abrazo. Tarde un tiempo en hacer amistades y aunque tenía pocas, eran realmente hermosas, estábamos cercanas a pesar de las prohibiciones. Teníamos esa necesidad de cariño aún cuando eso nos costara la vida. Se había declarado una pandemia. 

Supe de otra sala de proyección, otro viejo lugar lúgubre, pero con una arquitectura distinta. La sala era tan grande, pero me senté lo bastante cerca y a mitad de la fila. Yo seguía abrazada a mi abrigo, pasaban el autorretrato de diciembre jlg/jlg y el libro de las imágenes. La vida se montaba cada vez como la esas múltiples explosiones de las que va Godard. Tantos ecos, tanto balbuceo. Veo las manos de JLG pasar las páginas de los libros y pienso en tus manos, tus brazos. Vuelvo a deslizarme por la noche una vez más, empiezo a disfrutar este extraño errar, voy por mi amiga para ocultarnos en otra proyección. Reímos y conseguimos un poco de alcohol. Dormimos pronto. 

Las personas parecían vivir encapsuladas ahora entre trajes que fomentaban alejarse, nos distanciaban, enormes campos de concentración de enfermos, si, otra vez. Estoy más cerca de esta pantalla lisa, de esta ansia de comunicarme con nadie. El scroll es una nueva caricia en las redes, donde puedes tocar a todo el mundo con reacciones. Ahí en ese scroll, encontré el cuerpo desollado, sin órganos, un hueco, como una vasija se tornaba el sobrante del cuerpo de quien había sido una mujer y había matado su pareja. La noticia venía de mi hogar, de tan lejos, un feminicidio más. El dolor estuvo conmigo durante varios días. 

Al par de semanas muchas mujeres en el mundo salieron a protestar con gritos, pintas, quemas. Las hogueras ardían hace tiempo en el corazón y las restricciones de estar cerca de alguien más no fueron escuchadas. Salimos con vehemencia en lo que sobraba de mundo, con lo que nos sobraba de fuerza. Para la noche siguiente muchos gobiernos parecían iniciar un toque de queda, se empezaron a paralizar incluso los trabajos, mi escondite en las proyecciones y todo aquello se paró.

Ese fue el último día que nos encontramos, pero ya no podía mirarle, no podía dirigirle la palabra. No era capaz de escribir, estaba llena de furia, de algún modo todo se volvió insoportable repentinamente. Siempre soy demasiado sensible. Ni siquiera era por saber que estabas casado, ni tus hijos. Eso hace siempre lo supe. Yo había dejado de hablar y el ruido de los otros ocupaba mi espacio, pero ni él ni yo lo soportábamos, que extrañeza cuando le dijo a alguien, ¿tu otra vez? A quien pedía hablar, jamás me había hecho eso a mi, ese día me pidió mi voz un par de veces pero nunca se la di, solo salía cuando a mi también me aturdía el ruido pero era para mi, no para él. 

Había descubierto tu oscuridad y tu luz, sentía que había podido llegar a lo más obsceno de ti sin siquiera tocarte. Tenía que huir. Tenía que escapar. Había un reloj de agua contando el tiempo. Las fronteras se estaban casi completamente cerradas.  

Una amiga me acompaño a hacer la maleta, y a pocas cosas les pongo nombre, pero se llamó la maleta para el fin del mundo. Estaba llena de la teoría general de la basura. Una pequeña maleta azul que cuidaría hasta llegar a la siguiente pared que estaba del otro lado del mar. Me fui como Walter Benjamin. Una noche escribiéndote un recado para decirte adiós.

Elizabeth Casasola  es artista visual y fundadora de La Editora

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Maleta
1 de agosto de 2015

Guerra viral

Álvaro Rodríguez

Probablemente la tercera guerra mundial se había anunciado con el evento más extenuante en el viejo régimen audiovisual, la iteración de la catástrofe urbana que golpeó a la ciudad de Nueva York el 11 de septiembre de 2001 fundó una dinámica de miedos y estrategias defensivas contra atentados nunca antes vistos.

Después del anuncio de Trump hace unos días sobre la prohibición de llegadas aéreas comerciales provenientes de Europa a los Estados Unidos, se declaró voluntariamente el inicio de la primera guerra viral-global. Zhao Lijian portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China llamó a sus pares

“a actuar de manera transparente, a hacer públicos sus datos de infección por covid19 y dar una explicación”

The Independent

no sólo de sus propias medidas”si no de la manera sospechosa de haber inducido el virus de manera intencional como una estrategia militar, como mil bombas atómicas vertidas desde un tubo de ensayo.

También Giorgio Agamben en la invención de una epidemia reflexionaba hace unos días sobre los estados de excepción que están ejecutando diversas naciones del globo, pero también atisba un fascismo desconmensurado, una sutíl manera de regresar a los manifestantes a sus casas, matarlos súbitamente del pánico y miedo, hacerles ver que se expondrán a nubes tóxicas de virus y tsunamis de bacterias indestructibles, desmoronar algo que sí es un privilegio en los países poscoloniales: el confort de sus sistemas de salud, el privilegio de ser atendido ante el menor síntoma. Jean Luc Nancy para tranquilizar esta ansiosa postura intelectual, le confirma en excepción viral a su amigo Agamben la vulnerabilidad de las poblaciones, la crisis de los hospitales, constata la fragilidad humana. No escatima la potencia de la epidemia y con ello también acentúa las responsabilidades geopolíticas que están imperando en este preludio de guerra bacteriológica, de espías y cultivos bacteriológicos.

¿Qué sorpresas nos tendrá el corona? ¿Se vengará de los privilegiados, de los excedidos, de los que han prolongado su edad en la política, en el jet set del enriquecimiento y en las cenas de corte a la Luis XIV? Ya lo veremos en los dichos de anticipación de los colapsólogos.

Álvaro Rodríguez es historiador

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Gobernarnos!

(Al final de lo político tal y como lo conocemos)

Börries Nehe

Desde hace unos días, todxs juntxs y cada quien por sí mismx parecen estar crecientemente alienados. O al revés: un aura irreal rodea al mundo. En cualquier caso, el efecto es el mismo, nos ponemos en el papel de espectadores incrédulos colgados de los liveticker, alternando entre la esperanza humana de que de alguna manera todo mejore, y el deseo mórbido de una sociedad que se está volviendo cada vez más apocalíptica en todas sus expresiones culturales que todo sea aún más extremo, que las imágenes sean aún más impactantes y el lenguaje aún más radical.

Este tiempo tiene algo de kafkeano: en un sentido cómico y oscuro, porque instituciones que están fuera de nuestro alcance toman decisiones sobre nuestras vidas que parecen cada vez menos predecibles y a las cuales estamos completamente sujetxs; y en un sentido trágico, porque ese tiempo conlleva el sabor de una capitulación colectiva e individualista. De esa sensación de estar expuestxs a lo irreal e incontrolable se alimenta un fuerte deseo de ser gobernadxs, de la manera más efectiva posible. Dejar todas las decisiones a lxs expertxs, transferir toda la soberanía a los aparatos de gobierno. El “sueño político de la peste”, como lo llamó Foucault, soñado colectivamente:

“la penetración del reglamento hasta los más finos detalles de la existencia y por intermedio de una jerarquía completa que garantiza el funcionamiento capilar del poder; … la asignación a cada cual de su “verdadero” nombre, de su “verdadero” lugar, de su “verdadero” cuerpo y de la “verdadera” enfermedad”.

MF

Es el fin de la vaguedad, de la indefinición, de la indeterminación. Y el fin de lo político, si lo entendemos como la capacidad social para darnos una forma y configuración.

De tal suerte que Covid-19 se está convirtiendo cada vez más en una experiencia que es a la vez individual e individualizante, y colectiva, social y global. Porque el desapego, el sentimiento de irrealidad no es más que un síntoma de una profunda enajenación, del no-poder-hacer, no-poder-decidir y no-poder-saber nada.

Este sentimiento paralizante de estar sometidos me parece una actualización y continuación lógica del mundo emocional que es característica del capitalismo (post-) neoliberal: un mundo de sufrimiento desbordante y de enfermedades depresivas de rápido crecimiento, un mundo de crisis de opioáceos y un mundo de tentaciones autoritarias, el refugio prometido para un ejército profundamente inseguro. La respuesta de los populistas a esta experiencia colectiva del desfallecimiento es “take back control“; la respuesta en tiempos de Covid-19 es “we take control“.

No es casualidad que la misma sociedad que produjo los Trumps, los Bolsonaros y Modis de este mundo también genere esta respuesta a la actual crisis (aunque estos personajes todavía tienen la deficiencia de ser mortales y erráticos, por lo que no se nos exige disciplina ante ellos, sino ante las instituciones). Por eso no me sorprendió cuando escuché ayer una reseña de la prensa mundial y me di cuenta de un comentario tras otro de que lo que se deseaba era un “liderazgo fuerte”, “mano dura”, el final del laissez-faire y una praxis basada en el buen ejemplo de China.

La movilización de los aparatos y del miedo coinciden con la desmovilización política y, por tanto, de la creatividad social. Al final queda un acto heroico de sumisión voluntaria al poder de la infraestructura, para el bien de la sociedad.

Corona-Calexico, Convict Pool, 2004.

Börries Nehe es latinoamericanista por la UNAM y actualmente coordinador del grupo de investigación sobre autoritarismos y contra-estrategias de la fundación Rosa Luxemburg.

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La Cuarta emisión de Dixit Radio

En esta cuarta emisión Carlos Jager, Ericktool y Álvaro Rodríguez hacemos un balance del 2019 y platicamos de ciertas anticipaciones, preocupaciones, pero también algunas nostalgias de lo que fue este 2019. Síganos hablamos de la Cuarta Transgénero, de la Zapatilla y de otras delicias que nos dejó el año viejo.

Zona Tropical

Álvaro Rodríguez

19 grados, a veces 21 y cuando empieza a mermar la humedad y de regreso de unos sorbetes en la Pola de Santa Lucía, el Centro de Artes Visuales de Mérida nos da la bienvenida con una fachada de época, una pared descarapelada con sus herrerías oxidadas y sus maderas infranqueables, un piso de granito a cuadros que define la entrada hacia unas arcadas que delimitan el patio central, un lugar de una delicia lumínica y de calma chicha.

Es una fortuna tener a Rosa Arteaga curadora de Zona Tropical como guía de una muestra representativa de la actividad artística y fotográfica de toda la Península. Y no sólo de Mérida, también de Quintana Roo y Campeche, los fotógrafos y artistas visuales que participan de Zona Tropical,

“son una mirada sensible y atenta de la temperatura fotográfica de la zona”.

Los friches de Oso Sánchez son el ejemplo de como se puede producir desde la fascinación, desde la imaginación, la intervención inimaginable del paisaje. Su obra un igloo, una guarida poliédrica ahí abandonada en medio de un arroyo tropical, unas esculturas fantásticas deslocalizadas en los desiertos yucatecos o una figuras carcomidas por la humedad se reiteran en su serie fotográfica que además de coloridas son en extremo poéticas. Zona Rosa, el políptico de Alexa Torre nos golpea con esa liminalidad entre lo cursi y lo erótico del rosa, un paroxismo de coloración que tiñe los objetos cotidianos en un catálogo de sublimininalidades que estallan lo femenino en un ejercicio de reconceptualización y uso del género. Una mezcla también de personas de una trayectoria incontestable como la de Eduardo Arco y sus platas sobre gelatina que evocan el tiempo y las inscriben en otros linderos de la poesis visual. La mirada diversa y los puntos de vista sobre el campo y la visión del desarrollo agrícola de Robin Canul, también los retratos mágicos y espirituales de los pueblos originarios de Yucatán en papel algodón de Pedro Tec, el ensayo crítico de Anel Suaste en Fuji Instax, Veneno letal para el sistema, una intervención manual sobre el interior y el exterior del retrato, las obliteraciones de la imagen, los ácidos sobre el rostro sugieren la violencia con la que el medio puede aproximarse a fenómenos tan evidentes como la agresión física o la desaparición misma. Las escenas de tejidos imaginarios ya conocidas de Lizette Abraham que resultan de una delicia palatable para la mirada o bien, la reflexión sobre la fragilidad de la vida y la celebración catártica de la muerte en la serie A dónde vamos de Cuauhtémoc Moreno, son tan sólo algunos ejemplos de lo que en esta temporada podrán encontrar en el Centro de Artes Visuales de Mérida.

Visiten el CAV podrán darse un postre escópico y después degustar en el manjar blanco una triada de salbutes y platillos de la región que no les dejará una sola duda de que vivir el centro de Mérida va más allá de su estatus temperamental y gastronómico, sino de la gestión ejemplar y la digestión cultural.

Álvaro Rodríguez es historiador

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El bailarín como insurgente

Álvaro Rodríguez

Esta semana asistí con la especialista del performance Latino-canadiense Nuria Carton de Grammont Lara a ver la exposición Elements of Vogue, Un caso de estudio de performance radical en el Museo Universitario del Chopo. Fue una cita inesperada con el espacio expositivo en donde en su interior nos aguardaba una instalación enorme del artista Rashaad Newsome una suerte de espacio donde se celebrarán balls de voguin para iniciados y un primer loop Tongues United de Marlon T. Rigg nos recibía con un manifiesto gay de los años ochenta sobre la emancipación del cuerpo, un “hito de la representación masculina afrodiaspórica”. La historia del ballroom indisociable al arte afroamericano corre desde los años del jazz de los treinta y hasta las manifestaciones de las panteras negras en los 60s, transformándose en los años 70s, 80s y 90s y seduciéndonos con piezas de la escena perfomance desde David Hammons, los grabados de Glenn Ligon, a las representaciones subversivas de las Zapanteras de Emory Douglas, tres retratos de Marsha P. Johnson en polaroids de Andy Warhol y unas máscaras de Willie Cole hechas con zapatillas de voguing. Este recorrido es una revisión de una historia política de:

“los cuerpos criminalizados, racializados, medicalizados y castigados una y otra vez”.

Elements of Vogue, Un caso de estudio de performance radical

Pero al fin, visibilizados y reafirmados por la escena voguing, ahora internacional. Espacios atravesados por una incontable serie de elementos de las clases populares que giran la retórica de “la moda de los ricos” para hacerla suya y transformarla en un lenguaje cuyas frases se enuncian desde la tragedia, el cuerpo y el arte queer.

Elements of Vogue investiga cómo las minorías utilizan sus cuerpos para inventar formas disidentes de belleza, subjetividad y deseo”.

Elements of Vogue, Un caso de estudio de performance radical

La pieza del poeta Benji Hart, Dancer as Insurgent, 2017, fue un performance realizado ese año para la exposición Elements of Vogue en el CA2M en Madrid curada por Sabel Gavaldón y Manuel Segade y actualmente exhibiéndose en el Museo Universitario del Chopo. Este trabajo es importante para entender los elementos del performance radical y está dividido en varias pausas donde describe los elementos del Vogue, ahí se describen muy puntualmente las influencias y sus orígenes; expone la manifestación en el espacio, sus deudas y sus retroalimentaciones con otras culturas urbanas como el hip hop, sus formas de expresión y resistencia, sus posicionamientos públicos y políticos, sus formas enunciativas desde la memoria y el cuerpo, sus identidades, encarnaciones, apelativos y finalmente las doctrinas que figuran en un movimiento complejo de pose, postura y expresión en la batalla del baile. Así mismo se detiene en los procesos mentales de un bailarín, y sella con sus tesis. Aquí cifro algunas partes de su texto, recomendando seguir la cadencia de su poesía desde el performance:

Elementos estéticos del vogue

1. Confluencia en el espacio en el locking, el tutting, el lofting, términos que emergen de las escenas del Brodway, de las calles del Blooklyn, el funk, el house, el waacking, el b-boying, el uprok, el toprock

2. Puntos de adaptación, las películas de kung fu moving, donde podemos percibir la importancia de Carl Douglas, gimnasia, jeroglíficos, el ballet, la revista Vogue de la que se tomaron las poses y de donde el movimiento tomó su nombre, de las pasarelas de moda…

3. Formas afines de la batalla estética, el duelo de insultos (reading), las tradiciones afrocaribeñas: rumba, bomba, son, mambo, plena, salsa, mangulina, el stepping; los círculos de freestyle en el hip hop, el círculo “el punto focal de la energía”…

4. Lugares de origen, memoria geográfica colectiva, en las cárceles los convictos durante la Navidad se realizan concursos de belleza con plumas, la zona de los muelles, donde se pasean las reinas de los muelles, los jóvenes queer que se confrontan con los gays ricos de Lower East Side, las travestis negras que hacen sus propios concursos en el Harlem llamados “bailes” en “Central Park; Sally’s; Escuelita”…

5. Queers estetas, di sus nombres y nombrate a ti mismo…

6. Apelativos comunes: marica, chapero, gogo, destrozahogares, marica chistoso, en la burla; bakla, baing, pato, pájaro, invertido, buchota, pendejito, joto, maricón, masisi, chichi, batty bwoy, bujarra, sarasa, zorra, negra…

7. Doctrinas radicales: el baile como etnografía, la improvisación como baluarte contra el estancamiento; la forma como historia corporizada, memoria física; la batalla estética como compromiso metafórico con una lucha; el conocimiento como proceso y no como producto; el cuerpo queer como fuente del movimiento revolucionario, el baile urbano como arte de guerrilla, el recurso a la feminidad como resistencia ante lo patriarcal, la difusión cultural como desafío a la mercantilización, el movimiento físico como epítome de la práxis, el bailarín como insurgente…]

Procesos mentales de un bailarín

[…dirige tu mirada hacia el frente, entrega el baile como una ofrenda, se puede jugar con la simetría y la asimetría del cuerpo, el cuerpo es como un plano, afila tus cuchillos, el poder se puede entrenar, piensa en el fraseo físico como si fuese literal, olvidar la diferencia entre bailar y moverse, dejar que la música dirija tu movimiento, “cuenta una historia con las manos” Javier Ninja, deja que se revelen nuevas formas de moverse en tu cuerpo, imita y luego crea, crea algo a partir de la nada, refina tu oficio antes de ponerlo a prueba, los b-boys y beboppers y otros grandes artistas de la improvisación te preceden. Convierte el cuerpo en algo más que el lugar de deseo de otra persona, se fiero, se trata de localizar tu elemento propio y encarnarlo a toda costa, reivindica la belleza en el horror, evita repetir frases, romper el ciclo es radical, deja que las tareas diarias sean baile y has del baile una tarea diaria, lucha por existir como un ser completo, debes saber que los muertos caminan siempre contigo…

Somos unos desviados y ahí radica nuestro poder, el baile es memoria despertado en la batalla.

Al reelaborar el vocabulario del cuerpo queer y convertirlo en una fuente de poder personal y practicado, el vogue transforma el movimiento diario, en el cultivo clandestino de la energía revolucionaria, permitiendo a los que bailan hallar la fuerza en los espacios de debilidad y esperanza en lugar de desesperanza…]

Elements of Vogue, Un caso de estudio de performance radical estará hasta el 8 de marzo de 2020 en el Museo Universitario del Chopo.

Álvaro Rodríguez es historiador

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Gerard H. Gaskin, New York Awards Ball , Harlem, N.Y, 2005

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