Nota marciana

Jaime Bernardo Díaz

Es raro, en todos los días que llevo documentando las protestas, hoy es la primera vez que veo un par de molotov aparecer en escena. Al llegar a casa prendo la tele, pongo el noticiero. El informativo gira en torno a este caso y otro donde dos policías al bajar de sus motos fueron agredidos por manifestantes. Ahora el victimario aparece como la víctima.

Apago la tele y me meto a las redes. Veo dos videos de personas atropelladas por vehículos policiales, otro chavo más con daño ocular por culpa de los perdigones.
Todo eso sumado a lo que observé en el transcurso de la tarde.

A pasos del lugar de la foto, unas horas más tarde del hecho antes descrito, un carabinero le disparó a una chica en los pies una vez que estaba tendida en el piso y sin posibilidad de correr. Vi muchos heridos por balas de goma, a la policía rociando indiscriminadamente a los transeúntes con aerosoles irritantes. Una gran cantidad de bombas lacrimógenas, muchos carros lanza agua y lanza gases arremetiendo contra l@s manifestantes. Excesiva violencia de Estado, como es la tónica de los días precedentes. Pero lo que más vi, y me sigue sorprendiendo, es la solidaridad y dignidad de un pueblo que no se rinde.

Sin embargo me preocupa que esto pueda ser otro montaje, para construir a ese “enemigo poderoso” al que se refería Piñera cuando le declaró la guerra al pueblo chileno, y se utilice mediáticamente para justificar el discurso que criminaliza la protesta social. ¿Qué piensan ustedes?

Jaime Bernardo Díaz es licenciado en etnología por la Escuela Nacional de Antropología e Historia, estudiante del Magister en Cine Documental de la Universidad de Chile.

[email protected]

Justicia y soberanía alimentaria

Este lunes 28 de octubre en el Museo de las Culturas del Mundo, moneda se Inauguró el Congreso Internacional de Justicia y Soberanía Alimentaria en las Américas Desigualdades, agricultura y alimentación con un programa muy amplio sobre las problemáticas que se siguen de los sistemas y cadenas de producción locales y globales del 28 al 31 de octubre en la Ciudad de México.

El congreso JySALA será un espacio de reflexión para entender los procesos que obstaculizan o fomentan el acceso de toda la población a una agricultura y alimentación de calidad. Mediante conferencias, grupos de trabajo, mesas redondas, exposiciones culturales, presentación de libros, se debatirá desde una perspectiva trans-americana a nivel teórico y político, estudios de caso.

Se escucharán más de 50 exposiciones y se presentarán más de 50 pósters, repartidos en 6 grupos de trabajo :

  • los recursos : la tierra,el agua, la agrodiversidad, las tecnologías agrícolas ;
  • el empleo, del trabajo de la producción a la transformación en las industrias agroalimentarias ;
  • la comercialización, las redes a distintas escalas ;
  • la accesibilidad y las desigualdades de acceso territorial a la alimentación ;
  • el patrimonio y las identidades ;
  • el cuerpo, de la salud de los individuos hasta la salud de los territorios.

Tres mesas redondas darán un espacio para la síntesis :

  • la ética y las metodologías ;
  • las políticas públicas ;
  • las problemáticas medioambientales.

Los días se abrirán con conferencias cotidianas, dadas por expertos internacionales sobre : la soberanía alimentaria y el derecho para la alimentación (lunes 28), los actores de la gobernanza alimentaria (martes 29), la agricultura y la alimentación en situaciones de violencia (miércoles 30). 19 países están representados, del norte al sur de las Américas y del resto del mundo : Canadá, Estados Unidos, México, Costa Rica, Nicaragua, Cuba, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Argentina, Brasil, Francia, España, Inglaterra, Bélgica, China, Egipto.

Lugares y fechas

28-31 de octubre
Lunes 28 de octubre – 16h – Museo de las culturas del mundo
Martes 29 y miércoles 30 de octubre – 9h-15h – UNAM, Instituto de Investigaciones Económicas
Jueves 31 de octubre – 9h-18h – Museo de las culturas del mundo

Comité de organización

Dra. Delphine Prunier, investigadora-docente, Universidad Nacional Autónoma de México
Dra. Ayari Pasquier, investigadora-docente, Coordinación Universitaria para la Sustentabilidad, Universidad Nacional Autónoma de México
Mtra. Dulce Espinosa, docente, Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
Dra. Julie Le Gall, investigadora, CNRS UMR 3337 – Centre d’études mexicaines et centro-américaines (CEMCA), Université de Lyon, École urbaine de Lyon

Apoyo institucionales

IIS-UNAM
PUEC-UNAM
Embajada de Francia en México
Fundación Heinrich Böll
UAM
CIRAD

Provecho

Paolo Marinaro

¡Provecho! Geografías de explotación y lucha en la cadena agroalimentaria

Con el objetivo de mostrar las dinámicas de explotación laboral y las estrategias de resistencia y solidaridad de las trabajadoras y trabajadores de la industria de la producción y distribución alimenticia, se inaugura la exposición temporal ¡Provecho! Geografías de explotación y lucha en la cadena agroalimentaria, el próximo lunes 28 de octubre a las 19:30 h en el Museo Nacional de las Culturas del Mundo (MNCM).

La muestra reúne la obra fotográfica y conceptual de diez artistas, colectivos, activistas y académicos de México, Argentina, Brasil, Italia, y EUA, que siguen la ruta de la producción y circulación de alimentos entre México, Estados Unidos y Canadá: desde el campo, los mercados de distribución, los restaurantes, los hogares, los supermercados, hasta la recolección y procesamiento de basura; centrándose en las experiencias de quienes se emplean en estos circuitos.

Las obras invitan a reflexionar sobre las condiciones precarias de trabajo: sueldos bajos, jornadas extensas, hostigamiento laboral y sexual, falta de prestaciones de ley y seguridad social; que se perpetúan por las relaciones desiguales entre México y los países del norte, así como por la situación migrante de las y los empleados, que muchas veces no cuentan con documentos, lo cual es considerado por las empresas como un pretexto para no garantizar sus derechos.

La exhibición señala que la firma del Tratado de Libre Comercio, agudizó la desigualdad entre las trasnacionales y los trabajadores, quienes en la escena global se encuentran en circunstancias vulnerables, de “esclavitud moderna” y manipulación. En este sentido Carole Condé y Karl Beveridge se centran en la transitoriedad y vulnerabilidad de migrantes jornaleros en Ontario, Canadá; Fred Lonidier en la precarización de las condiciones de vida en la pizca de fresas en el Valle de San Quintín, Baja California; y Javier Dragustinovis, en la sensación de la pérdida de origen en el proceso migratorio.

Además de mostrar estas condiciones de explotación, se visibilizan las luchas de resistencia tales como huelgas, creación de sindicatos independientes y redes de solidaridad trasnacional y entre pares. Por su parte, David Bacon, se enfoca en los empacadores guatemaltecos en Nebraska y en la organización de una huelga en Walmart en San Leandro, California; Sol Aramendi en las historias de resiliencia de trabajadoras del hogar, pertenecientes a la organización Adhikaar de Queens, Nueva York; Caterina Morbiato, Stefano Morrone y el colectivo Ni un Repartidor Menos, en las estrategias de protección de repartidoras y repartidores de alimentos de empresas como UberEATS, en la Ciudad de México.

Organizada por Chamba Collective, con el apoyo de la Fundación Heinrich Böll Stiftung, el Programa de Estudios sobre la Ciudad de la UNAM, la Escuela Urbana de Lyon, la Universidad de Lyon, el Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos (CEMCA) y el Museo Nacional de las Culturas del Mundo, la exposición forma parte de las actividades del Congreso Justicia y Soberanía Alimentaria en las Américas, desigualdades, alimentación y agricultura, espacio de reflexión en torno a la marginación y precarización de las y los agricultores.

La exposición ¡Provecho! Geografías de explotación y lucha en la cadena agroalimentaria permanecerá en exhibición hasta enero de 2020 en el Museo Nacional de las Culturas del Mundo, ubicado en la calle Moneda 13, Centro Histórico de la Ciudad de México.

Paolo Marinaro es miebro de Chamba Collective

[email protected]

https://chambacollective.com

https://www.facebook.com/chambacollective

Disposición final

Simon Schatzberg

Todos los días en la Ciudad de México, un ejército de más de 10 mil trabajadores salen a las calles a recolectar los residuos de la vida urbana. En un proceso complejo, los barrenderos, choferes y voluntarios extraen de las 12 mil 998 toneladas de desechos generados diariamente unas últimas gotas de valor antes de que sean relegados a sus lugares de descanso final.

En el Mercado de la Merced, el centro de comercio informal más grande de la zona central de la Ciudad de México, un equipo de sólo tres empleados del gobierno se encarga de recibir y manejar las cerca de 20 toneladas diarias de desechos generados en el mercado. El área de desechos es una esquina relativamente tranquila de la Merced, mayormente transitada por los empleados, las docenas de barrenderos que pasan a tirar basura, y un constante flujo de personas que vienen a colectar las abundantes cantidades de verduras que todavía sirven. A igual que los que vienen a comprar en la Merced, viajan desde todas partes de la zona metropolitana a cavar en las montañas de desechos orgánicos en búsqueda de pequeños tesoros. Una señora que viajó desde Vallejo ha encontrado una bolsa grande de habas, de las cuales la mayoría pueden ser comestibles. Sentada en un costado de la zona de basura para ordenar las habas, pide que no salga su cara en ninguna foto:

“porque su esposo se enojaría si se diera cuenta del origen de la sopa que va a cenar esta noche”

Los empleados cuentan con el apoyo de un equipo más grande de “voluntarios,” que les ayudan a colectar reciclables de los desechos inorgánicos. Tanto los empleados como los voluntarios cuentan con ojos expertos para detectar cualquier cosa — botellas de plástico, latas de aluminio, cartón — que puede ser vendida. Para los empleados con contrato, la venta de reciclables es un agregado al sueldo de 3 mil pesos mensuales que reciben del gobierno de la ciudad. Para los voluntarios, representa su principal fuente de ingreso.

Disposición final, 2019. Fotografía: Stefano Morrone.

La basura que sale de la Merced llega a la estación de transferencia de Venustiano Carranza, una de las 12 estaciones de transferencia en la ciudad, donde los desechos se someten a otros procesos de clasificación y extracción de valor antes de llegar a su próximo destino. En el caso de los desechos orgánicos, su destino es una de las siete plantas de composta que se encuentran dentro de los límites de la capital; en el caso de los desechos inorgánicos, su destino es uno de los cinco rellenos sanitarios en los estados de México y Morelos, o, en el lenguaje burocrático del Estado: los sitios de disposición final.

Después de haber pasado por todos los filtros de revaloración, son sólo 7,862 toneladas diarias de desechos las que llegan a ser sepultados en los sitios de disposición final. De alguna manera, el sistema de manejo de desechos de la Ciudad sí funciona — previniendo la llegada de casi el 30% de los desechos a los rellenos. Pero su funcionamiento depende de brigadas de personas en pobreza extrema, personas con disposición de pasar horas buscando botellas de plástico para poderlas vender en 5 pesos el kilo.

Simon Schatzberg* es periodista en el Mexico News Daily

[email protected]

Stefano Morrone* es fotógrafo freelance

[email protected]

* Actualmente el trabajo de Simon Schatzberg y Stefano Morrone se presenta en la exposición: Provecho, geografías de explotación y lucha en la cadena agroalimentaria bajo la curaduría de Chamba Collective en el Museo de las Culturas del Mundo, Moneda 13, Centro Histórico, Ciudad de México.

Alienados y alienígenas

Moro Maxwell

El laboratorio experimental de la Escuela de Chicago se está quemando desde hace una semana. Los Doctores en Economía se preguntan qué es lo que falló, cual fue la variable que no consideraron. Contaban con la desidia, con la lobotomía, con la alienación. Pero algo se salió de control. Los ratones han desatado el caos.

El presidente declara una guerra contra un “enemigo poderoso”, y saca a los militares a la calle, mientras su esposa siente que sus privilegios están siendo amenazados por alienígenas y le recomienda a sus amigas que se abastezcan ante una posible invasión. El 1% más rico de la población percibe al resto, a los otros, a los marginales, como enemigos. Ese 1% ha saqueado el país durante cuarenta años y sus empresas han evadido impuestos millonarios, pero no aguantaron que los estudiantes quisieran evadir el pasaje del metro por un alza en sus tarifas. “Evasión” es una de las palabras clave. “Robo”. “Saqueo”. ¿Quién es ese enemigo? ¿De dónde vienen los alienígenas?

Los patrones durante años han gobernado como si se tratara de administrar una empresa. Maximizando sus beneficios, abriendo una brecha social profunda y ancha. Tan profunda y tan ancha que se quedaron viviendo del otro lado, sin escuchar, sin ver, sin capacidad de entender. Mientras Santiago se quema el presidente come pizza con su familia en el barrio alto. No entienden. No quieren entender. La respuesta siempre ha sido la soberbia.

“Son vándalos, violentistas, delincuentes, los aplastaremos”

Pero ya no funciona la fórmula de la criminalización. De tanto usarla se gastó.

Hay un ser extraño en las calles

No se explican de dónde viene. Ese ser extraño tiene miles de cabezas, hace años que no tiene voz, lo dispersan en una esquina y aparece en otra, no tiene representante con quien pactar, tiene una estructura amorfa, ¡sin líderes corruptos!, está esparcido por todo el territorio, tocan insistentemente un patrón rítmico (negra, negra, corchea, corchea, negra). “¿Qué querrá decir?”, se pregunta el presidente, “¿será un mensaje encriptado, como en Encuentros cercanos del tercer tipo?” El gobierno no sabe con quién hablar. Convocan a los viejos políticos profesionales, pero esos están sumamente desacreditados y perdidos. Los desempolvan igual. Tienen sueldos millonarios, trabajan para los patrones. Los políticos hablan otro idioma. Salen en la tele haciendo mímicas. Pero los aliens ya no creen en ellos, ni los escuchan. El presidente sale pidiendo perdón por no haber entendido. Se victimiza. Pero no es un problema comunicacional, a pesar de que hablen otro idioma, porque está bien claro lo que los aliens piden, pero es inaceptable. No, no. Pero el fuego sigue desparramándose. ¡Ah! Que orgulloso de nosotros estaría Michimalonco si nos viera, piensan los aliens. El presidente ofrece algunos premios. Habla de manera paternal. Para sus adentros se lamenta que esto ocurra justo ahora, cuando él, sus hijos y familiares estaban haciendo tan buenos negocios; por otro lado, no sabe si lamentarse o estar orgulloso de que lo comparen con el dictador:

“¡Ah! ¡Pero si él estuviese aquí!”

Con él aprendió, con él se enriqueció. Trata de emularlo. Sigue sin darse cuenta que es una crisis estructural del modelo neoliberal. Hay políticos que intentan sacar partido de la crisis. Hay analistas en la televisión, todos pagados por el capital. Afuera los ratones del laboratorio están por doquier. Siguen encendiendo barricadas en cada esquina. Les ponen veneno, les disparan, y ahí siguen. Desafiando el toque de queda. Insisten en el patrón rítmico. Lo percuten con ollas, sartenes, cucharas. “¿Se comunicarán así entre ellos?”, se pregunta el presidente. Hay un festival de fascismo en la televisión, sacan a las momias más antiguas, intentan diversos tonos, primero amenazan, después infunden miedo, después tratan de empatizar con los aliens, dicen que tienen razón, el presidente hace su mea culpa en horario prime: “Ah! ¡Sabíamos que había desigualdad, pero nunca nos imaginamos que les molestara tanto, discúlpenos!”. Don Francisco llora por el quiebre de la familia chilena, y nada.

Ratones y aliens copan Plaza Italia

Corren los cómplices del modelo a La Moneda, todos preocupados por la propiedad privada, por sus intereses individuales, por sus privilegios. No saben lo que significa la palabra comunidad. Tal vez por eso no entienden. Han ensayado montajes, luchas entre vecinos, conspiraciones ácratas, recurrieron a los antimotines, pero nada les resulta. El presidente trae a un ejército de ocupación, pero los muertos porfían, los aliens resisten. Desatan una guerra psicológica, traen a expertos, el rector de una universidad da cátedra de arrogancia y desprecio. Algunos férreos partidarios del negacionismo, niegan; negaron todo antes, y niegan todo ahora. Parece que en las élites se desata una competencia por saber quién es más soberbio, quién es más egoísta, quién saca la porción más grande. Se afilan los colmillos. El ministro entra en una espiral de enajenación, tiene problemas psiquiátricos el pobre hombre. En el parlamento han montado un circo. Ofrecen un show en horario de matiné, rasgan sus camisas; los aliens con los ratones están en la calle, así que no ven el show.

Negra, negra, corchea, corchea, negra

En el Cine Arte Normandié, en plena Alameda, se proyecta el Joker, pero pasa algo extraordinario, la película ocurre afuera del cine. La turba quema todo a su paso, destruye los símbolos del mercado, hay rabia contra los ricos, contra las máquinas, contra la Máquina, contra el sistema. Los ratones no han visto la película, pero saben que si no se rebelan lo que les espera es una muerte lenta. Se están quedando sin agua, porque el presidente y Thomas Wayne (que a veces son la misma persona) se la está vendiendo a la agroindustria y a las transnacionales de extracción minera, a las que le regala el mineral a cambio de propinas. Entretanto, han comenzado las mesas técnicas, estrategia ya conocida, inventada por una señora que estuvo antes en el gobierno diciendo que era socialista: frente a cualquier problema instauraba una mesa técnica, y por arte de magia el problema desaparecía, quedaba en el olvido.

Pero los ratones están aprendiendo a no olvidar, están viendo sufrir a todos los animales, y están entendiendo que el agua va a volver a los ríos cuando luchen juntos, y eso es lo que están haciendo. Tal vez es eso lo que significa el patrón rítmico: cuando se caen las instituciones corruptas, sólo queda la manada; cuando la manada luche junta volverá el agua a los ríos. Y lo repiten insistentemente, para que a nadie se le olvide: negra, negra, corchea, corchea, negra.

Moro Maxwell es Doctor en Letras Modernas por la UNAM

Chile Despertó
El derecho de vivir en paz

La mujer indígena

Paola Paredes

La mujer indígena es a la vez símbolo e individuo. En la jornada de once días de huelga nacional de Octubre de 2019, la más larga de la historia reciente del Ecuador, sus rostros fueron testimonios de lucha y resistencia. Al interior de la masa de cuerpos y voces que se enfrentaban a las fuerzas del Estado, estaban camufladas sus historias personales de hijas, esposas, madres, hermanas y compañeras, sus sensaciones humanas de miedo, cansancio, ira y resistencia social, su deseo innato de cuidar, alimentar y proteger.

Soy Avelina Rogel
Vengo de Tumbaco, pertenesco al pueblo panzaleo
del Cotopaxi.
Las medidas y la actitud de este gobierno
son repudiables.
Mi pueblo está activado en la lucha por los derechos
de todas y todos.


Catalina Chumpi
A nosotros el paquetazo
no nos ayuda en nada.
El gobierno a nosotros nunca nos ha escuchado.
Y por esto estamos aquí.
Y nosotros siempre vamos a estar al frente de nuestro pueblo luchando.
Los pasajes, no nos perdonan ni un centavo.
Y nosotros ahí estamos, por más que no tenemos nada.
Por eso estoy enojada,
estoy aquí al frente porque mi selva me da el poder y la fuerza.
Yo vivo de ella y si me muero no tendré miedo porque mi espíritu estará igual de fuerte con mis descendientes.
Y si me muero, la naturaleza se vengará.

Traducción del idioma Shuar

En los últimos días de las marchas, justamente en medio del cansancio y la incertidumbre generalizada, recogí testimonios de trece mujeres indígenas. Allpa Túquerrez Maigua, Vicenta Sánchez, Catalina Chumpi, María Pascuala Cuyo, Rosa Vaca de Zumbahua, María Caisa Tungurahua, Martina Guzmán, Azucena Méndez, Avelina Rogel, Laura María Milán, Silvia Guaman, Rosa Delia Saraguro, Piedad Ospina. Las preguntas fueron simples: ¿por qué están allí? y ¿cómo se sienten?. Entre gases lacrimógenos describieron sus sensaciones en el papel, muchas de ellas distraídas, preocupadas por su gente que habían salido al frente a luchar, algunas con lágrimas en los ojos al verse enfrentadas a sus propias emociones. Pero todas, con la fuerza y la consistencia de quien tiene claro su objetivo de lucha.

Paola Paredes Albán (b.1986), fotógrafa nacida y actualmente radicada en Quito, Ecuador. Combina la fotografía documental con imágenes basadas en recreaciones. Su trabajo actualmente se centra en los problemas que enfrenta la comunidad LGBT, explorando las actitudes contemporáneas hacia la homosexualidad en Ecuador.

[email protected]

@paolaparedesphotography

#ParoNacional

El magisterio del Estado

Víctor Vimos

Una reflexión a propósito de la negociación entre el Gobierno del Ecuador y el Movimiento Indígena

La intervención de Juan Sebastián Roldán, casi al final de la transmisión en vivo en la que los líderes del movimiento indígena y los representantes del gobierno arribaron a algunos acuerdos, la noche del pasado domingo, fue bastante interesante para mirar algunas fracturas sociales en el Ecuador contemporáneo. Su discurso, por ejemplo, propuso desde el primer momento la existencia de un “nosotros” y un “ustedes” –materializado de forma extrema cuando Roldán habló de “sus familias y las nuestras”– para dejar en claro que su palabra se emitía desde el lugar que esa diferencia le otorga: el lugar del magisterio. Era él, Secretario de la Presidencia de la República del Ecuador, llamado a poner los puntos finales con un tono lleno de las inflexiones ceremoniales de quien encarna la doctrina de la paz, de la unión, de la concordia.

El grito de la normalidad

Pero detrás de ese ejercicio magisterial algo grita: un ruido mudo que busca, una vez más, reincorporar la normalidad. La “normalidad”, aquí, es el lado de la mesa que se siente llamado a “educar” al otro, a decirle que está bien ejercer el derecho a la protesta pero que tiene que saber que, en un estado de derecho con el Ecuador, eso tiene un precio legal por pagar. Esa tesis, replicada por Roldán, en su discurso hueco y fofo, es la misma que parece ubicarse sobre la altura del bien y del mal, y ser, en la medida de la conveniencia personal, la muletilla de los “defensores de la democracia”, de los “equidistantes”, de los “neutrales”. En ella, entre varios elementos, se refuerza la noción –evolucionista, ¡a esta altura!– de que hay unos que están llamados a educar y otros que están llamados a ser educados. La ley, que no coincide con la justicia, es el territorio de disputa: quienes educan, en este lado de la mesa, son gente como Roldán, como Richard Martínez, como Lenin Moreno, que no logran ampliar su territorio de diálogo a la múltiple y compleja realidad de un país que, en la década anterior a su administración, por poner un ejemplo, se vio transformado en una diversidad de formas: las organizativas, las delictivas, las políticas, etc. Para ellos, para los que educan, para los que ejercen el magisterio de lo nacional, esto se resuelve en el sentido Gamonal: con represión, con silencio, con desobediencia al reclamo del otro –¿hay noticia de la renuncia de Jarrín (Ministro de defensa) o Romo (ministra del interior, luego de que las cifras de muertos, heridos y desaparecidos se hicieran públicas?–. Lo llamativo aquí, es que esa noción del Gamonal se vuelve el estado del discurso en medio de la tensión social:

el otro, el que debe ser “educado” es, a la vez, el que debe ser reprendido, el que debe ser expulsado, el que debe ser empujado, golpeado, asesinado… porque, al final, el magisterio debe cumplirse, la educación debe imponerse, el orden debe regresar, como la ley, que no coincide con la justicia, lo manda.

Hasta que eso pase, hasta que la normalidad aparezca y fraccione y delimite, nuevamente, el otro, el que debe ser educado, es un significado flotante: puede ser ubicado en el lugar que el magisterio desee. Y el magisterio de la televisión lo ubica como delincuente, y el magisterio del gobierno lo ubica como manifestante, y el magisterio de la academia lo ubica como ignorante, y el magisterio del periodismo lo ubica como influenciable, y el magisterio del racismo lo ubica como alguien que afecta el paisaje, y el magisterio de la fuerza lo desaparece… por eso es tan posible que aparezca Romo y diga que la situación está en calma cuando en las calles la policía llena con gases los pulmones de hombres, mujeres y niños; por eso es tan normal que Jarrín diga que no hay tanques cuando el centro de Quito está cercado por esos vehículos armados, por eso es tan normal que Moreno diga que tiene la mano extendida cuando la cifra de muertos sube sin pausa, por eso es tan normal que en las redes, las personas señalaran quién era y quién no era el asesino, por eso es tan normal que Martínez –en una joya de la torpeza que debería grabarse en cobre y exhibirse, de forma itinerante, en todos los rincones del país– justifique el alza de la gasolina con el ejemplo de los carros de cuarenta mil dólares. Lo que hace Roldán, cuando habla, es la síntesis de esto y su continuidad, es lo que un hombre como él puede y está llamado a hacer: ratificar que en esta partida, unos intentan estar del lado del magisterio para sostener, retener, empujar a los otros del lado del que se debe “educar”. Y el magisterio no es reciente: a su turno lo ejerció Correa –quien dijo, por ejemplo, que sólo si se tenía PhD se podía hablar con él–; lo ejerció Gutiérrez, Palacio, lo ejerció Bucaram (¡!)… lo ejercen siempre porque la metáfora del poder en el Ecuador sigue siendo esa: la de educar al otro, civilizarlo, declararse un portador del magisterio, la de asumirse como elegido para cumplir, a como dé lugar, el deber.

La imagen del otro

Sería, además, interesante pensar qué pasa en un país como el Ecuador cuando esa normalidad no regresa. Es decir, cuándo pasan los días y la imagen del otro, del que es llamado a ser educado se vuelve una imagen fuera del molde, fuera de la “normalidad”.

¿Es que acaso el otro no tiene la capacidad para cuestionar al Estado, incluso en el uso de la fuerza? ¿Es que acaso, en un país como el Ecuador, el otro tiene condiciones justas para que su voz, no la de su representante de izquierda, no la de su representante de derecha, no la de la conferencia episcopal, no la de nadie, su voz, la suya, se oiga?

Las conquistas de los derechos colectivos en el Ecuador, han costado y cuestan, muertos, heridos, desaparecidos. Una realidad que no encaja en los pedidos de “moderación” que desde la mirada de quien ejerce el magisterio, se exige, se reclama, se espera. Sería verdaderamente interesante que regresemos la cara a la ceremonia que se realizó en el Ágora de la Casa de la Cultura en honor de Inocencio Tucumbi, uno de los primeros caídos del movimiento indígena, y observemos, con la confianza en el anteojo y no el ojo, como dice Vallejo, para ver cómo, ahí, hay un “estado” para decir el futuro. No un camino, no una garantía, no una oportunidad, un “estado”, una forma de estar, una forma de habitar y devenir en algo que no sea eso que Roldán pronuncia, que no sea eso por lo que el magisterio pugna por gritar. Del otro lado de la mesa, el movimiento indígena ha desafiado, en varios campos de sentido, el papel del magisterio gubernamental: no habla desde un sentido de infantilidad -la frase tan reiterada en estos días “nuestros indígenas”, “nuestros héroes”-. que desde los ojos del poder, los ha visto como una “masa muda” capaz de ser ubicada a conveniencia en el discurso utilitario (la idea de que el indígena, por naturaleza, debe ser de izquierda, por ejemplo), como un grupo de personas incapaces de trazar una agenda política propia que atienda sus necesidades y luchas legítimas.

Los indígenas, como en los levantamientos del 90 y 92, han remarcado su papel de actor político de peso en el Ecuador contemporáneo. Han dejado sentado un ejercicio de democracia disidente a la tarea magisterial de los unos sobre los otros: oyendo y consultando a las bases, asegurando consensos, desafiando amenazas. Han propuesto un nuevo panorama político para hablar.

Víctor Vimos

Antropólogo ecuatoriano. Ha ejercido la docencia en la Escuela de Antropología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima-Perú), institución en la que también obtuvo su diploma de Magister en Antropología. Actualmente cursa estudios de posgrado en el Departamento de Romance and Arabic Language and Literatures, de Universty of Cincinnati, en Estados Unidos.

[email protected]

Errata

Álvaro Rodríguez

Los gestos de corrección son más que reflejos de una conciencia disciplinaria, son sobre todo reparaciones de memoria y consignas frente a la construcción de realidades. Es como Errata se inaugura en una era de la verdad algorítmica y los archivos hipercustodiados.

Este 10 de octubre, la Fundación Antoni Tápies, inaugurará Errata, la exhibición de ocho proyectos de Ariella Aïsha Azoulay quien intervendrá en la gramática imperial de los archivos fotográficos: Enough! Claiming Rights, Natural History of Rape, Master Pieces, Books not in their Right Place, Potencial History of Palestine, Unshowable Photographs-Many Ways not to Say Deportation, Errata-Imperial Publications y Un-Document-Undoing Imperial Plunder [film].

El trabajo de Ariella Azoulay después de Historia Potencial, nos mostró como una narrativa puede ser inscrita en el marco de la ignominia y el exterminio. Azoulay en el ejercicio minucioso de la indagación muestra la manera en la que deben ser interrogados los archivos contemporáneos. La violencia también se inscribe materialmente en el saber, y es como el aparato lingüístico establece un glosario de términos que instituyen la violencia y los lugares comunes, los desprecios, el genocidio y la desaparición.

“Interferir en el conocimiento imperial impreso en los libros, de desaprender las estructuras imperiales de numerosos gestos heredados por académicos, artistas, fotógrafos y conservadores de museos que los utilizan en sus prácticas”

https://fundaciotapies.org/es/exposicio/ariella-aisha-azoulay-errata/

La exposición promete recorrer desde los modos no-imperiales de la cultura archivística, tal y como procedería un impresor avezado en las correcciones y precisiones en el contexto de la propaganda de guerra. Los terrenos que serán explorados son aquellos que definen la segunda mitad del siglo XX: la segunda guerra, la destrucción de palestina y otros proyectos coloniales. El cuidadoso escrutinio de la posición de curadores, jefes de obra, expertos en arte y académicos que han contribuido a fijar y petrificar sensibilidades y discursos desde la narrativa imperial. Azoulay también problematiza el museo como un espacio discursivo donde sus gestores son los principales agentes del dominio cultural y lingüístico.

La reflexión de Azoulay se centra principalmente en las formas no sólo en las que se construye el archivo, sino como el archivo dispone los materiales del pasado para ser leídos de una forma y no de otra, como el archivo se torna un dispensador de fuentes y documentos que se tornan indispensables y ocultan la posibilidad de ser interpelados de diversas formas por los ciudadanos.

Esta cultura imperial de las pruebas documentales parte de la premisa de la sacralización de los objetos, que quedan sellados en el pasado y pasan a ser considerados como “históricos”, o sea donde el mito los cristaliza como incuestionables.

Errata inside en esa sacralidad archivística imperial, y visibiliza aquellos errores derivados de esas afirmaciones sustanciales, extraídas de los documentos “históricos”. La compulsión de los conservadores, los centinelas, los directores de archivos que consideran la preservación de un pasado intacto e inamovible y explotan desde sus posiciones institucionales esa visión imperial del pasado. En el retoque, en la digitalización, en la transformación y la desmaterialización de los documentos, en su obliteración, expurgo y destrucción, Azoulay indaga el estatus selectivo e intocable del conocimiento. Este estatus documental pasa por libros, documentos, fotografías principalmente y obras de arte.

Ariella Azoulay en su filme Un-documented: Undoing Imperial Plunder establece un derecho a revertir el conocimiento imperial y las formas de la violencia constituyente. El régimen imperial que pondera todo Estado nación y pretende separar el tratamiento de los objetos y el maltrato de personas como indocumentadas.

En una doble operación la demanda por el derecho a reconstruir el conocimiento postimperial y decolonial estalla con la inscripción del derecho fundado en aquellos objetos expoliados y saqueados que fueron “bien documentados y registrados”, que sirvieron a generaciones para aprender en las vitrinas de los museos de historia y que restituyen ese derecho a aquellas personas solicitantes de asilo, generalmente indocumentadas de donde provienen dichos objetos “bien documentados”.

Álvaro Rodríguez historiador

[email protected]

Un millón de detenciones a inmigrantes en la frontera EE.UU. – México

José Franco Aguilar

2019

La patrulla fronteriza estadounidense ha rebasado su propio récord, en el último año fiscal -terminado el 30 de septiembre-, ha alcanzado la cifra de 977,509 arrestos, la cifra más alta desde 2007 cuando se detuvieron a 1.6 millones de personas en la frontera sur estadounidense.

Los detenidos en su mayoría son centroamericanos y principalmente familias, de acuerdo con la información ofrecida por el comisionado interino de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés) Mark Morgan.

Los datos anteriores dan cuenta de la política anti migratoria estadounidense y del endurecimiento de seguridad en la frontera como parte de una estrategia de disuasión para ingresar de forma ilegal a territorio norteamericano. El volumen de detenidos calificado por el comisionado como “asombroso” respecto a años anteriores devela para el futuro una mayor apuesta por blindar la frontera desentendiendo la desesperación de miles de familias que escapan de la pobreza y la violencia.

La apuesta en el desplazamiento de la línea de cruce pone a México en una posición central como un territorio de destino forzado, residirá en las autoridades migratorias, participar en la política anti migrante de Trump o establecer una estrategia de constante negociación en la movilidad de las personas asegurando su derecho de tránsito y respetando sus derechos humanos.

José Franco Aguilar es Doctor en Antropología Social por la UNAM

[email protected]

Tecnologías de la raza en la era algorítmica

Achille Mbembe, uno de los teóricos más relevantes de los Postcolonials & Decolonials studies se encuentra en México. Se presenta en el Instituto de Investigaciones jurídicas de la UNAM, dictando una conferencia sobre las implicaciones tecnológicas en la vida cotidiana y los márgenes de exclusión. Hablará de las Tecnologías de la raza en la era algorítmica.

Síguelo en la liga de la videoteca de jurídicas, y si te lo perdiste puedes visionar su conferencia Borders in the Age of Networks en la New School for Social Reserch.

Achille Mbembe es Profesor en the WISER Institute, University of Witwatersrand. Nacido en Camerún obtuvo
su doctorado en Historia en la Universidad de la Sorbonne en Paris en 1989.